martes, 31 de julio de 2012

A propósito de Hopper


Ya llevo varios días hablando con algunos de Edward Hopper, hasta planifico un viaje a la exposición que hay de él en Madrid. No creo que me lo pueda permitir, a no ser que encuentre alguna de esas buenas ofertas que de vez en cuando circulan por ahí (la lotería es del todo improbable, nunca juego).
Me encontré un librito de él en la ciudad de los Adelantados, Escritos es su título, una coqueta edición de la Editorial Elba. Lo leo y me sorprende su acusado nacionalismo cultural, su búsqueda de pintores que remarquen el modo americano de existir, la reacción visual del artista ante su tierra, una honestidad creativa que se desmarque de modas y clichés foráneos, una forma propia y personal de registrar las emociones ante la vida y el mundo.
“Si establecemos el aprendizaje de un maestro como algo necesario, creo que nosotros lo hemos cumplido con creces. Perpetuar una relación de esta naturaleza sólo puede representar una humillación para nosotros. Al fin y al cabo, no somos franceses y  nunca lo seremos, y cualquier intento de serlo es negar nuestra herencia, así como imponernos un carácter a nosotros mismos que nunca pasará de ser un mero barniz.”    “Puede que la cuestión del valor de la nacionalidad en el arte sea irresoluble. En términos generales podríamos decir que cuanto más refleja el carácter de su pueblo más grande es el arte de una nación. El arte francés es buena prueba de ello.”
Supongo que algo de eso consiguió su obra, sin embargo su triunfo también es su fracaso. No sé, pienso que esos cuadros dicen muchas más cosas que su impresión de la vida americana, por algo se ha convertido en uno de sus pintores más conocidos fuera. Quizás, supo captar un modo de existir de la modernidad, algo que va más allá de las fronteras norteamericanas, el ser moderno ante el mundo, la soledad de una vida a pesar de abundancias y comodidades, algo que trasciende sereno y contundente, algo más allá del encuadre, que lleva la mirada a un espacio solo imaginable, difícil de explicar y de pintar, solo sugerirlo ya creo que es bastante.
Al final veo que en esta misma colección, El taller de Elba, hay otro título que me interesa sumamente: Ser escultor, de Henry Moore. Seguramente Javier Hernández habrá dado buena cuenta de él para su última novela, El sueño de Goslar, o al menos eso espero. Ayer leía ese artículo de Javier Rodríguez Marcos en el Babelia sobre la muerte de la novela, “La muerta viva”,  y en él se habla de lo bien que han encajado algunos géneros novelísticos a pesar de la situación de crisis en la novela actual, una batalla que se pierde frente a otras narratividades que van en auge, como la red, la tv o el cómic. En esa diatriba, sin embargo, para algunos es la novela de entretenimiento la que todavía sigue dando la cara, la novela más tradicional, el género negro o histórico, los formatos más reconocibles. ‘Una reacción ante algo que se acaba’ según Eloy Fernández Porta; una forma de defensa entre los que se resisten ‘a aceptar que cultivan un género progresivamente anacrónico’, para Luis Goytisolo. Solo queda un escaso margen para una novela ‘de gama alta’, que ya no experimenta con el lenguaje sino con la estructura.
Volviendo a Javier Hernández, solo espero que haya apostado esta vez por algo de esa ‘gama alta’, por algo que vaya más allá de ese ‘rescate’, a veces hasta rayando lo anecdótico, de los acontecimientos de la historia cultural canaria. Espero que en ella aparezca no solo algo experimental sino algo de la esencia de esa escultura y de ese autor, e incluso, de esa aventura de los popes culturales de los setenta. No, no basta con adornarse de elementos de cierto prestigio para contar una historia ambientada en las islas. Sí, ya sé, el recurso no tiene porqué convertirse en un fin en sí mismo, pero tampoco llegar a ser algo casi gratuito. Si se mete, que sea por algo de verdad o acabaremos por banalizarlo todo, y, peor aún, no habrá fuerza en su narrativa, ni carácter, sino puro deleite esteticista, puro envoltorio. Quizás no sea demasiado tarde para sucumbir del todo, quizás la ‘gran novela’ ya no pueda existir como dicen en el artículo del Babelia, pero quizás sí podamos pensar más allá del mero entretenimiento con un cierto toque de exotismo isleño, más allá del sabor a canariedad. Y lo digo, además, porque ahora amenaza con otra novela donde aparecen Antonio Bermejo y el mundo fetasiano.
Habrá que volver a Edward Hopper, a esa definición del arte como el esfuerzo del artista por comunicar a otros la propia reacción emocional ante la vida y el mundo. Pero ¡de verdad! O terminaremos por pensar que no se tiene nada que decir, solo un cierto bagaje, quizás hasta un cierto dominio técnico.
Ya ves Javier, cada vez te exigiremos más. Así de sedientos somos algunos lectores. Quizás no deberías tener tanta prisa con tu próxima novela, impregnarte hasta el tuétano del mundo de Bermejo y su grupo, dejarla reposar, y trabajarla hasta que coja la densidad adecuada.

domingo, 29 de julio de 2012

Despedida en la radio

Amanecer naranja hoy en el sur. Aire quieto, pastoso como un despertar de resaca. Presagio de una mañana encendida, de regreso a aquellos peores días de un verano infantil. Acaso un verano inventado por la conciencia para ajustar recuerdos. Días de verano necesarios, como lo son esos rayos naranjas de hoy. Un instante para la magia, como dándome un pálpito de confianza, un chorro cítrico que recorre mis venas bullendo aún de felicidad. No todo está perdido, hermano, no todo… No todo.


Me dan ganas de llorar, pero las lágrimas se contienen al borde. Todo se contiene al borde últimamente.


Magnífica foto el otro día 24 de julio, víspera de la gesta en El Castillo. Comprobamos que a Orlando ni placa ni poemita in memoriam. Las placas son otras, viejo, y no vienen solas sino acompañadas de bombo y platillo. Tan solo tres piedras superpuestas, allí, casi de mala manera, pero qué importancia se dan.
Ni siquiera son cuatro callaos de barranco o de marea, nada que ver con el lugar, ni con la historia, con esa historia que dejó al castillo en su sitio, partido y con ese aire de ruina luminosa, dejando ver sus entrañas vacías.
¡Qué sé yo, lo de siempre! Chani ni lo quiso ver. “Llegan aquí y lo invaden todo. Cortan la calle hasta allá, hasta mi casa. Pero qué coño se creen ellos. Y tú sin decir nada en la radio. Es que…”


Sí, cuando ya nos disponíamos a despedirnos de nuestros oyentes hasta septiembre, anunciábamos equivocadamente en La Puerta que el 25 se celebraba el aniversario de la batalla en San Andrés, pero resultó que no, que ni se trataba de esa batallita conmemorativa, ni se iba a hacer al día siguiente sino aquella misma tarde. Menos mal que Chani nos avisó a tiempo, llamando sin recato en medio del programa y rectificamos. Menudos periodistas de pacotilla, me refiero a ellos, a los de aquel titular engañoso que había leído de reojo en la prensa.
En fin, menos mal que luego tuvimos una noche viscoelástica en el corazón de la capi, con un ronroneo insospechado. “Bueno, solo un ratito nada más”.

miércoles, 18 de julio de 2012

Fumata negra

Este fogaje se hace tan denso, que hasta las moscas caen como moscas. El significado acercándose peligrosamente al significante, haciéndose literal. A otra clase de bichos, sin embargo, parece que estos calores los revitaliza y acelera sus metabolismos: anoche nos visitaron una rata (no es la primera vez), cientos de hormigas (tampoco es la primera vez), una serie de otros insectos voladores y nocturnos atraídos por la luz y, como no, la dama de la noche. Estaba hermosa en la madrugada cuando, entre sueños sudorosos, me despertó su inquieto aletear. Ligera y ágil hasta posarse en mi ventana del primer piso. Encendí la luz y no la encontraba por ningún lado hasta que al bajar la persiana apareció allí, grácil, inquietante, exhibiendo su figura casi de mantis religiosa, escrutando el lugar con sus largas antenas.
Cerré la ventana y ella se refugió en el cajón exterior donde se enrolla la persiana. Me costó conciliar nuevamente el sueño, lo reconozco, los ademanes de Chitoski ayer en la radio, y después en Atlantic City (único lugar cercano con aire acondicionado), se me mezclaban con el sudor y el presentimiento de una visita carnal (o al menos dérmica) con aquella bella dama. "¡No, nada de carnalidad! Sólo el camino del dominio y la abstinencia nos llevará a la vida virtuosa y sabia". Lo siento, dama de la noche, no están estos tiempos para enhiestas cabalgaduras, ni para sensiblerías románticas. Son tiempos para la verdad desnuda, quien pueda sostenerla y abrazarla.
En la tarde del lunes, cuando subía por la TF-1, adelanto a un vehículo que en su cristal trasero tenía un cartel de grandes letras: "Rajoy, cobarde y traidor". Durante la mañana me había enterado también que a una diputada del PP (y no era la Fabra) la habían vituperado en pleno centro comercial. El populum se rebela contra políticos que se creen por encima del bien y del mal, iluminados en misión divina. Ya quedan pocos dioses por los que luchar, ni héroes siquiera. Solo buscamos el fin del mangoneo, el camino de los hechos y de la transparencia. Qué menos.

martes, 17 de julio de 2012

Tiempo de bosques quemados

Es tiempo de bosques quemados. El fuego arrasa con todo, carboniza todo aquello que queda a su alcance, liberando fuegos fatuos. Pero quizás no, quizás sean fuegos de purificación, sacrificio necesario, sahumerio isleño de conexión con los cielos. Súplica y sumisión. Pero ahora los cielos están ardientes también, cielos saharianos para recordarnos una vez más a qué geografía pertenecemos y qué horizonte nos cabe esperar. Fuego sobre fuego. Premonición. Sálvese quien pueda, el sol se tiñe de rojo mucho antes de trasponer entre Gomera y Palma.
Da vergüenza que los hidroaviones lleguen dos días después. África nuevamente. No, ni eso, solo una humillación más, discurso bananero, descoordinación y un negocio próspero para algunos mientras los de siempre quedan sin sus sabidurías y recursos consuetudinarios. Espectáculo televisivo al minuto, despliegue de medios tridimensionales, pero como siempre la mejor historia queda sin poderse contar. Trochas y más trochas cortafuegos. El bosque cuadriculado, ingeniería medioambiental; el bosque abandonado, cálculo político con lenguaje de protección civil.
No habrá fuego que alcance tal raciocinio. La purificación deberá esperar.

Muchas más cosas de las que hablar. Libros, película... Uf, me quedaré ahí. Suficiente, me temo, para esta nueva entrada. Comenzaré por lo último y terminaré con las reseñas a Puerto Santo y la crónica a Y la iglesia se topó conmigo.

Me habían recomendado El enigma del cuervo, película de James McTeigue (un completo desconocido para mí, ni siquiera llegué a ver aquella V de vendetta), y la pasada noche del domingo tuve ocasión. Sabía que la peli iba de los supuestos últimos cinco días de vida de Edgar Allan Poe. Hombre, la alusión de su título y la biografía a la que se refería me parecían suficientes ingredientes para no sentir cómo tiraba miserablemente mi dinero. Sin embargo, tengo que decir que la película no va mucho más allá del mero entretenimiento, que ya es algo, pero eché mucho de menos a ese ser genial, atormentado, bebedor y consumidor de opiáceos, y que fue probablemente la razón por la que lo encontraron casi muerto y congelado en alguna calle de su Baltimore natal. Sólo el comienzo tuvo alguna chispa de eso, del resto siempre encontré a un Poe completamente sobrio y racional, más incluso que el propio detective con el que colaboraba. Difícil imaginar a un Poe así de no ser por la angustiosa y brillante prosa de sus últimos escritos; el escritor enfrentado a sus demonios y peor pesadilla, su literatura convertida en realidad. En fin, de todo su desarrollo quisiera destacar tres coincidencias (así me lo recordaron) de aquella historia con la de Mr. Cuervo: el marinero, la sirena y el crítico. En el último caso me hizo especialmente gracia el comentario del director del periódico respecto del crítico (una vez asesinado) y que había sustituido un escrito de Poe. "...Sí señor, él era escritor y también crítico literario. Sí se dedicaba a eso que los malos escritores se dedican." Bueno, menos mal que ahí está Oscar Wilde para contradecirle, en esa pequeña gran obra que tituló La importancia de no hacer nada, con ese delicioso conocimiento (que ahora algunos llamarían dialógico) entre Ernest y Gilbert.

En cuanto a los libros diré que casi me pierdo las reseñas y entrevista de El Perseguidor con motivo de la reciente publicación de la novela de Puerto Santo, toda una desconsideración hacia uno de los comandantes de esta nave radiofónica llamada La Puerta. Durante el fin de semana lo leo y me confirma que la mejor versión de mi crítica fue la que casi improvisé (por fin le hago caso a Víctor) durante la presentación, completamente al margen del texto publicado. Si las fuerzas no flaquean, algún día escribiré esa entrada.

Por último, Y la iglesia se topó conmigo. Autobiografía de un cura insumiso y rebelde, de mi amigo José Miguel. Allí estuvimos, en el sur sanmiguelero, recordando otro tiempo sin dejar de abandonar el presente, sin nostalgias, pero sin olvidar razones y experiencias. Una vida intensa, sin plegarse a hipocresías ni consuelos, tomándola siempre de frente. Ese talante me gustó desde un principio, algo a imitar y a admirar.
Seguramente, de todo ello hablaremos hoy en La Puerta, donde estará como invitado de excepción. Y como siempre, a partir de las 18,00 horas en Radio Unión Tenerife. Allí estaremos.

¿El vino es de Vilaflor? Acerté a preguntarle a la mujer de José Miguel después del acto. Ella entre risas me contestaba que no, que era de La Matanza. Buen vino también, pero... Sí, el vino estaba estupendo, pero a la salida de la Casa-Museo nos encontramos con un control de la policía local. Uf, nos dejan pasar de largo, pero a José Miguel creo que le pidieron hasta el certificado de nacimiento. "No importa, no importa, a un contertulio de nuestro señor alcalde en un acto cultural se le permite una copa. ¡Faltaría más!"

martes, 10 de julio de 2012

Autobiografías

El próximo viernes 13 de julio, en el sur isleño, Casa de El Capitán-San Miguel de Abona, a eso de las 20,00 horas, presentación del libro autobiográfico de José Miguel Izquierdo Jorge, Y la iglesia se topó conmigo.



A José Miguel lo conocí en mi época de Instituto, siendo todavía alegres e indocumentados. Elegíamos la asignatura de Religión antes que la de Ética porque allí no había que hacer tantos trabajos, aunque debiéramos soportar durante todo el curso el proselitismo religioso del cura de turno. Con lo descreídos y ácratas que éramos ya. Además, ¿qué coño era eso de ética? La ignorancia, lejos de llevarnos por el camino de la curiosidad, más bien nos llevaba por esa otra senda del 'más vale malo conocido que...'
Aquel año, sin embargo, nos topamos con un cura excepcional. Desde la primera clase nos puso al día de su situación: cura próximo a dejar de serlo por estar enamorado de mujer chasnera, y con quien estaba dispuesto a profesar ese otro amor terreno y carnal. Aquello sí que fueron unas clases de religión hechas a nuestra medida. Un año estupendo con José Miguel y su gran sentido del humor, un año donde no nos costó nada confesar públicamente nuestras dudas y certezas sobre lo terreno y lo divino. El año en que nos arremolinamos, dentro y encima de su escarabajo para ir a visitar el insólito caso de una virgen que se había aparecido en forma de mancha por el vidrio de una ventana, en aquella extraña casa de la parte baja de Granadilla de Abona. El año en que hablábamos del milagro del Hermano Pedro en el ere próximo al aeropuerto Reina Sofía, al mismo tiempo que hablábamos de las bondades y peligros de la masturbación o del amor libre o de la vida en el Seminario de La Laguna, del celibato, de la jerarquía eclesiástica...
Algo de todo aquello seguramente habrá recogido en su libro y nos recordará en su presentación del viernes. Allí espero estar, con Sonia's Group y Chitoski, que se quiere apuntar (demasiado tiempo sin el sur, eso dice). Tal vez se apunte también Miguel, el arqueólogo-guía, que también nos hablaba la otra semana de una mancha rojiza aparecida en el basalto, cercana a la casa de Amaro Pargo, y adorada por los vecinos cual virgen. Quizás, hasta José Miguel se apunte a verla cuando se lo digamos, en remembranza de aquellos viejos tiempos.

Y esta tarde del martes 10 de julio... como siempre, programa radiofónico La Puerta, de la FM 105.3 y a través de la web http://www.radiouniontenerife.com/ a eso de las 18,00 horas. Allí estaremos de tertulia durante una hora.


lunes, 9 de julio de 2012

Humores y crónicas

Lunes crónica, lunes memoria, lunes pantalla sin ganas de humor. Humor vítreo, acuoso, expandiéndose por los intersticios corporales. Agallas de cherne salado, agitándose, consumiéndose, amoratándose, buscando hasta el último reducto molecular, atómico, infinitesimal. Una enseñanza por estudiar, una lección sin aprender.
La vida, indomable e imprevista.

En el ciber me machaquea todavía el 'no hay dos sin tres'. Lengua cibernética de ritmo y discurso repetitivos, que se vacía sin remedio, escapándose entre las manos como el líquido elemento insípido e incoloro, fuera de lugar. Esa música que vacía mentes y apetitos. Las noticias de la derrota siguen sin vislumbrar luz en lontananza. La tormenta nos persigue, a perro flaco todo son pulgas, ya se sabe. Y no creo que encontremos imagen salvadora como dicen le ocurrió a uno de los bajeles del corsario Amaro Pargo en medio del atlántico, rumbo a las islas de la fortuna. No hay dioses a los que encomendarse, y el peor de todos ellos es el dichoso euro. No, digo mal, la dichosa prédica bananera a la que todavía nos quieren someter. Hoy es sí, mañana es no. Hoy esperanza, mañana caramelo en boca ajena. ¿Pero qué juego es éste? Así es la agonía de este vivo muriente. El cherne picó el anzuelo y lucha, lucha creyendo escapar, pero solo es una pausa estratégica, una espera del que ya sabe que va a ganar, una lucha que se alarga para el agotamiento necesario. Sin agotamiento, no hay entrega placentera.

Picamos, solo nos cabe esperar que el pescador no sea profesional, sino deportivo. Sí, como en esos reportajes en que al pescador solo le interesa la foto de la victoria, y luego devuelve dulcemente al agua la pieza capturada. El símbolo, la metáfora, el sometimiento, la humillación. ¿Será así la tercera guerra mundial? ¿estaremos ya inmersos en ella?, sin enterarnos, sin muertes, sin sangre, sin honra, sin heroísmo, sin épica... Al derrotado solo le cabe el agridulce sabor de su libertad vigilada, de su engorde para una foto posterior, una nueva captura, mejor, más espectacular, de mayor entrega, de mayor humillación.

...Y mañana hablaremos del miedo, del miedo de Puerto Santo y su cherne volador, aquel pescador sí era de la vieja escuela; no tuvo consideración con el gran peje, ni aunque hablara. Y también habrá que hablar de Las Criadas de Profetas del mueble bar, una obra sin concesiones. Otras crónicas, otras memorias desmemoriadas, otras historias necesarias para este bosque desangelado.

viernes, 6 de julio de 2012

Eventos




Esta mañana liado con reseña de Puerto Santo, la reciente novela de Juan Royo publicada por Idea-Aguere. A estas alturas, reseña terminada, corregida y enviada para que asome a la luz en el periódico decano, con permiso de Eduardo, gobernador de la últimamente renqueante nave interestelar El Perseguidor. Y mañana a eso de las 20,30 horas, presentación de la mencionada novela en el Ateneo Miraflores de nuestra querida Capi. Quedan tod@s invitad@s.

Ahora con esta entrada para darle un poco de oxígeno a este bosque maltratado...

...Y esta tarde, también a eso de las 20,30, Las Criadas en el Guimerá, en personal versión de Profetas de mueble bar, que celebra su treinta y tres aniversario, todo un regalo a una trayectoria de uno de los basamentos del teatro isloteño. Magnífica obra de Jean Genet, donde dos sirvientas que aprovechan las ausencias de la señora para ponerse sus ropas y joyas, y así jugar a ser la señora y la criada. El teatro del teatro, la teatralidad midiéndose a sí misma, en una tragedia vuelta trama policial y basada en hechos reales: el famoso crimen de las hermanas Papin.


Y qué más le puedo pedir a este viernes curturá, quizás terminar con un dulce ronroneo por la inmediaciones, mientras hablamos del bien y del mal, como si de dioses olímpicos nos tratásemos. Ay, qué vida ésta. Allí nos veremos.

martes, 3 de julio de 2012

Desvelamientos

...detrás de cada insinuación

se desvela algo que podría ser escrito

Así comienza Alberto Linares en la sección de poesía del volandero cultural La Gatera-Jul·2012. Y así es este blog, mal que le pese al lagarto sureño, siempre a la espera de insinuaciones que desvelen algo, y que solo a veces escribo. Lo dejo en manos del azar, pero quizas no, no del todo. Quizás sea una espera calculada, al acecho, como de ave oportunista y rapaz.

Me preguntaban el otro día qué era eso de una novela 'redonda'. La pregunta venía en relación a la crítica que le había hecho Eduardo García Rojas a la nueva novela de Juan Royo, Puerto Santo. Ayer también vi algún titular llamando a La Roja una selección 'redonda'. Es obvio que lo redondo alude a perfección sin fisuras, a completa armonía entre las partes, a argumentos de peso específico y demás. Ahora bien, en qué se traduce todo esto cuando hablamos de novela. Esta cuestión se me antoja mucho más escurridiza que el propio significado genérico de la expresión. Seguramente era eso a lo que se referían con aquella pregunta, y que algún incauto podría haber considerado de entrada como más o menos 'chorra'. Así es, pues, lo que en un principio es simple acaba mostrándose enmarañado, lo aparentemente claro y cristalino se torna en algo difuso y lo unívoco y autoevidente en complejo y diverso. Naturalmente, podremos encontrar un amplio consenso en muchas obras clásicas para denominarlas así, novelas redondas, pero los márgenes son demasiado amplios como para estar siempre de acuerdo con los epítetos atribuidos al resto de obras, y esto es así cuanto más contemporánea sea. Demasiada subjetividad en la atribución de valores literarios y tal vez demasiada comodidad a la hora de resolver determinadas cuestiones, demasiado lugar común para finiquitar rápidamente el análisis. Demasiadas prisas, también.

Pienso que el Puerto Santo de Juan Royo tiene mucho más peso literario del que parece a primera vista, y no debiera extenderme aquí so pena de repetirme el próximo sábado, 7 de Julio, donde Juan me invita a participar en la mesa de su presentación, en el Ateneo Miraflores de nuestra querida Capi, a eso de las 8,30. Siendo una pequeña obra de humor negro y picaresca donde el cúmulo de despropósitos y cobardías coloniales en una isla del Atlántico, que nos llevan al terreno de la pura elucubración histórica, finalmente se muestra como una corrosiva y pesimista visión de la política y de las principales instituciones sociales, que trasciende la mera localidad para hablarnos nuevamente de la naturaleza humana y su gobierno. Por otro lado, la elección de los personajes y de los acontecimientos en los que se ven envueltos, adquiere tintes del mejor humor crítico de la narrativa isleña, en la línea de un Víctor Doreste, por ejemplo, con su deliciosa novela Faycán. Memorias de un perro vagabundo; o del mejor esperpento canario de República bananera, de Alonso Quesada.

Hoy, nuevo martes de radio. Cuántas cosas han pasado en esta semana, cuántas cosas para escribir y que me temo quedarán ahí hasta que el olvido las desaparezca del todo. Cosas como aquella pequeña tertulia improvisada a la salida de la MAC, donde se había presentado No es la noche, de Carlos Cruz. Eduardo sacudiendo la cabeza cuando hablaba del futuro de El Perseguidor, Ramallo dando noticias sobre Cucarachas con Chanel, Pablo y yo acordándonos de la polémica entre Mellini y González Jerez, Jesús abrumado por la palabras de elogio de Eduardo ...

... O de Francisco el Machango, cantándonos un rap en El Faro, la otra noche. Puro lenguaje corporal en medio de la canción. "Primo, estoy en forma. Uf, mira, mira, estoy de puta madre pa los cuarenta y cinco tacos que tengo" Y hacía un ruido gutural que sonaba como un ronquido en medio de las risas y de la conversación. Enseñoreando su morena piel, llena de tatuajes carcelarios, y aquel ademán como de capoeira en medio de la celebración de la marea roja. Un planeta en sí mismo, con sus propios movimientos de traslación y rotación. Satélite de nadie o, al menos, queriéndolo demostrar a cada paso.

Y así, detrás de cada quiebro, una insinuación, un algo que se desvela y aparece pletórico de sentido mientras las alimañas del tiempo comienzan a devorarlo. Solo escribir es la salvación.

O no.

lunes, 2 de julio de 2012

Entre el 2 y el 3

Hoy todavía bajo el inevitable influjo de la marea nacional futbolera. Qué le vamos a hacer. Leo la prensa y casi toda ella es pura loa a los tricampeones. Nada de análisis, solo exaltación, tiqui-taca y demás. Nada de epopeya o algo que rescatar para una épica que ennoblezca al puro acontecimiento. No, todo muere en el propio acontecimiento, regodeándose en sí mismo, nada que lo trascienda a otro orden de cosas. Quizás a una cierta épica de la existencia, a un despliegue del conocimiento o a una forma de triunfo de la voluntad sobre la arbitrariedad. Pero nada, a lo sumo una secuencia histórica de la participación en las distintas competiciones. Si acaso Manuel Rivas, pero busco a Valdano como filósofo futbolero y no lo encuentro. Y tras el derrotismo consuetudinario que olvidaba incluso la eurocopa conquistada por Marcelino en el 64, ahora la euforia actual, que también abunda en aquel olvido. Nada existió antes del tricampeonato, como ese poderoso brillo de las estrellas que no deja ver otros planetas que orbitan por sus cercanías, por gigantescos que sean. Una ceguera que olvida lo más importante, que comienza donde el brillo estelar no alcanza. Qué fácil es quedarnos con el relumbrón, con la sobreabundancia emotiva, con la marea roja que toma las calles. Entre ritmos de pasodoble y olés de banderas-capote al pasar los coches, que así estuve yo anoche. Calles colapsadas henchidas de orgullo e identidad futbolística. Esto somos, sí, esto es lo que somos, no lo otro, lo que no queremos ver, ni recordar, ni reconocer, ni asumir. Alegría-símbolo, júbilo-metáfora, pura marea desatada tanto en el extraordinario alborozo como en lo trágico asombroso.

Contra Portugal se habían desatado todas las alarmas de una selección que no acababa de tener un juego brillante, a pesar incluso de Francia. Muy rácana de cara a la portería contraria, tan rácana que parecía que tomaba el medio como un fin en sí mismo. ¿Será posible que el tarro de las esencias se hubiera vaciado del todo? me preguntaba yo mientras muchos alegaban sobre si nueve verdadero o falso. Luis Aragonés, sin embargo, dio en la clave ayer en una entrevista: a la selección lo que le falta es velocidad, velocidad en la combinación. Pero la velocidad no es un problema técnico para estos jugadores, es un problema de claridad mental. ¿Será, pues, eso mismo lo que le pasaba a esta selección? Una claridad que quedó muy en entredicho ante Portugal.

Ante Italia se les veía muy distintos, con afán de revancha, de revancha ante sí mismos, sabiendo en qué habían fallado, como la necesaria lección previa para aprobar en la cita final. Así fue, y Xavi Hdez. volvió a tomar la batuta, y los tortuosos caminos se convirtieron en autopistas que aprovechaban hasta delanteros insospechados como Jordi Alba.

Al final, el espejismo resultó ser Portugal, un espejismo lleno de cansancio, casi seguro, por la rocambolesca organización de tener que ir a entrenar a Polonia cuando se estaba en Ucrania, para luego tener que volver a Ucrania a jugar ese partido. Y todo ello cuando los portugueses disponían de dos días más de descanso que los españoles. En fin, y la UEFA empeñada en expandir el campeonato a toda Europa en la próxima edición. A ver cómo se come todo esto cuando llegar hasta Kiev fue toda una odisea.

Y el espejismo, la mejor estrategia para pillar desprevenida a una Italia que se sentía ya superior después del partidazo contra la otra favorita, la Alemania de Ozil. Solo un viejo zorro como Del Bosque sabía la trama urdida. Pero estuvo a punto de costarnos un disgusto.