viernes, 29 de octubre de 2010

MundoSenior Trips

Ch. es mucho. La otra noche llegó de su 'periplo cultural' con el Imserso. Ella siempre ha sido muy dichicharachera y amiga de detalles en la conversación. Afortunadamente, casi siempre me divierte su particular gracia y oratoria. Los primeros comentarios eran gastronómicos, los del medio también y... los del final también. La gastronomía, ya sabemos, también es curturá, pero... no sé, no sé si tanto. No dejo de pensar, sin embargo, que basta ir de viaje a algún sitio para observar la obsesión cuasi compulsiva en la que, de pronto, caemos casi todos. Seguramente esto tenga que ver con alguna dimensión psicótica por analizar y la propia ansiedad de no tener muy claro en qué momento, a qué precio o con qué clase de fogón iremos a dar. En este caso, la experiencia resultó tan nefasta (deberá ser por la continuidad espartana del templario y ponferradino hotel de alojamiento), que desmenuzaba hasta la saciedad detalles de los grasientos platos y hasta de cada uno de los ingredientes ofrecidos. Y ya se me estaba haciendo un nudo en el estómago y las manos empezaron a temblar, espasmódicamente. "Pero yo no me le callaba --decía, devota ya de Santa Belén Esteban-- yo siempre les dejé muy claro lo que pensaba de todo aquello. Pero esa mosquita muerta del guía... siempre me contestaba con un lastimero: Sí, señora, es verdad... ¡Sí, era verdad pero pero los días seguían con lo mismo de siempre! ¿Tú crees que a personas mayores como nosotros se les puede dar de comer(...)"
A todo ello, en medio de la conversa, nos ofrecía Milagritos de Astorga: mantecados, hojaldres con miel, tejas de almendra... lascas de queso de vino, chocolates artesanos, queso de miel para untar... Todo un pequeño anticipo del desaforado tiempo navideño que se nos avecina. Ya el mercamobile nos tiene montado el merchandising del Japi Crismas ¡¡Desde octubre!!

Pero a decir verdad... los Milagritos funcionaron
...y el mal sabor de boca se diluía poco a poco entre los placeres acaramelados del terruño norteño.

Menos mal, si no, quién sabe lo que hubiera ocurrido.

Alguna desgracia... tristemente familiar.

Ni carroñas ni carnazas

De nuevo por el zoo, que diría JRamallo.

No tengo ganas de escribir sobre el último programa Tijuanero, pero un día que estaba en la capital de las bandas de Abona (al menos periodísticamente, por lo que se ve) me llegó una llamada desde Sur City con voz sorprendida y molesta por algunas afirmaciones allí vertidas. La cosa no es baladí, pues se afirma poder tomar medidas legales al respecto. Vale, en eso ni salgo ni entro, cada uno sabrá, pero no me gusta, por ejemplo, que cuando se habla de literatura se antepongan cuestiones tan personales desde tribunas tan moralinas. Hasta ahí de acuerdo. En ese campo, el literario me refiero, yo siempre he defendido al lagarto de dos rabos. El otro día también. Lástima que no se aplique a lo que se tiene que aplicar y nos alegre la lectura mucho más a menudo con esa vena mestiza del sur costero, y que ya exhibía desde Taramela Bay. Aunque esto es otra cuestión, y cada uno, desde luego, tiene derecho a escribir cuando le venga en gana. Como yo mismo en este blog. Pero Jesús, incluso, da por saldada esa vena y tampoco es eso. Ya he visto que su blog hace referencia al quid de la cuestión del programa. Ahora que pase lo que tenga que pasar. Espero, eso sí, que las aguas vuelvan a su cauce, sin más carroñas ni carnazas, aunque algunos quieran vivir de eso también. Allá ellos.