La vuvuzela sudafricana ha pasado de ser inicialmente parte del colorido local del Mundial a convertirse ya en omnipresente cliché periodístico. «¡Que vienen los elefantes!» Gritaba uno de los comentaristas del partido de anoche contra Portugal, refiriéndose al efecto coral de los pitidos de las vuvuzelas, como de estampida animal de la manada. Las reacciones en contra de los estridentes instrumentos de animación futbolera han sido numerosas pero la FIFA se mantiene firme de momento, como con el no empleo de la tecnología para evitar errores arbitrales. Pero, por lo visto, no es nada nuevo su uso en los estadios, parece ser que desde el Mundial de Argentina, 1978, comenzaron a generalizarse entre los hinchas futbolísticos. Este fin de semana, sin embargo, me llegaba un ‘estupendo’ correo sobre el supuesto origen de este instrumento, conminándonos a no usarlo… especialmente con la boca (con qué si no). Creo que se lo reenvié a unos cuantos de mis contactos. El asunto es que en él se le atribuye un supuesto origen africano relacionado con el uso de estuches peneales (fotos, por otro lado, pertenecientes a Papúa, Nueva Guinea). La cosa humorística tiene gracia de entrada, pero un cierto tufo etnocéntrico no tanto. Baste decir que, efectivamente, en Sudáfrica actualmente son muy populares y que la palabra vuvuzela parece tener un origen zulú, pues vuvu significa ‘hacer ruido’ y vuvuzela sería algo así como ‘baño de sonido’. Ahora bien, es la empresa Masincedane Sport quien la comenzó a comercializar en Sudáfrica ¡desde 2001! En fin, todo muy primitivo y animal, y para nada urbano, moderno e industrial.
Para que luego no digan que todavía seguimos bajo prejuicios y estereotipos con respecto de África y los africanos.
miércoles, 30 de junio de 2010
La Frontera
Hoy, por fin (siempre se me quedaba atrás el dichoso CD), en la entradilla a Radio Tijuana perpetré la sorpresa musical del heteróclito Manu Chao, con su “Bienvenido a Tijuana”. La elección pareció ser del agrado de los contertulios, JMª especialmente, por cuanto representa alegóricamente ese nombre en la comprensión del propio pentagrama de esta emisión radiofónica. La alusión no es baladí y convenimos en que ese territorio de contacto entre lo hispano y lo anglosajón es, sin duda, La Frontera (con mayúsculas). Paradigma de lo transfronterizo, de la cultura y las biografías como muro, como límite, como ritual de transición, como puerta, como umbral. Néstor García Canclini o José Manuel Valenzuela nos han enseñado que alrededor de la frontera se dan rasgos culturales propios, que tienen que ver directamente con la circulación legal o ilegal a través del filtro a la colindancia. Personas y enseres de todo tipo viven (y mueren) del paso, del gradiente, de la diferencia territorial. El resultado es un tejido social y cultural variopinto, de una riqueza enorme, a pesar de la violencia y el sufrimiento en el que se apoya. Desde el narcocorrido hasta la novela chicana y las maquiladoras, toda la epopeya de la Baja California; desde el taco mexicano hasta el tamal, la enchilada o los sopes, todo el amplio basamento de condumios indígenas; desde la lucha libre hasta el Día de los Muertos, el arquetipo charro y el santoral barroco mexicano, toda la hagiografía del imaginario desmesurado de México; desde San Antonio de Tejas hasta Nuevo Laredo, desde Las Cruces hasta Ciudad Juárez, desde Tucson hasta Heroica Nogales, desde San Diego a Tijuana, toda la radiografía de la hibridez transfronteriza. Así nos vemos nosotros también (salvando distancias)… de mestizos, descocados y liminales. De las enseñanzas del peyote, mejor que hable Jesús.
Con Yaiza Suárez y a propósito de la reciente publicación de su libro Los diarios de Yaiza, Ediciones Idea, hablamos de recuerdos, olvidos, espejos, psicoterapéutica, pedagogías, de realidades descarnadas y de creación literaria. Cojonudo, aunque a los devocionales del espectáculo supongo que no les haya resultado del nivel de capítulos anteriores. Qué le vamos a hacer.
De Villa Maravilla, de esquemas tácticos y otras veleidades del nacionalismo deportivo hablaré mañana... si me quedan ganas, porque ahora ya me voy pal catre.
Con Yaiza Suárez y a propósito de la reciente publicación de su libro Los diarios de Yaiza, Ediciones Idea, hablamos de recuerdos, olvidos, espejos, psicoterapéutica, pedagogías, de realidades descarnadas y de creación literaria. Cojonudo, aunque a los devocionales del espectáculo supongo que no les haya resultado del nivel de capítulos anteriores. Qué le vamos a hacer.
De Villa Maravilla, de esquemas tácticos y otras veleidades del nacionalismo deportivo hablaré mañana... si me quedan ganas, porque ahora ya me voy pal catre.
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