miércoles, 14 de noviembre de 2012

Mañana de gangocheos

Efectivamente, el pasado domingo bajé con el de La Maldad a nuestra City de compras, por sus mercados y mercadillos, como él mismo comenta en su 'florida' senda. Pero lo que no dice es cómo mi regateo sobre los libros de a un euro falló estrepitosamente. Con un libro de Ambrose Bierce entre las manos, le decía a la señora que si no lo vendía más barato y ella me contestaba con acento italiano que cómo me atrevía a rebajar tal precio a un libro de un autor como ese. La respuesta me gustó tanto que desistí de otra clase de estratagemas que me proponía urdir para lograr mi objetivo. Mañana de fina lluvia en la capital, por lo que la señora trataba de refugiar su género bajo un gran plástico. Todo ese repeto al libro me conmovió y aunque no compré nada allí, prometo que he de volver sin ánimos de tanto regateo. Todo lo contrario que a otro puesto de libros donde el dueño ni se preocupaba de proteger los libros de las inclemencias de aquel día. "No no, estos libros son de tal calidad que no hace falta ponerles nada, pasarles un pañito para secar la portada y ya está. Como nuevo" decía jocoso a la posible clientela que pasaba. Y no era tonto, pues acudía a las webs de nuestras principales librerías para saber de su valor en el mercado. De uno, por ejemplo, decía que ya ni se podía encontrar, que en la Isla estaba descatalogado. Pues casi nada el hombre, con ese maltrato a los pobres libros, mojándose a pesar de la supuesta gran calidad de su encuadernado, así como ese mercadeo sin recato sobre el valor de cada uno de ellos, me fue desanimando hasta el punto de salir de allí sin querer volver. Que le den al gangochero ese y que el potaje de celulosa (más que libreril) en el que se mueve se le atragante algún día. Peor me fue con el repuesto de la gomilla para mi olla express, pues me costó casi diez euros y cuando llegué a mi casa la fregué dándome cuenta que se me deshacía entre los dedos... Joder con la gangochera de la Recova Azul. Menos mal que el resto del género estaba cojonudo, incluídas esas rodajas de merluza a las que el de La Maldad no le quitaba ojo, o ese pan tiburón sin mata que conseguí por el otro lado. De la gracia del pescadero también podría hablar lo mío, pero lo dejaré así esta vez. En cuanto al tiburón... "ya no sé si mata o no mata, doctol, ahora el Juan Pedro ese del calendario de la panadería, como te tranque..." Y el de La Maldad acercándose a él peligrosamente, porque desde que perdió las gafas a un par de metros ya no ve ni a tres montadas en una camella.

Por otro lado, ya advertía yo este verano que las hormigas estaban desaforadas. El domingo leía en nuestro Dario de Avisos el misterioso éxodo de las hormigas del norte de Tenerife; auténticas balsas de hormigas en el mar se habían visto estos días frente al Puerto de la Cruz. Al suceso le podemos aplicar la explicación que quieran, pero yo sé bien que huyen de uno que se las come vivas cual oso hormiguero, y es que aquí el respeto hay que ganárselo aunque sea a bocados. Tendré que tomar nota.

Por último, destacar las entrevistas hechas este fin de semana al cineasta Costa-Gavras y al escritor Petros Márkaris sobre el descalabro griego. El primero promete nueva película sobre el caso, El Capital, que se estrena a final de mes. Estaremos atentos. Pero de la primera entrevista ahora extraemos un par de guindas:

"Los bancos franceses y alemanes, que están totalmente conectados, animaron a los griegos a comprar y endeudarse. Los griegos compraron a crédito submarinos, coches, relojes..., sin pensar que algún día no podrían pagar. (...) Y claro, para que esto fuera posible, los bancos corrompieron a los políticos; varios ministros griegos, de izquierda y de derecha, están ahora en prisión. Este sistema estuvo vigente más de una década. Se habla mucho de los corruptos, pero nunca de los corruptores.
(...) Quién sabe, todos estos banqueros son personas muy cultas, bien educadas y, sobre todo, muy bien informadas, que conocen perfectamente las consecuencias de sus actos, las catástrofes que causan. Cuando uno es el más rico y el más fuerte cada vez quiere más y domina los mecanismos para salirse con la suya. Hay mucho en juego, pero sabemos poco."