viernes, 30 de abril de 2010

Ombligos Culturales (VI)

Acabo de tener un encuentro prodigioso con la cajera de Mercadona. Ella le recriminaba a una compañera de otra caja la manera de pronunciar algunas variedades de papas. «¡No se dice ‘kinegua’ ni ‘autodate’, eso está mal dicho! Lo que pasa es que la gente no sabe inglés y se inventa las palabras». «Pues nosotros a esas papas las hemos llamado de toda la vida así, ‘kinegua’ y ‘autodate’» le responde. «Sí, ya, pero está mal dicho. Esas palabras son inglesas y se deben decir como son, no estar inventando como a la gente le salga». Al que estaban atendiendo justo delante de mí, la cosa le hacía gracia aún cuando no estaba muy de acuerdo con los argumentos filológicos de la cajera. Yo no pude reprimirme más e intervine con toda mi caballería antropo-lógica (bueno, quizás más de lo segundo que del conjunto). «¡Pues no está mal dicho!» Repliqué públicamente, allí, en medio del meollo de las compras domésticas del Mercadona de La Cuesta, a la hora punta de las 12,30. Pueblo, pueblo, el real J.Mª. ¡Qué valor! «…Estas palabras no están mal dichas, sólo son canarismos de influencia inglesa, como las tenemos de otros idiomas que no son el castellano ni el inglés». «Pues eso es igual que ‘Parking’, que el señor que acaba de irse me lo estaba recriminando; que no se dice ‘Parking’ sino ‘Estacionamiento’, que eso estaba mal dicho». «Sí, ya, señora, pero es que no es el mismo caso. Usted estaba sustituyendo una palabra que sí existe en el castellano por otra del inglés, pero es que lo de las papas son palabras que no existían en el castellano, son producto de una adaptación fonética que surge por la necesidad de las relaciones comerciales con Inglaterra. Nosotros no sabíamos inglés y, por tanto, no teníamos por qué pronunciar correctamente esas palabras». «Pues no sé, pero a mí me parece que el señor tenía razón y que esto es un cachondeo. ¡Aquí cada uno se lo guisa como le da la gana!». «¡Hombre (mujer, en realidad), tampoco es así! Hay mucha gente que cree que ‘fogalera’ está mal dicho, que se debe decir ‘hoguera’, y no caen en la cuenta que en Canarias, por su historia, hay mucha influencia portuguesa, y ‘fogalera’ está bien dicho porque no procede del castellano sino del portugués. Es un portuguesismo, no una degeneración popular del castellano». Y así continuamos con algunas disquisiciones más sobre nuestra lengua mientras nos distraíamos de lo que pasaba por el lector de barras (creo que no sólo yo y la cajera sino también toda la cola de señoras que venían detrás) y todo iba entrando a mi cuenta. Al final la cajera se había armado un taco tremendo mezclando las cosas de tres clientes diferentes. Joder, casi me sale cara la compra de hoy, menos mal que la señora de la tercera compra cayó en el desaguisado que se estaba armando allí y nos llamó al orden. No quise mirar qué había ocurrido con las compras de la cajera adyacente (también metida en el ajo del debate filológico) y salí de allí pitando antes de que se armara alguna otra trifulca ‘filolodoméstica’. El populum somos así, ‘con las cosas de comer no se juega’.

jueves, 29 de abril de 2010

Noticia

Parece que ya citan por ahí al "Volandero Cultural La Gatera", Eduardo García Rojas en su blog: http://www.elescobillon.com/
¡Qué cosas!

Colecciones

Ron-roneo en el Monterrey a media noche. La luna llena estaba hermosa con ese halo de los tiempos africanos que soplan por estos lares desde hace un par de días. En el Monterrey, Chani dejó pequeño a Alfredo Kraus mientras se concentraba en sus caricias al techo del local, a casi tres metros de altura. Brincaba de la estantería al escabel y del escabel a la nevera. Y cantaba, cantaba improvisando letras que, a pesar de nuestras risas, iban hilando un discurso de amores desaforados. Nos salimos a fumar, hablábamos de Kafka, del Ulises de Joyce y de la Antología de relatos luso-canaria de Pacheco a propósito de retóricas e historias. Y mientras fumábamos, nos pusimos a ver la luna y a desandar las conversaciones del encuentro “Coleccionistas y colecciones: del objeto al arte”, la mesa redonda de esa noche en el TEA, con Javier González de Durana, director artístico del TEA, y con Fernando Estévez, Director del Museo de Historia y Antropología de Tenerife. También estaba Ángel Mollá por allí, que continúa este ciclo el viernes con una conferencia sobre ruinas y nostalgias. Saludó efusivamente a Jesús. Bueno, el caso es que a Jesús le pareció de interés la separación entre coleccionistas que quieren mostrar sus colecciones, de los que sólo la hacen para sí mismos y no las quieren exponer públicamente. Desde la mesa Javier insistía en la relación cuasi amorosa, íntima, que expresaban algunos de estos coleccionistas (ponía ejemplos) y Jesús planteaba cuestiones como la legalidad/ilegalidad o moralidad/amoralidad de los objetos coleccionados. Luego, mientras nos enterábamos en el bar de turno que el Barcelona había quedado eliminado (debimos ser de los pocos futboleros que nos perdimos el encuentro con el Inter, ahora me explico la baja concurrencia al acto), comienzo yo a hacer divagaciones por esa brecha abierta en el asunto del coleccionismo, y hablo del frikismo. Si la colección se establece con un criterio realmente friki y bizarro, no creo que sea para mostrarla, entre otras cosas por el efecto de mandíbula desencajada (imagino) que tendría en los que la ven. Jesús se acuerda de “El Coleccionista” de John Fowles y yo de los thrillers cinematográficos y esas colecciones de piezas humanas a través de asesinatos en serie. En el Moterrey, Jesús me habla de un sueño, con un señor que a pesar de lo feo que era tenía mucho éxito con las mujeres porque tenía una mano muy grande, hasta el punto de que sus dedos eran como penes. «¡Claro!» Le digo, así empato con lo de los frikies. «Es que no hay nada más irrefrenable que el morbo. Y si el objeto del deseo está oculto, esto se multiplica. Me acuerdo de la película española "Orquesta Club Virginia" (mentira, no me acordaba del título, pero ahora sí), donde el mujeriego (coleccionista de polvos, por tanto) de Enrique San Francisco (perdón, su personaje) se obsesiona con follarse a una chica del hotel donde se hospedaba la orquesta. Pero no porque fuera muy guapa, no, sino por tener doce dedos en los pies, es decir, uno más de lo normal en cada uno. ¡No ves que siempre lleva calcetines, hasta cuando baja a la piscina!» Decía. Y es que, como muy bien planteaba Fernando Estévez, las colecciones tienen la capacidad y el objetivo de extraer los elementos que las componen del contexto cotidiano, normalizado, para alojarlos en el ámbito de lo extraordinario, de lo que no tiene precio, de la relación especial y trascendente con, al menos, el que las colecciona. Así, la chica de los doce dedos es convertida en una rara pieza que faltaba para su colección; en los asesinos en serie se hacen recomposiciones (sangrientas, eso sí) de elementos especiales para alcanzar la perfección idealizada/deseada; los frikies organizan sus objetos alrededor de criterios excéntricos para placeres únicos y personales; en la novela de Fowles la chica secuestrada termina siendo una continuación de su colección de mariposas a las que les da caza y priva de su libertad de vuelo y que es lo que constituye el propio deleite de este coleccionista, su espacio para lo extraordinario; el que colecciona objetos robados, ya sabe de antemano que no los va a poder exhibir, sería absurdo y frustrante para él comprar estas piezas con la intención de exponerlas a los demás, arriesgándose a que en algún momento habrían de descubrir el fraude, la razón tendrá que ser otra, íntima, intelectualizada decía Javier Glez. en algún otro caso. En fin, sea como sea, con múltiples criterios, con gustos muy distintos, con motivaciones tremendamente variopintas, las colecciones siempre configurando un espacio personal para lo inusitado, lo excepcional, lo extraordinario.
Luego Jesús me habla de la colección de Pacheco y del relato “Las cenizas de la paz” de María do Rosário Pedreira (se ríe por la historia), y yo le hablo de “Después de las perdices quietas” de Antonio Manuel Venda (me gusta el ritmo con su ambientación nada urbana). Y recordamos la nueva colección de Antonio Gómez Charlin “Los hijos bastardos de Dios”, todos autores canarios extraviados… no sé si hacia la isla de San Borondón. Cuántas cosas en esta noche redonda, de luna llena africana… Y ellos siguieron rumbo al bar Castillo, cuando decidí volverme a casa. Por el momento, ya había coleccionado suficientes rones.

miércoles, 28 de abril de 2010

"Welcome to Tijuana"

A los adictos al "Bosque de Tijuana" (Radio Unión Tenerife-La Puerta, todos los martes a las 6 pm.), cuatro sugerencias:

DOCUMENTAL-1
"Welcome to Tijuana" de Yorgos Avgeropoulos:
http://www.youtube.com/watch?v=Lvfev-Tv9PY&feature=related

DOCUMENTAL-2
"Welcome to Tijuana" de Joerg Steineck:
http://www.youtube.com/watch?v=cK-Jc1ivdKk&feature=related

HILO MUSICAL-1
"Welcome to Tijuana":
http://www.youtube.com/watch?v=4CBPa3RhhyA&feature=related

HILO MUSICAL-2
"Here is Tijuana" de Les Bernstien:
http://www.youtube.com/watch?v=_fgYwne0ihc&feature=related

HILO MUSICAL-3
"Welcome to Tijuana":
http://www.youtube.com/watch?v=wc-WTjZvFCs&feature=related

domingo, 25 de abril de 2010

Crónicas Culturetas (7)

Llegamos (por fin) el Oyente, Jesús y yo al Faro de la cita del “Volandero Cultural La Gatera”. Ellos en un coche, siguiéndome, y yo en otro haciendo de guía para ellos ¡qué peligro! San Eugenio está cambiado, hace ya muchos años que no me metía por aquí, ¡hay hasta adoquines!, y no las tenía todas conmigo para lograr el objetivo.
La presentación tuvo éxito; presencia del concejal de cultura, aforo lleno, copas y canapés de recibimiento, espacio chic con afanes de lujo para los entretenimientos socioculturales de la nueva jet set del sur y vistas a Puerto Colón (al moderno de José Mª. hasta le habría gustado). Y el Oyente asustado «Uno trabajando un montón de tiempo para sacar un libro y… Mira, un par de hojitas… y esto lleno». Más tarde vendría más asustado todavía, pero mejor que lo cuente él, creo que tuvo algún encuentro íntimo con unas hermosas cariátides. En la presentación, autobombo, agradecimientos y protagonismos. En el previo, post y trastienda, saludos, contactos, etc. En fin, lo de siempre, pero las cuatro chicas acodadas a la barra con ganas de protagonismo también y no nos dejan escuchar lo mejor de la noche, Volandero aparte (Gatonio sabrá por qué; a Alberto le digo que les llame la atención y no se atreve; yo termino por gritar un ¡Shiiitt! que sólo las detiene unos segundos. Hay que ver).
Delirium Teatro, con “Tiempo de amor. Palabra y música”, nos deleitó con su propuesta escénica. Juan Mª. Vidal (guitarra jazzística) con profesionalidad y vistosos toques de acompañamiento, Soraya Glez. (actriz recitando poemas) con presencia y garra en el escenario. A Jesús le gusta sus modos dramáticos, especialmente cuando recita “Luna de miel” de Agustín Espinosa. A mí también me gustó “Isla” de Sabas Martín, aunque la ginebra no es lo mío, deberá referirse a Menorca, donde esa pócima forma parte de su historia.
Más tarde, la bacanal de Las Breñas, subiendo para Arona. A algunos ya nos conocen allí, especialmente la cocinera que es un encanto. Alberto Linares insistió mucho en comer buena carne y buen vino, pero a la hora de pagar... La sangre del chuletón de novillo me pasó factura luego, pero antes me salvó en el control alcohólico al bajar a Los Cristianos. ¡Justo al límite! Gatonio, no tenías que preocuparte, estaba todo controlado (joder, ya me resignaba a explotar el sensor).

El Tete perdió 3-1. Esto está muy jodido.

Crónicas Culturetas (6)

El otro día, el amigo Kiko Hdez. me invitó a su programa de radio “Blues del Sur”, en Radio Arona (últimamente me veo muy radiofónico, quién me lo iba a decir). «¡Lo grabamos ahora, pero se va a emitir el próximo 29!» Me advertía «Por eso lo vamos a dedicar al 1º de Mayo, es decir, es un programa especial dedicado al tema social y laboral». Cuando comenzamos la grabación cuenta ese rollo y añade «… y para eso tenemos hoy con nosotros a Ramón Hernández» Yo, por supuesto, tragué saliva. No me esperaba estar de invitado casi como experto en política laboral o algo parecido (¡qué sé yo de eso! …las cosas de Kiko). Naturalmente, habíamos preparado algunas canciones que dieran pie a hablar de esas veleidades, ¡pero tanto como “experto en”!. Bueno, pues nada, grabamos hablando un poco de las condiciones sociales que vivieron algunos bluesman de los años 30, 40, 50 y 60. Artistas como Muddy Waters (I can’t be satisfied), Skip James (Hard time killing floor blues lyrics), Chuck Berry (Route 66), J.B. Lenoir (Alabama Blues), Howlin Wolf (Moanin’ at midnight), Otis Rush (Sit down baby / Double Trouble) y alguno más. A propósito de esas letras y de la crisis actual, hablamos del Crack del 29 y la Gran Depresión; de la Ruta 66 y del Dust Bowl; de las fotos de Dorothea Lange, Jack Delano y Walker Evans; de la situación de los afroamericanos en esas décadas y también de las luchas sindicales (recordamos que las de Chicago dieron lugar a la propia efeméride del 1º de Mayo). En fin, una velada entretenida para nosotros… otra cosa es para los oyentes. Lo digo más bien por nuestra verborrea, porque esa música está fuera de toda discusión.
Al final me entero que habíamos hecho… ¡el programa número 69! Joder, Kiko, y nosotros hablando de política e injusticias varias. ¡Esas cosas se avisan antes!
Algún día tenemos que hablar de blues en el Bosque de Tijuana, con Kiko de invitado.
Lo del 'Volandero La Gatera' lo contaré en otro momento, que el Tete empieza el partido y hoy nos las jugamos nuevamente ¡Dioos, qué nervios!

miércoles, 21 de abril de 2010

Presentación de LA GATERA


Presentación del Volandero Cultural La Gatera (como ya lo llama el amigo Alberto Linares)

Próximo viernes 23 de abril a las 8 de la noche, en el Club Faro Chill Art. Ver plano adjunto, pero para más indicaciones, en la Urb. San Eugenio (Adeje) pasando el Puerto Colón y los tres hoteles La Pinta, La Niña y La Santa María, por la calle Valencia, que baja hacia el mar y no tiene salida.

martes, 20 de abril de 2010

Mi hermano

Hasta los veinte siempre eché de menos un hermano y envidiaba a mis amigos que sí los tenían. Cuando era pequeño, pensaba en un compañero con quien jugar, alguien para compartir el cuarto por las noches, un compinche de risas y travesuras. Cuando era adolescente, en un amigo para preguntar y guardar secretos, en un camarada de luchas y compromisos, en un colega de correrías y emociones. Tenía una hermana y la quería, pero era niña y demasiado pequeña para mis andares de machito seductor (o eso me pensaba). Cuando apenas tenía veinte, me enteré que tuve un hermano que nació muerto, un par de años antes que yo naciera. La noticia me afectó, pero comencé a entender por qué siempre eché de menos ese hermano; sin haberlo conocido, sin haberlo querido, sin haberlo imaginado siquiera. Cuando apenas tenía veinte, pensaba en cómo hubiera sido mi vida de haber tenido ese hermano mayor. Cuando apenas tenía veinte, comencé a dejar de sentirme así, falto de alguien casi como yo, un imposible doble de mí mismo, más fuerte y más sabio, incluso, alguien en quien reconocerme y sentirme orgulloso. Cuando apenas tenía veinte, escuchaba a Víctor Jara, Silvio Rodríguez, The Police, Led Zeppelin y a Barón Rojo, alguna se enamoraba de mí y mi hermano se difuminó en el zigzagueo de la vida. Hoy, después de tanto tiempo, pienso en él nuevamente cuando ya nada más podré saber, cuando sólo encuentro el ambiguo recuerdo de su vacío.

domingo, 18 de abril de 2010

Nos trancaron dos y se llevaron tres. Si quieres, te lo digo del revés

Vino Jesús, el talismán, pero estuvo a punto de quedarse por fuera del campo con la miel en los labios. Será por eso que su vaticinio arcánico se dio al revés, el 32 (ver comentarios de ayer). Tete: 3 / Getafe: 2 Nino hizo de la bomba que necesitábamos (un hat-trick), el resto se lo podrán imaginar. Buen juego por momentos, a pesar de la garra, la precipitación y los nervios del que se pasea por el filo de la navaja. Con cualquier traspié caes al abismo. Jesús blasfemaba y recriminaba (parecía un hincha de toda la vida), yo tampoco me quedé atrás, Domingo acabó afónico; la grada entera no pudo culminar los cánticos y los coros, la tensión y los sobresaltos nos atenazaban; hasta al Barraquito (incansable en otras contiendas) se le llegaron a bajar los brazos de remar al viento su estandarte. Salimos del partido satisfechos por el resultado, pero con la sensación de haber corrido los cuatro cientos metros vallas, casi exhaustos, de bajona ya. ¡Y lo que nos queda todavía!

Nunca hay mal que por bien no venga

Leo por ahí de un volcán con nombre impronunciable para un hispanoparlante, Eyjafjalla, nada menos. Hace un tiempo era tan sólo un exotismo periodístico; el volcán que nace entre el hielo, la lucha de opuestos, lo gélido frente a la incandescencia, una bella postal para el souvenir de Islandia, una imagen para la extravagancia del habitar una tierra extrema. No es de extrañar que Julio Verne se fuera hasta allá para encontrar la puerta de su viaje al centro de la Tierra. Sin embargo, me atrae poderosamente la atención el antecedente de Eyjafjalla (tendrán que cambiarle el nombre ¡Por Dios, aunque sea, llámenlo ‘Eyja’!). Y es que hubo otra erupción de consecuencias parecidas a ésta, el Krakatoa, de 1883. Por lo visto, la emisión de cenizas a la atmósfera del Krakatoa llegó hasta la estratosfera, determinando que sus finos cristales de sílice refractivos cambiaran los colores habituales del cielo en todo el mundo. De repente, durante meses parecía que la Tierra se hubiera tomado un ácido, y en ese viaje psicodélico los cielos se transformaran en bellísimos horizontes púrpura y salmón al atardecer, la luna se llegara a ver de un exquisito color azul y otras veces de verde. No faltaron los artistas que reflejaban esas visiones en sus cuadros, y entre ellos… Edward Munch, con su famosa tela de El grito. Ojalá ‘Eyja’ nos depare cosas parecidas, algo así como una aurora equinoccial, una luz tremular, un aire de otro planeta… iridiscente.
Algo así viví yo mientras nos bañábamos en una playa del sur, hace unos tres veranos, cuando media isla ardía y la gran nube de humo se interpuso al sol, dejando los colores de la isla bajo bellas tonalidades rojizas y un hermoso e inquietante disco naranja en el alto cielo de La Gomera. Y el viejo pescador me decía «¡Era como anunciando el fin del mundo!».

sábado, 17 de abril de 2010

A San Andrés van dos... y vuelven tres

Eso me decían anoche Isa y su amigo. Cuando me disponía a coger el coche de mi hermana para regresar, después de haber seguido ron-roneando con Jesús en el Monterrey, me encuentro con dos jóvenes (como de instituto) que iban caminando por la acera en frente del castillo en ruinas. «¿Nos llevas a Santa Cruz?» Los recojo. Venían caminando desde Las Teresitas porque su amigo conductor se había dado el piro dejándolos atrás. Son de Ofra y les pregunto, casi en plan quedada, que cómo es que habían venido tan lejos y a estas horas. «¡Oh, Tú no sabes el dicho de San Andrés! Pues a eso, la gente se pone morada por los alrededores de la playa y luego... Es divertido, pero esta noche a éste se le viró el coco y nos dejó botados». Cuando llegamos a la primera curva, justo antes de llegar al Ojo del Miedo, el chico me advierte «Cuidado que no se te vaya a aparecer la chica muerta, ¿sabes? La chica esa que murió en un accidente por aquí y ahora se le aparece a los que van de noche como nosotros, para hacerlos perder el control y tengan también otro accidente». «Sí, me sé el cuento».
El caso es que ahora me doy cuenta de que a mí también me ocurrió como al dicho de San Andrés; llevé a Jesús desde la avenida Tres de Mayo, después de una noche gloriosa y preclara (como le gusta decir a José Mª) con su participación en el ciclo de escritores de la librería Agapea, rodeado del corro de admiradoras y amigos (las visitas a su blog creo que van a subir como la espuma), y al final me voy de San Andrés con Isa y su amigo hasta el Atlántico, en la capital de este reino. Pues eso, lo dicho, ojo con San Andrés, que siempre van dos… y vuelven tres.

viernes, 16 de abril de 2010

Chatarras, aquí no hay quien escape

Llevo varios días pendiente de un repuesto para el Ibiza de mi hermana. En el cuadro de relojes dejó de funcionar el cuentakilómetros, un fastidio para los cambios de aceite y demás. No voy a detallar las idas y venidas que este percance me ha hecho dar esta semana (no hay blog, ni bloguista, que resista tanto), pero sí que, entre otras cosas, me tuve que recorrer varias chatarras. Las chatarras son un mundo aparte, un paisaje encantador por la inmensa acumulación de despieces y de armazones automovilísticos, por el permanente y característico olor a aceite de máquinas. La que más, la nave de Polo. Allí me perdí por sus pasillos sin fin y sus escaleras industriales para ir de un piso a otro. Las estanterías abarrotadas del desarmado de miles de marcas, de millones de modelos… blancos, negros, rojos, todos con su etiqueta colgando. Me pregunto cómo harían en los tiempos en que no había ni ordenadores, ni cámaras digitales para la identificación, qué clase de mente pragmática abarcaría la totalidad de piezas y su ubicación exacta. Me encanta esta desmesura de amontonamientos civilizatorios, este rastro monotemático, especializado. La gente que los habita llevan en las manos y guantes el signo de su entrega diaria, operarios al servicio de los glóbulos que pueblan nuestras arterias de ciudad, de isla, de continente.
Mientras espero, un cliente prevé la hecatombe, dice «La cosa anda muy mal. Primero los vientos, las nieves y las lluvias, luego los terremotos, ahora los volcanes». «¿Los volcanes?» pregunto yo. «Sí, el volcán ese, ahora ya no se puede ni volar con los aviones» «No sé, hace algunos días que no tengo tiempo ni para ver las noticias» contesto. «¡Hombre, el volcán ese que está echando ceniza hasta treinta mil metros de altura. Un avión no llega sino a once mil o doce mil metros nada más, así que…». «¡Ah! ¿Usted dice ese volcán que está por Sudamérica?». «Sí, ese, y el Teide también es un volcán, que cualquier día nos deja bonitos aquí». Me río «¡Sí sí, o tú te crees que eso no está comunicado todo por debajo!»
Bueno, ya veo que el mundo está quemado por todas partes. Esta guerra sí que es ‘total’, José María. Como la del Líbano, que en la peli del TEA para este fin de semana, “Je veux voir” (Quiero ver), la actriz francesa Catherine Deneuve se une al artista libanés Rabih Mroué para recorrer las ruinas de este país a la búsqueda de algún atisbo de belleza entre tanta devastación. Cuando menos, me intriga el cierto paralelismo (salvando las distancias) con mi Bosque Quemado. Habrá que ir.

De regreso

Hermosa mañana la de ayer en el bosque. El refugio de la noche resultó perfecto. Creo que nunca había dormido tan solo, así, en medio de un bosque como éste, esquelético, sin vecindades de ninguna clase; sin voces ni gritos, ni radioCDs a todo gas de domingueros advenedizos, sin pájaros ni lagartos, ni hormigas tan siquiera. Todo se esfumó con las llamas; el fuego aniquilador, pero también el fuego purificador. Sólo la tierra primigenia, al punto de una nueva fecundación.
Comenzaba ya a recordar a Thoreau cuando suena el móvil. Es mi hermana, y de pronto la mañana se me llena de recados pendientes. Así es, no me queda más remedio que cambiar de planes y regresar al mundo del ajetreo y las prisas. Había llamado antes Jesús, preocupado casi, me decía «¿Cómo es que te fuiste tan lejos? Tienes que irte a otro lado, tío, donde haya más vida». Sí ya, ni que me fuera a quedar por aquí mucho tiempo, al final incluso menos del que pensaba. Pero regresaré, me temo que muchas veces.
Recojo mis bártulos y de vuelta al coche me encuentro con el guarda forestal. Hablamos de cosas intrascendentes, casi que de hablar por hablar. Pero no, quiere averiguar de qué voy y qué grado de chaladura tengo. Todos los lugares tienen su portero, su guardián, mejor llevarse bien con ellos. Así que cumplo con mi papel y no paso de ser alguien un tanto extraño e incauto, pero al fin y al cabo juicioso.
Jesús temía, seguramente, que esta tarde no me pasara por su presentación estelar en Agapea. Tranquilo, no me fui tan lejos (aunque lo parezca), estamos en una isla y aquí todo está lejos y cerca a la vez. Sólo necesito un santo lugar a donde ir de cuando en cuando para dejar atrás al mundo. Un cambio de aire, un refugio en el margen. No para olvidarme del mundo, que es imposible, (y tampoco lo quiero, todavía no me veo como un anacoreta) sino para verlo desde el limbo, desde su contorno; fuera del torbellino cotidiano, de la cacofonía y el ruido de la redundancia.
Pero esta noche, cita con Agosta y sus eróticas veleidades. La noche promete.

miércoles, 14 de abril de 2010

Buscando refugio

Hace frío en este bosque, la noche va a ser larga. Busco refugio para una noche larga y fría. No hay cuevas guanchinescas por aquí, ni cejos rocosos al resguardo de los aires dominantes, sólo troncos quemados, ceniza en el suelo y la brisa que de cuando en cuando la levanta para lanzarla contra mi reseca pituitaria. Busco antes de que las sombras se adueñen de estos parajes infames. El celo de la supervivencia se adueña de mis razonamientos, ya no hay dirección que tomar, sólo instinto que escudriña intuitivamente el territorio desalmado. A lo lejos diviso los restos de un pino, todavía humeante. Sí, eso podrá servir, algún calor me dará en la noche su tea encendida, sus rescoldos avivados por mi aliento. El hueco del tronco partido más allá parece lo suficientemente grande para acostarme dentro, y lo muevo arrastrándolo vuelto hacia las brasas y dando la espalda al viento. Sí, así lo vi en alguna película de esas de Alaska o lo leí en aquellas historias ‘reales’ del hombre frente a la naturaleza (siempre con moraleja), que aparecían en las revistas Selecciones de Reader’s Digest, y que iba amontonando mi tío Cirilo en el armario. Quizás, lo leí en alguna de las aventuras de Jack London, en Colmillo Blanco, en El hijo del lobo, o en La llamada de la selva. Ya no recuerdo bien. Esas lecturas me encantaron en la adolescencia, junto a las de ciencia y aventura con Julio Verne, a los piratas de Stevenson o al Robinson de Defoe. ¡Qué tiempos!

Mañana, sin embargo, creo que me acordaré de Walden. Por algo será.

El comienzo

Nada ¡Me echan! Construyo desde hace algún tiempo un blog particular; fragmentario y paralelo a otros ya existentes aprovechando sus entradas a ‘comentarios’. Pero nada, ¡me echan! …Está claro que el protagonismo de cada bloguero es una cuestión sagrada. Vamos, que estas entradas nunca deben rivalizar so pena de excomunión. Eso es lo que me ha sucedido. Y huérfano ya de espacio donde volcar mis elucubraciones, no me ha quedado más remedio que inventarme un bosque propio donde perderme por vericuetos insospechados, sin tener que dar cuentas a nadie. Lo del bosque viene de un… ¡Bah! J., C., J-Mª., V., J-R, A. y hasta M. y G. (los Oyentes) saben la historia.
Recién creado, sin embargo, al bosque ya le han dado fuego, y apenas algún signo de vida comienza a aparecer. De momento, ni las moscas se dejan ver por aquel rastro de excrementos que adivino a unos metros más allá. Alguna guerra ‘perversa’, y hasta ‘total’, ha debido descargar por aquí bombas incendiarias, a diestro y siniestro, dejando ante mí este paisaje desolado e intrigante. Hasta me siento como un pionero en tierra virgen después del reseteo biológico, incluso, hasta como el escritor ante su página en blanco, inmensa y descorazonadora, a poco que no tengas las ideas claras. Por otro lado, ya sabes, cualquier cosa a partir de aquí siempre será fértil y provechosa, pero… ¿hasta dónde me conducirá?
Quién lo sabe.
Ni siquiera sé si sobreviviré a una segunda oleada de bombas. Sí, ya lo presiento, cualquier día de éstos aparecerán para arrasar con todo otra vez.