miércoles, 23 de febrero de 2011

Malas lenguas

Sí, es verdad. Estuve a punto de confesar aquí que se había acabado el mercamobile, que ya no contaran más conmigo para las crónicas de mis queridas mercadonnas, que ya no volvería a moverme más en mi bólido dorado. Ay dios, de un tiempo a esta parte todas las patas se me caen. Todo empezó con una de las patitas de apoyo de mis gafas de sol graduadas. Sí, ya sé que tenían sus años, algo así como 17, pero... les había cogido cariño. La misma lesión se reprodujo en mis otras gafas. Qué cosas. Nada, no me importó, al fin y al cabo podía seguir poniéndomelas sin más que una cierta incomodidad nasal y una especie de imagen de abandono (como cuando tienes barba de una semana, o algo así. Más de uno/a reparó en el asunto). Luego me entraron los virus catarrales y después de una semana de antibiótico mis propias patas se me aflojaron. Sí esas, las de carne y hueso. Bueno, me dije, sigo teniendo otras cuatro patas para moverme por este trozo de tierra a la deriva en el que vivimos. ¿Somos nosotros los que llevamos el barco o es el barco el que nos lleva a nosotros?, se preguntaba mientras tanto Kavvadías. Yo tengo mi respuesta, pero eso es lo de menos, cada uno que saque la suya. Para colmo de males, hace una semana al asomarme desde mi casa ví que hasta esas otras patas de motor alemán se habían esfumado. Los días pasaban y no se sabía nada del bólido. La Nacional de La Laguna tenía todos los datos y se supone que todas las otras policías estaban al tanto del asunto. Ya comenzaba a imaginarlo desguazado, repartido en piezas, desaparecido en las entrañas del mercado negro isleño. Bueno, no voy a seguir con mi tediosa canción de Manolo Escobar. El carro apareció... en Las Delicias (qué ironía) y el papeleo burocrático también. Pero tampoco fue ese el problema principal, mi querida serpiente emplumada, sino el otro bicho que ha acabado con mi paciencia, cortándome ya las últimas patas que me quedaban. Hasta hoy, navegar por la red con este cacharro ha sido un verdadero suplicio. Y así, más quemado que un bosque que yo me sé, largué todo por la banda, incluido el pre y el post de Tijuana, que es de lo poco que me alegraba últimamente. Quizás, desde un primer momento tendría que haber dado parte de todo ello a nuestra Policiá Canariá, entonces sí que me habría ahorrado todo este periplo. Hasta de aburrirles con esta entrada.

A mis contertulios, y esta vez como oyente, sólo decirles que ya dejen a Wagner en paz, que me lo están manoseando demasiado, casi como una muletilla para rellenar cualquier radioafonía que se vislumbre. Por lo demás, espero recuperar sin más contratiempos el lado oblicuo del Parnaso sanandresino, el frente del hermano vascongado y la diestra de dios padre.

jueves, 17 de febrero de 2011

Día de las letras canallas

Ahora su señoría Dulce Xerach, repasando decreto, se ha dado cuenta que sí, que sí ponía eso de 'un premio exclusivo para literatos canarios'. Sus señorías sólo se inclinan ante el argumento legalista, ahora sí, y no quieren saber más. Decretos, leyes, boletines... documentos administrativos los que sean porque del resto... ¡no se saca una perra gorda ni ningún otro rédito político! Hasta ahora me había mantenido más bien al margen de este debate, pero señores, la idignación te corroe las entrañas hasta que no puedes aguantar. No les importa el debate, los argumentos, las ideas, los fines, las filosofías... respecto de un día de recordatorio y honorabilidad, nooo, de todo eso sólo les viene a importar la literalidad de un jodido decreto. Jamás podría entender miopía más infame. Hasta ahora estaba dispuesto a pasar por alto que el pulpo fuera animal de compañía, pero esta justificación es insuperable ¡Sólo porque lo pone bien clarito en la redacción del decreto! Esto sí que es literatura (y saber leer), para el próximo año propongo a Xerach para el día de las letras canallas. Sí señor.

Por otro lado, informar que mañana viernes 18 de febrero, a las 21 horas, Chubasco en el Ghetto, banda canaria de reggae-roots, abrirá el programa "Alma de León" de Radio 3 de RNE, presentando su 3er disco de estudio. Sí, como lo oyen, esa banda que fue vilipendiada a las primeras de cambio por los Hermanos Dalton en el programa de Tijuana y que algunos más pensaron que no tenía calidad alguna para emitirse a través de las ondas de Radio Unión Tenerife, pues ya saben, mañana a las 9 de la noche...

¡A nivel nacional!

miércoles, 16 de febrero de 2011

Fundido a negro

Anoche, con doping antivírico incluido, llegué tarde a la presenta del Ateneo lagunero en honor a la obra 'Rotunda' de D. José Rivero Vivas. El nagualt había dicho que pasaría lista (como si no lo hiciera siempre). Terminaba ya Cirilo Leal su intervención cuando asenté mis posaderas sobre la butaca del lado siniestro. Y más siniestra (y cinematográfica) quedó la presenta cuando de repente veo que aparece el barman-bedel de tan preciada institución y haciendo caso omiso a lo que allí acontecía para cumplir con algún especial mandato (¿divino? me preguntaba yo), cuando comienza a bajar palancas en el cuadro eléctrico de la sala. Primero la fase lateral, luego la fase central, luego la fase escaleril, y, por último, la fase presidencial. De pronto, los invitados a la mesa desaparecen y sólo queda una fantasmagórica oratoria que parecía saliera desde no se sabe dónde, si no fuera porque era conocida y acostumbrada ya a lo radiofónico, es decir, desde la sombra hacia el mundo. Casi como allí. Ya me preguntaba por los efectos secundarios del antibiótico en su combinación con el paracetamol. Huelga decir que me había perdido la parte primera en la que se explicó el asunto, por eso, sin nadie al lado para socorrerme, miraba yo atónito el desenlace de esta trama. Atónito, pues parecía que todo el mundo estaba tan conforme con las pocas luces, que apenas JMª musitó algo sobre que "le gustaba a él mucho hablar de esa manera" y unas risitas hacia mi derecha. Joder, hasta el fiel cameraman de los actos anghelinos, siguió grabando la velada como si tal cosa, sin necesidad del consabido fundido a negro, pues los efectos especiales de aquella sala ya se lo propiciaban directamente. La sobriedad del discurso, sin embargo, encajó sin más el acontecimiento lumínico, lo que redundaba en mi propia perplejidad, sólo explicable ya por un nuevo boicot de la dirección a los eventos de D. Anghel (no sería la primera vez). Al final me entero de a qué inmensa impronta respondía realmente aquel apagón, recobrando yo al tiempo mis pocas luces perdidas. ¡Acabáramos! a qué nivel de supeditación hemos llegado. Menos mal que siempre saludas y departes con los amigos, mención especial a G., con inquietudes afines sobre un gallego alelí, en otra noche memorable. Y Jesús hablándome de 'la línea de sombra'. ¡Y qué sombra! Noche propicia para ronronear un rato, pero quién se atreve a redoblar los efectos del antiviral, igual hasta me engullo directamente en la negritud de una fría noche lagunera. Lo de los nuevos derroteros de Tijuana... (de los que también me enteré anoche) ...eso ya lo dejamos para los 'encuentros en la tercera fase'.

jueves, 10 de febrero de 2011

Sirenas en la encrucijada

"El sonido de la sirena, la humedad, el calor y la fatiga se mezclan.
Desnúdate. Te daré la bruma por vestido... Beberé otra copa a la salud del mar... A la salud de la sirena que llevo tatuada en el brazo. Cada noche salta al mar y me pone los cuernos con Poseidón. Vuelve por la mañana cuando estoy durmiendo, llena de algas y de ortigas marinas. Cuando permanecemos en tierra un largo espacio de tiempo, se marchita y pierde sus colores... Una casita en el campo. Y dormir una noche cada dos años. Sin ninguna mujer al lado. Por la mañana, hacerse a la mar... Nuevamente el vaivén del motor, el olor a lejía y a barco, el cocinero que se corta las uñas con el cuchillo de cocina. Siempre de guardia, la litera repleta de chinches, las reparaciones, el olor del minio, del alquitrán hervido, el pozo negro, el agua turbia en el cubo. Agua con pelos de león, agua fluvial, infestada de cocodrilos, palabrotas en la mesa, el arroz con leche quemado, blasfemias a guisa de saludo, la enfermedad de la chatarra. Relevo de guardia tirándote del dedo gordo del pie. Levar ancla. Echar ancla. Encrucijada..."

(...)

"¡Si existiera una mujer bautizada con aceite de pescado! Con la carena pintada de minio, calafateada con alquitrán, la saliva salada, el pelo de algas, tentáculos por brazos, los ojos de agua, las piernas... no, mejor sin piernas, como la de la vitrina de Acuario en... No, en ninguna parte. Tan sólo en mis sueños. Que se llame Marina. Que hable la lengua de los peces."

N. Kavvadías, dos fragmentos de La guardia (1954)

miércoles, 9 de febrero de 2011

Der verbrannte Wald

Anoche, en el post de Tijuana y en las entrañas de Atlantic City, el Capitán América se dignó a pedirme el nombre de mi blog (quiere visitarlo, se entiende). ¡Qué honor! Pero no se contentó sólo con eso, sino que a continuación sacó un extraño artilugio. Algo así como una suerte de PlayStation pero más delgada y con tapa desmontable. El manejo y la posición eran idénticas a la de la Play, por un momento pensé que se iba a poner a jugar con los marcianitos, pero no. Debía ser un diccionario electrónico (intuyo, porque no me lo enseñaba), pues al momento me escribía en una servilleta el nombre de mi blog en alemán: "Der verbrannte Wald". Por poco se me saltan las lágrimas de la emoción. Esto ya empieza a tener otra hondura, otro calado. ¡Viva la germanía del Capitán América!
Yo, que ya venía feliz del Agapea, pues, al fin me habían conseguido un ejemplar de La guardia, de Nikos Kavvadías. Ya voy por la página 102 y no me ha defraudado en lo más mínimo. Lo siento por Omú, de mi querido Herman Melville (que ya me divertía bastante), pero tendrá que esperar a que acabe con Kavvadías. En cuanto me adentro en sus páginas me llega, automático, el inolvidable olor de aquellos viejos correíllos que hacían las travesías desde esta isla con La Gomera y La Palma todavía en los 60 y los 70; esa especial mezcla de aromas a hierros oxidados, salitres de maresía y vapores de fuel, colándose sutilmente por todas las hendijas del casco mientras el run-run de las máquinas nos hacía avanzar cabalgando las olas en la noche. Al Catire marino y a la Serpiente de St. Andrews, seguro que les gustará saber con qué letras se escribe desde el mar.

martes, 8 de febrero de 2011

Millones, nada menos

Hoy toca fideos chinos con verdura salteada. No no, no se preocupen, los fideos son chinos pero de Bélgica (leo prospecto), es decir, nada maoístas. Y la verdura es fresca, me la traje ayer de la medianía del sur isleño, es decir, nada de picadillo precocinado y ultracongelado. Como ven, me cuido muy mucho de ciertos radicalismos gastroanómicos. La delicadeza de mi estómago obliga, qué le vamos a hacer. Quedaban, sin embargo, algunos otros ingredientes que comprar y me voy de mercamóbile. CampoVerde primero, donde, mientras cogía unos tomates, oigo a una pureta que le dice a otra: --¿No es martes? --Claro, miniña --¿Y no es esta tarde cuando ponen ese programaa...? ¿Cómo era que se llamabaa...? --¿Sálvame? --¡Qué va! En la radio digo yo. --¡Ay, sí sí...! ¡En la radio! Esto se llama… El Bosque, El Bosque de dee... --¡Qué bosque ni bosque! Eso se llamaa... Ti... Tif... --¡Que no, muchacha, que ya sé lo que dices tú! Eso es… La Puerta, La Puerta de...
Yo asistía atónito a semejante titubeo memorístico. Hasta los nervios me traicionan y se me caen los tomates al suelo. Joder, al intentar recogerlos pasillo abajo, me pierdo el desenlace de tal disquisición nemotécnica. Sin embargo, semejante alusión radiofónica ya era suficientemente extraordinaria como para hacerme perder el temple. Joder, quién se iba a esperar un alcance como ese en las ondas hertzianas de nuestro pequeño programa. Cuando regreso a las postrimerías de la conversación sólo alcanzo a entender no sé qué de --(…) esperemos que hoy lea el de siempre, con esa voz tan bonita, y que no se digan esas cosas, que parecen chiquillos en la plaza. --¡Ja! Cualquiera sabe. Ellos todos son como hermanos, hasta en la peleas, por cualquier cosa se te reviran. --Pero aprende una de todo eso que hablan. --Bueno, de eso vaya usted a saber… Más bien entretienen a una un rato. --Pues nada, a ver en qué para esto hoy. --Bueno, adiós comadre.
El periplo mercamóbile me lleva luego a visitar a las mercadonnas. Una me mira varias veces, lo que llama mi atención, pero ella finalmente desiste cuando ve que me percato y, algo ruborizada, sigue con sus quehaceres tras la barra de embutidos. En la sección de panadería me dispongo a abastecerme de hidratos de carbono varios, cuando otra empleada me dice… --Oiga, disculpe ¿no es usted el del programa ese de… de Tijuana? --¿Perdón? --Naturalmente ante la nueva sorpresa y el intento de conservar mi anonimato público, resuelvo hacer que no entiendo nada del asunto--. --No, es que se me parece tanto su voz con la de un señor en un programa de radio que oímos varias de nosotras, que… --¿Un programa… de radio? (sonrisa hipócrita) --No, nada, sólo iba a decirle que… --Arqueo mis cejas al tiempo que pongo cara de yonofuí--. --¡Ay perdón, señor! --Y la chica sale despavorida ante la vergüenza de la confusión--. --¡Espere, espeere… que…!
¡Joder, al final debe ser verdad eso de los millones de oyentes, que dice Jesús!

miércoles, 2 de febrero de 2011

2 de febrero, día de La Candelaria



"2 de febrero", una cumbia colombiana del grupo Amaxona. El verdadero colorido del mestizaje, del sincretismo Atlántico. El Mare Nostrum de este lado del mundo, las dos orillas con el mar como vaso comunicante. La ida y la vuelta, el charco que se alimenta de las corrientes que vienen y van. Lo afro, lo indio, lo canario y lo hispano juntos, de sopetón, y sin ambages políticos. El empuje y la fuerza de la cultura como práctica y representación (siempre por vía matrilineal).

¡Viva Tijuana!

Cuando esta tarde entré a la librería Agapea (por el lado más moderno y vertical de la 3 de mayo, recorrido que solemos hacer ya en el previo de Tijuana), el primer libro con el que me topé era Sáhara: la última misión, de Miguel Gilaranz Martínez. Y, de pronto, tuve esa especie de premonición: "Tijuana, la última misión". Así se lo comenté a Jesús que en ese momento me escuchaba al teléfono. Era la tercera vez que hablábamos en la última media hora porque de manera repentina no podía acercarse a la radio para llevar el timón de este bosque de cactus al más puro estilo de la Baja California. Donde los advenedizos (entre los que me encuentro), a poco que se muevan se pican. Hoy me temía una gran salvajada (había mimbres para ello), de la que sólo un viejo puma como Jesús podría salir ileso. Así le comentaba por el móvil, no me veía ni quería llevar el peso de este programa. El dueño de semejante engendro que lo meta a camino como pueda, yo salí ya escaldado una vez y con eso fue suficiente. Pero hoy no podía ser, así que resolví dejar libre el asiento del timonel y que el destino repartiera suerte entre los tripulantes, la pura horizontalidad, el estado de naturaleza hobbesiano, el territorio sin ley, la llanura infinita y reseca al más puro estilo western. Ya ven, la ausencia se notó, vaya que si se notó, como que la cosa terminó en triple salto mortal sin red. A los quince minutos, espantada general y bajada de telón musical. Como en la admonitoria de las grandes ocasiones, como cuando la muerte de Franco o como cuando la irrupción de Tejero y su balacera parlamentaria (si exceptuamos aquella cámara indiscreta), de pronto, sólo música en las ondas.
La radio se supera día a día, ya no es la ópera la obra de arte total, hemos encontrado el mejor filón radiofónico de las últimas décadas, ¡pasen y escuchen! ... ¡Viva Tijuana libre!