viernes, 30 de abril de 2010
Ombligos Culturales (VI)
Acabo de tener un encuentro prodigioso con la cajera de Mercadona. Ella le recriminaba a una compañera de otra caja la manera de pronunciar algunas variedades de papas. «¡No se dice ‘kinegua’ ni ‘autodate’, eso está mal dicho! Lo que pasa es que la gente no sabe inglés y se inventa las palabras». «Pues nosotros a esas papas las hemos llamado de toda la vida así, ‘kinegua’ y ‘autodate’» le responde. «Sí, ya, pero está mal dicho. Esas palabras son inglesas y se deben decir como son, no estar inventando como a la gente le salga». Al que estaban atendiendo justo delante de mí, la cosa le hacía gracia aún cuando no estaba muy de acuerdo con los argumentos filológicos de la cajera. Yo no pude reprimirme más e intervine con toda mi caballería antropo-lógica (bueno, quizás más de lo segundo que del conjunto). «¡Pues no está mal dicho!» Repliqué públicamente, allí, en medio del meollo de las compras domésticas del Mercadona de La Cuesta, a la hora punta de las 12,30. Pueblo, pueblo, el real J.Mª. ¡Qué valor! «…Estas palabras no están mal dichas, sólo son canarismos de influencia inglesa, como las tenemos de otros idiomas que no son el castellano ni el inglés». «Pues eso es igual que ‘Parking’, que el señor que acaba de irse me lo estaba recriminando; que no se dice ‘Parking’ sino ‘Estacionamiento’, que eso estaba mal dicho». «Sí, ya, señora, pero es que no es el mismo caso. Usted estaba sustituyendo una palabra que sí existe en el castellano por otra del inglés, pero es que lo de las papas son palabras que no existían en el castellano, son producto de una adaptación fonética que surge por la necesidad de las relaciones comerciales con Inglaterra. Nosotros no sabíamos inglés y, por tanto, no teníamos por qué pronunciar correctamente esas palabras». «Pues no sé, pero a mí me parece que el señor tenía razón y que esto es un cachondeo. ¡Aquí cada uno se lo guisa como le da la gana!». «¡Hombre (mujer, en realidad), tampoco es así! Hay mucha gente que cree que ‘fogalera’ está mal dicho, que se debe decir ‘hoguera’, y no caen en la cuenta que en Canarias, por su historia, hay mucha influencia portuguesa, y ‘fogalera’ está bien dicho porque no procede del castellano sino del portugués. Es un portuguesismo, no una degeneración popular del castellano». Y así continuamos con algunas disquisiciones más sobre nuestra lengua mientras nos distraíamos de lo que pasaba por el lector de barras (creo que no sólo yo y la cajera sino también toda la cola de señoras que venían detrás) y todo iba entrando a mi cuenta. Al final la cajera se había armado un taco tremendo mezclando las cosas de tres clientes diferentes. Joder, casi me sale cara la compra de hoy, menos mal que la señora de la tercera compra cayó en el desaguisado que se estaba armando allí y nos llamó al orden. No quise mirar qué había ocurrido con las compras de la cajera adyacente (también metida en el ajo del debate filológico) y salí de allí pitando antes de que se armara alguna otra trifulca ‘filolodoméstica’. El populum somos así, ‘con las cosas de comer no se juega’.
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