La pulpa de su fruto, amigo mío, es tan aromática, refrescante y de explosivo sabor cítrico, que perderás tino y propósito hasta no saciar apetito. Pues es comestible, aunque ácida en demasía cuando no está muy madura y llena de cientos de semillas cuyos pequeños envoltorios carnosos conservan el ansiado líquido. Es por ello que se deba exprimir con suma paciencia y cuidado. Y es que a pesar de que se la pueda tomar directamente cruda o en su jugo, a Passiflora generalmente se la usa para confitería y brebajes varios de coctelería o mistelas.
¡Échate un palo, Ramón! ...me decía Barbadina, planta rastrera pero trepadora, que en un descuido sabe enredarse en los cuerpos vecinos para mayor esbeltez y enaltecimiento de su belleza, pero en abrazo tan fiel que a duras penas se desata.
¡Échate un palo, Herar! ...me decía Pasionaria, que con la concha de mi fruto se confecciona un dulce en almíbar muy particular.
¡Échate un palo, Cuervo! ...me decía Parchita, que con el producto de mi tierna flor podrás hacer infusión que calme tus ansiedades e insomnios. Y si no es así, hazte cataplasma que cure tus heridas y quemaduras. Y si tampoco es así, prepara vapor que te libere de cualquier dolor de cabeza que te aqueje.
¡Y del aguardiente, qué! ...les decía yo, timorato.
Bah ...me contestaban, eso es solo el complemento a nuestras esencias, que te alegrará el alma y el vientre, mientras nuestra labor termina el cuidado que te promete.
Está bien, está bien ...les contesté yo. Y así me dejo llevar, en esta dulce noche, por el cálido ronroneo, recordando desde la lejanía aquellos tiempos del Llano y la Sierra, entre La Guajira y Valledupar.