domingo, 9 de mayo de 2010

Chaxiraxi (Ombligos Culturales-VII)

El comentario de Jesús a la anterior entrada me recuerda que La imagen de Chaxiraxi también está por hacer. El asunto es serio. No sé en qué han estado pensando estos nacionalistas (¿culturales? ¿políticos?) de pacotilla. Con sus asunciones de nacionalismo de izquierda, algo imposible por contradictorio (JMª y yo ya hemos discutido algo de eso y estamos de acuerdo), todavía no se han dado cuenta de que si hay algo para dar solidez a sus planteamientos eso es la religión. Nacionalismo, fe, religión, vísceras, patrias, banderas, sangre… ¡qué más da! Chaxiraxi al poder. Algo de eso aparece en la novela de Javier Hernández, La identidad fragmentada, pero la historia "real" es mucho más fuerte, más profunda, más sugerente. Un pozo simbólico de donde beber cantidades a raudales. Pero no, ni una sola representación de Chaxiraxi (tan distinta) he visto nunca para llevársela a casa o al salpicadero del coche por un módico precio. Sí las hay, a millones, de la imagen actual, la popular morenita, pero devaluada de raigambre ancestral. Y la gente (el populum) es muy devota en eso, pero nunca se han preocupado de rescatar a la diosa primitiva, a la que sí adoraron los guanches, con su energía antigua, sostenedora del universo, fuego primigenio y trascendente que representa su candela, luz de vida y clarividencia... Si hay una explicación para que el nacionalismo canario no arraigara aquí masivamente desde el XIX, creo que también puede estar relacionada con esto mismo. Y la desaparición física de la propia imagen en el huracán del 7 de noviembre de 1826, algo tuvo que ver en eso. Justo al tiempo en que el volksgeist alemán se fraguaba. No hay nada más hondo y arrebatador, original y originario, oriundo, vernáculo, indígena… al mismo tiempo que actual y contemporáneo, vívido y vivido. Sólo hay que tender un puente simbólico en el reverso de lo católico. Los tiempos están para eso, así lo entendí cuando ayer me encontré con semejante caterva imaginaria. O quizás… todo ha sido un mal sueño. ¿Un sueño cultural o político?… Tampoco lo sé. De momento, prefiero el sueño futbolero del Tete, igual de imposible, igual de arrebatador, igual de ombliguista.