Me pide Jesús que ponga una antigua imagen de San Andrés (impresionante), pero antes me topo con un audiovisual sobre este mismo pueblo, que no tiene desperdicio. Lo veo/oigo y me viene a la cabeza el Monterrey de Ferni, con su sincretismo de Caribe isleño. Si miras atentamente a los estantes de las botellas, a los expositores y hasta al grifo de la cerveza, encontrarás detalles totalmente personales. Lástima que ya no esté el altar de María Lionza y la Reina del Mar, entre números de lotería y botellas de Chivas y Johnnie Walker con más de 12 años. Lugar de ron-roneo sin par, siempre abastecido de Aldea. Una noche después de fijarme en la colección de naifes canarios de la esquina y que Ferni nos enseñara su florete cuya hoja procedía de un pez espada cogido por aquí, le dije a Jesús: «Joder, este lugar es de carne y hueso a donde quiera que mires. No hay nada de cartón piedra. Todo es real, con su pequeña o gran historia detrás».
Bloguero de mentalidad okupa,entre otros entretenimientos radiofónicos, archivísticos y antropofágicos, con este Bosque acaba instalándose en el establishment de la autopromoción. Aunque huela a chamusquina, el cambio le pasará factura, si no al tiempo.