martes, 17 de julio de 2012

Tiempo de bosques quemados

Es tiempo de bosques quemados. El fuego arrasa con todo, carboniza todo aquello que queda a su alcance, liberando fuegos fatuos. Pero quizás no, quizás sean fuegos de purificación, sacrificio necesario, sahumerio isleño de conexión con los cielos. Súplica y sumisión. Pero ahora los cielos están ardientes también, cielos saharianos para recordarnos una vez más a qué geografía pertenecemos y qué horizonte nos cabe esperar. Fuego sobre fuego. Premonición. Sálvese quien pueda, el sol se tiñe de rojo mucho antes de trasponer entre Gomera y Palma.
Da vergüenza que los hidroaviones lleguen dos días después. África nuevamente. No, ni eso, solo una humillación más, discurso bananero, descoordinación y un negocio próspero para algunos mientras los de siempre quedan sin sus sabidurías y recursos consuetudinarios. Espectáculo televisivo al minuto, despliegue de medios tridimensionales, pero como siempre la mejor historia queda sin poderse contar. Trochas y más trochas cortafuegos. El bosque cuadriculado, ingeniería medioambiental; el bosque abandonado, cálculo político con lenguaje de protección civil.
No habrá fuego que alcance tal raciocinio. La purificación deberá esperar.

Muchas más cosas de las que hablar. Libros, película... Uf, me quedaré ahí. Suficiente, me temo, para esta nueva entrada. Comenzaré por lo último y terminaré con las reseñas a Puerto Santo y la crónica a Y la iglesia se topó conmigo.

Me habían recomendado El enigma del cuervo, película de James McTeigue (un completo desconocido para mí, ni siquiera llegué a ver aquella V de vendetta), y la pasada noche del domingo tuve ocasión. Sabía que la peli iba de los supuestos últimos cinco días de vida de Edgar Allan Poe. Hombre, la alusión de su título y la biografía a la que se refería me parecían suficientes ingredientes para no sentir cómo tiraba miserablemente mi dinero. Sin embargo, tengo que decir que la película no va mucho más allá del mero entretenimiento, que ya es algo, pero eché mucho de menos a ese ser genial, atormentado, bebedor y consumidor de opiáceos, y que fue probablemente la razón por la que lo encontraron casi muerto y congelado en alguna calle de su Baltimore natal. Sólo el comienzo tuvo alguna chispa de eso, del resto siempre encontré a un Poe completamente sobrio y racional, más incluso que el propio detective con el que colaboraba. Difícil imaginar a un Poe así de no ser por la angustiosa y brillante prosa de sus últimos escritos; el escritor enfrentado a sus demonios y peor pesadilla, su literatura convertida en realidad. En fin, de todo su desarrollo quisiera destacar tres coincidencias (así me lo recordaron) de aquella historia con la de Mr. Cuervo: el marinero, la sirena y el crítico. En el último caso me hizo especialmente gracia el comentario del director del periódico respecto del crítico (una vez asesinado) y que había sustituido un escrito de Poe. "...Sí señor, él era escritor y también crítico literario. Sí se dedicaba a eso que los malos escritores se dedican." Bueno, menos mal que ahí está Oscar Wilde para contradecirle, en esa pequeña gran obra que tituló La importancia de no hacer nada, con ese delicioso conocimiento (que ahora algunos llamarían dialógico) entre Ernest y Gilbert.

En cuanto a los libros diré que casi me pierdo las reseñas y entrevista de El Perseguidor con motivo de la reciente publicación de la novela de Puerto Santo, toda una desconsideración hacia uno de los comandantes de esta nave radiofónica llamada La Puerta. Durante el fin de semana lo leo y me confirma que la mejor versión de mi crítica fue la que casi improvisé (por fin le hago caso a Víctor) durante la presentación, completamente al margen del texto publicado. Si las fuerzas no flaquean, algún día escribiré esa entrada.

Por último, Y la iglesia se topó conmigo. Autobiografía de un cura insumiso y rebelde, de mi amigo José Miguel. Allí estuvimos, en el sur sanmiguelero, recordando otro tiempo sin dejar de abandonar el presente, sin nostalgias, pero sin olvidar razones y experiencias. Una vida intensa, sin plegarse a hipocresías ni consuelos, tomándola siempre de frente. Ese talante me gustó desde un principio, algo a imitar y a admirar.
Seguramente, de todo ello hablaremos hoy en La Puerta, donde estará como invitado de excepción. Y como siempre, a partir de las 18,00 horas en Radio Unión Tenerife. Allí estaremos.

¿El vino es de Vilaflor? Acerté a preguntarle a la mujer de José Miguel después del acto. Ella entre risas me contestaba que no, que era de La Matanza. Buen vino también, pero... Sí, el vino estaba estupendo, pero a la salida de la Casa-Museo nos encontramos con un control de la policía local. Uf, nos dejan pasar de largo, pero a José Miguel creo que le pidieron hasta el certificado de nacimiento. "No importa, no importa, a un contertulio de nuestro señor alcalde en un acto cultural se le permite una copa. ¡Faltaría más!"