Me dan ganas de llorar, pero las lágrimas se contienen al borde. Todo se contiene al borde últimamente.
Magnífica foto el otro día 24 de julio, víspera de la gesta en El Castillo. Comprobamos que a Orlando ni placa ni poemita in memoriam. Las placas son otras, viejo, y no vienen solas sino acompañadas de bombo y platillo. Tan solo tres piedras superpuestas, allí, casi de mala manera, pero qué importancia se dan.
Ni siquiera son cuatro callaos de barranco o de marea, nada que ver con el lugar, ni con la historia, con esa historia que dejó al castillo en su sitio, partido y con ese aire de ruina luminosa, dejando ver sus entrañas vacías.
¡Qué sé yo, lo de siempre! Chani ni lo quiso ver. “Llegan aquí y lo invaden todo. Cortan la calle hasta allá, hasta mi casa. Pero qué coño se creen ellos. Y tú sin decir nada en la radio. Es que…”
Sí, cuando ya nos disponíamos a despedirnos de nuestros oyentes hasta septiembre, anunciábamos equivocadamente en La Puerta que el 25 se celebraba el aniversario de la batalla en San Andrés, pero resultó que no, que ni se trataba de esa batallita conmemorativa, ni se iba a hacer al día siguiente sino aquella misma tarde. Menos mal que Chani nos avisó a tiempo, llamando sin recato en medio del programa y rectificamos. Menudos periodistas de pacotilla, me refiero a ellos, a los de aquel titular engañoso que había leído de reojo en la prensa.
En fin, menos mal que luego tuvimos una noche viscoelástica en el corazón de la capi, con un ronroneo insospechado. “Bueno, solo un ratito nada más”.