domingo, 10 de abril de 2011
Entre palo y palo
Entre Jesuses, me eché anoche unos cuantos palos (apaleado sí me levanté yo hoy, y no solo por los efectos del líquido elemento). El brebaje lo noté muy caldeado por sus dos horas de encierro en el coche tras el partido de marras, y le dije a J. que consiguiera unos cubitos de hielo. Los cubitos resultaron tener forma de corazón. --¡Ah, muy apropiado! --le digo. Y comentabámos de esto y aquello, entre palos de gélido corazón, cuando me acordé del pintor bagañete y su Virgen de la cuca, en artículo que había leído en El Perseguidor de ese mismo día. J. pareció estar interesado en ver ese cuadro y al pintor que acaricia cucarachas, cual animal sagrado. Habrá que organizar, pues, viaje palmero. El asunto del arte y los bichos viene ya a propósito de unas cuantas entradas atrás, con Sibi de por medio. En eso llegamos al Monterrey, y allí departimos con Ferni, Pedro y la bella Kali (¿era así?). Luego seguimos en la ruta del ronroneo con Chanito hasta la degustación del Portugués. De camino, conocí la erudición, con extraño acento extranjero, de Carlos Baute hablando tanto de Neruda como de geografía política o bioquímica orgánica. El esplendor de la inagotable y genuina sabiduría de St Andrews. Imposible detallar más, en este día de recuperación del bioritmo. Sólo una cosa: Leo en un periódico nacional que el alcohol es causante del 15% de los cánceres en España. Supongo que los zp de turno la tomarán ahora con el alcohol, una vez metida en vereda a la nicotina. Qué pesadez ¿una nueva ley seca? Leo con cierto interés, sin embargo, la noticia del nuevo libro de Sebastian Junger, antropólogo-periodista-escritor, que conozco desde La tormenta perfecta. El nuevo Hemingway dijeron de él; qué ganas de buscar siempre etiquetas para todo. Guerra, se titula su nuevo éxito, y no sé por qué me entran ganas de leerlo, como si fuera el Dalton Trumbo de Johnny cogió su fusil.
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