miércoles, 16 de febrero de 2011
Fundido a negro
Anoche, con doping antivírico incluido, llegué tarde a la presenta del Ateneo lagunero en honor a la obra 'Rotunda' de D. José Rivero Vivas. El nagualt había dicho que pasaría lista (como si no lo hiciera siempre). Terminaba ya Cirilo Leal su intervención cuando asenté mis posaderas sobre la butaca del lado siniestro. Y más siniestra (y cinematográfica) quedó la presenta cuando de repente veo que aparece el barman-bedel de tan preciada institución y haciendo caso omiso a lo que allí acontecía para cumplir con algún especial mandato (¿divino? me preguntaba yo), cuando comienza a bajar palancas en el cuadro eléctrico de la sala. Primero la fase lateral, luego la fase central, luego la fase escaleril, y, por último, la fase presidencial. De pronto, los invitados a la mesa desaparecen y sólo queda una fantasmagórica oratoria que parecía saliera desde no se sabe dónde, si no fuera porque era conocida y acostumbrada ya a lo radiofónico, es decir, desde la sombra hacia el mundo. Casi como allí. Ya me preguntaba por los efectos secundarios del antibiótico en su combinación con el paracetamol. Huelga decir que me había perdido la parte primera en la que se explicó el asunto, por eso, sin nadie al lado para socorrerme, miraba yo atónito el desenlace de esta trama. Atónito, pues parecía que todo el mundo estaba tan conforme con las pocas luces, que apenas JMª musitó algo sobre que "le gustaba a él mucho hablar de esa manera" y unas risitas hacia mi derecha. Joder, hasta el fiel cameraman de los actos anghelinos, siguió grabando la velada como si tal cosa, sin necesidad del consabido fundido a negro, pues los efectos especiales de aquella sala ya se lo propiciaban directamente. La sobriedad del discurso, sin embargo, encajó sin más el acontecimiento lumínico, lo que redundaba en mi propia perplejidad, sólo explicable ya por un nuevo boicot de la dirección a los eventos de D. Anghel (no sería la primera vez). Al final me entero de a qué inmensa impronta respondía realmente aquel apagón, recobrando yo al tiempo mis pocas luces perdidas. ¡Acabáramos! a qué nivel de supeditación hemos llegado. Menos mal que siempre saludas y departes con los amigos, mención especial a G., con inquietudes afines sobre un gallego alelí, en otra noche memorable. Y Jesús hablándome de 'la línea de sombra'. ¡Y qué sombra! Noche propicia para ronronear un rato, pero quién se atreve a redoblar los efectos del antiviral, igual hasta me engullo directamente en la negritud de una fría noche lagunera. Lo de los nuevos derroteros de Tijuana... (de los que también me enteré anoche) ...eso ya lo dejamos para los 'encuentros en la tercera fase'.
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