viernes, 8 de octubre de 2010

Premios, vidas, obras

Ayer en La Ser (en "Los Desayunos del Mencey" de Carmelo Rivero) hablaban del nuevo Premio Nacional de Poesía, José María Millares Sall, por sus Cuadernos 2000-2009. Allí salían varios representantes del estrato alto de nuestra literatura: Domingo Luis, Juan Cruz, ... y su hija Susana. Todos ellos hablando de su trayectoria, del poeta de Liverpool, del grupo de Planas de Poesía con sus hermanos Manolo y Agustín (vaya familia), Ventura Doreste, Pedro Lezcano... y su valiente apuesta por la libertad con consecuencias (cárcel incluida), de la revista Millares y demás. Hasta ponen un fragmento de su éxito musical sobre el barrio de Vegueta. En fin, hablan de reconocimientos, de las dificultades de los escritores canarios para publicar en la Península y, por tanto, de la dificultad para que se les conozca y reconozca etc. etc. a nivel nacional.
Plantea Juan Cruz, sin embargo, que lo importante no es que se publique aquí o allí, que se te reconozca más o menos (qué fácil cuando se mira desde arriba), lo más importante de todo es la obra (obvio). Lo más importante es escribir y que la creación quede plasmada en algo para ser comunicada a los demás. Lo de publicar... --continúa J. Cruz-- mayormente es cuestión de suerte, de estar en el lugar y el momento adecuado. Yo, por ejemplo, sin ser un gran escritor, nunca he tenido problemas para publicar a nivel nacional (sí, ya, pero con nombre). Luego lo importante no es tener un gran texto para luego aspirar a publicar en… sino escribir y tener una obra, que ya luego se verá dónde se publica. Es que los canarios --aclara-- tendemos a quejarnos mucho sin apenas tener obra (eso es cierto), y lo primero es, trabajar, escribir. Igual que hizo José María Millares, escribir y sacar su obra hacia adelante, que eso es lo que quedará» (así de fácil, puro coser y cantar).
Muy bonito todo eso, pero sabemos que la vida no es de color rosa y que la vida y la obra están siempre retroalimentadas, para bien o para mal, en toda su heteróclita fuerza impulsora. Aún así, casos como éste (que siempre estuvo muy bien arropado, todo hay que decirlo) o, por ejemplo, como el más extremo todavía de José Rivero Vivas (sin Premio Canarias, ni Nacional ni nada, pero sí con toda una vida dedicada a una vasta obra literaria que apenas comienza a conocerse ahora), no sé si siempre serán un ejemplo para las siguientes generaciones, pero al menos da que pensar.