jueves, 23 de junio de 2011

Una más de caballos

"Fermento Royal me tocó los pelos con la punta del látigo.
--¿Vd. es maricón? ¿Poeta? ¿Pintor?
--No, señor. --Respondí.
--Entonces corte el pelo. Está en el ejército.
Fue mi primera cobardía. Debía de haberle dicho, soy poeta. SOY POETA. Pero soy el mil-cien, un número. Las otras cobardías: diariamente, en la penumbra de la madrugada, al ir a las cuadras: --¡Alto!, izquierda, ¡volver! --El caballo y yo frente a frente. Éste de hoy se resiste a aceptar el freno. Es un bellaco, de hocico grande. ¿Cómo habría sido domado? ¿Acostumbrándose lentamente al hombre: un potrillo cepillado diariamente, antes del destete, llevado por el cabestro y después montado y conducido por otro caballo? ¿O habría sido domado todavía salvaje por un peón dilegente, con su resistencia violentamente quebrada, con odio y desesperación del hombre y del animal? Había sido castrado previamente. Le meto con fuerza el pulgar en la esquina de la boca. Siento su saliva, sus encías. El caballo abre la boca y yo introduzco rápidamente el freno, que tropieza en los dientes. Hace todo lo posible por impedir que le ponga la hociquera, pero lo agarro por la oreja y le empujo la cabeza hacia abajo, con lo que le coloco la hociquera, le prendo la cadena, el cerviquillo. (...) El caballo está listo. Yo estoy listo. No sé lo que haremos hoy. ¿Cross country? ¿Tierra-caballo con trasposición y tijera? ¿Salto de obstáculos con la mano en la nuca? Tengo la boca seca. Todas las mañanas siento ese mismo miedo. Mil-cien saca el caballo de la cuadra."

(R. Fonseca "Lúcia McCartney" fragmento)

Sí, es cierto, el mil-cien siempre saca el caballo de la cuadra. ¿A DÓNDE FUE EL POETA? ¡Calla! Sucumbe... olvida. Tienes al mismísimo miedo entre las patas.