miércoles, 26 de mayo de 2010

Berenjenas con salmonetes

El blues de esta ciudad andaba hoy un poco alterado. Camino del Mercadona del hospital (ya sé que suena raro, pero qué quieren que les diga ¿de la rotonda de Las Mantecas? Pues nada, dicho está). Al llegar a la mencionada rotonda, el coche delante de mí que se mete sin ver a una moto que venía a toda leche, cual Ángel Nieto en los tiempos de Derbi Rabasa. Pííííí, el motorista casi se lo come, primero físicamente y luego en lo sonoro. Encendido como un salmonete. Los insultos me los ahorro. Sigo yo y cuando me acerco a la entrada del Merca… el conductor del coche que salía, viendo que yo no continuaba de largo sino que me metía, le da a la primera mientras todavía me miraba. Boom, taponazo al coche de delante suyo. Uf, entro y no miro mucho por si me pasa lo mismo a mí. Después de aparcar, un señor echándole la bronca a su mujer porque el carrito había descarrilado en las rejillas del alcantarillado, desparramando la mitad de la compra por el suelo. ¡Joder, cuántos altercados hoy! Me paso por la pescadería, entre otras secciones. La compra verdulero-frutera ya no la hago aquí. Ahora he descubierto el nuevo sitio de moda en mi barrio, Campo Verde. ¡Joder con el éxito de este Campo! pero no me importa hacer cola aquí. Nunca te aburres. El paisanaje es de lo mejor y la calidad/precio también. Por algo son las colas; no saben nada los de mi barrio. «¡Oiga, no se me adelante!» exclama una después de recuperar la posición al terminar de hurgar en un cesto de berenjenas. «¡Ay, perdone, es que yo pensaba…!» contesta la otra. «No, nada, no se preocupe, total una más o una menos…». «No, no, si quiere…». «Señora, aquí o se compra o se hace cola, no las dos cosas al mismo tiempo, ja ja» replico yo de confianzudo. La injerencia no estuvo mal, porque luego entablamos los tres larga conversación sobre la cesta de la compra y hasta me chivaron el par de cosas que no debía comprar allí. Y entramos en más confidencias contándome, incluso, lo que hacía la gente para comprar más cantidad por menos dinero en las pesas del Mercadona y de Alcampo. «Pero aquí nada, aquí mira cómo nos ponen en fila para pesar todo ellos. ¡Ja, éstos sí lo tienen claro!». Me temo que lo decía hasta con un deje de nostalgia. Nada, que mis vecinas son mucho a la hora de las cosas de comer. Hoy, revuelto de cebolletas con berenjena y unos salmonetes del Senegal fritos (a 9,60 el kilo). Lo que hay. Y lo del móvil con Jesús tampoco tuvo desperdicio, casi mejor que lo cuente él, sólo decir que una tal Elena y su novio se nos metieron de por medio en la conversación, y luego D. José Rivero diciendo que si eso era su nueva profesión (la de entretenedor de conversaciones cruzadas). ¡Qué mañana ésta!