martes, 3 de julio de 2012

Desvelamientos

...detrás de cada insinuación

se desvela algo que podría ser escrito

Así comienza Alberto Linares en la sección de poesía del volandero cultural La Gatera-Jul·2012. Y así es este blog, mal que le pese al lagarto sureño, siempre a la espera de insinuaciones que desvelen algo, y que solo a veces escribo. Lo dejo en manos del azar, pero quizas no, no del todo. Quizás sea una espera calculada, al acecho, como de ave oportunista y rapaz.

Me preguntaban el otro día qué era eso de una novela 'redonda'. La pregunta venía en relación a la crítica que le había hecho Eduardo García Rojas a la nueva novela de Juan Royo, Puerto Santo. Ayer también vi algún titular llamando a La Roja una selección 'redonda'. Es obvio que lo redondo alude a perfección sin fisuras, a completa armonía entre las partes, a argumentos de peso específico y demás. Ahora bien, en qué se traduce todo esto cuando hablamos de novela. Esta cuestión se me antoja mucho más escurridiza que el propio significado genérico de la expresión. Seguramente era eso a lo que se referían con aquella pregunta, y que algún incauto podría haber considerado de entrada como más o menos 'chorra'. Así es, pues, lo que en un principio es simple acaba mostrándose enmarañado, lo aparentemente claro y cristalino se torna en algo difuso y lo unívoco y autoevidente en complejo y diverso. Naturalmente, podremos encontrar un amplio consenso en muchas obras clásicas para denominarlas así, novelas redondas, pero los márgenes son demasiado amplios como para estar siempre de acuerdo con los epítetos atribuidos al resto de obras, y esto es así cuanto más contemporánea sea. Demasiada subjetividad en la atribución de valores literarios y tal vez demasiada comodidad a la hora de resolver determinadas cuestiones, demasiado lugar común para finiquitar rápidamente el análisis. Demasiadas prisas, también.

Pienso que el Puerto Santo de Juan Royo tiene mucho más peso literario del que parece a primera vista, y no debiera extenderme aquí so pena de repetirme el próximo sábado, 7 de Julio, donde Juan me invita a participar en la mesa de su presentación, en el Ateneo Miraflores de nuestra querida Capi, a eso de las 8,30. Siendo una pequeña obra de humor negro y picaresca donde el cúmulo de despropósitos y cobardías coloniales en una isla del Atlántico, que nos llevan al terreno de la pura elucubración histórica, finalmente se muestra como una corrosiva y pesimista visión de la política y de las principales instituciones sociales, que trasciende la mera localidad para hablarnos nuevamente de la naturaleza humana y su gobierno. Por otro lado, la elección de los personajes y de los acontecimientos en los que se ven envueltos, adquiere tintes del mejor humor crítico de la narrativa isleña, en la línea de un Víctor Doreste, por ejemplo, con su deliciosa novela Faycán. Memorias de un perro vagabundo; o del mejor esperpento canario de República bananera, de Alonso Quesada.

Hoy, nuevo martes de radio. Cuántas cosas han pasado en esta semana, cuántas cosas para escribir y que me temo quedarán ahí hasta que el olvido las desaparezca del todo. Cosas como aquella pequeña tertulia improvisada a la salida de la MAC, donde se había presentado No es la noche, de Carlos Cruz. Eduardo sacudiendo la cabeza cuando hablaba del futuro de El Perseguidor, Ramallo dando noticias sobre Cucarachas con Chanel, Pablo y yo acordándonos de la polémica entre Mellini y González Jerez, Jesús abrumado por la palabras de elogio de Eduardo ...

... O de Francisco el Machango, cantándonos un rap en El Faro, la otra noche. Puro lenguaje corporal en medio de la canción. "Primo, estoy en forma. Uf, mira, mira, estoy de puta madre pa los cuarenta y cinco tacos que tengo" Y hacía un ruido gutural que sonaba como un ronquido en medio de las risas y de la conversación. Enseñoreando su morena piel, llena de tatuajes carcelarios, y aquel ademán como de capoeira en medio de la celebración de la marea roja. Un planeta en sí mismo, con sus propios movimientos de traslación y rotación. Satélite de nadie o, al menos, queriéndolo demostrar a cada paso.

Y así, detrás de cada quiebro, una insinuación, un algo que se desvela y aparece pletórico de sentido mientras las alimañas del tiempo comienzan a devorarlo. Solo escribir es la salvación.

O no.