miércoles, 29 de junio de 2011

Cantos de sirena

Seguiremos por los jueguitos lógicos tipo Roncero:

--¿Está usted a favor o en contra de la corrupción, malversación de fondos, prevaricación...?
--Hombre, entienda usted que la naturaleza humana... el ideal de justicia... En fin, no es tan sencillo.
--Luego está usted a favor.
--No no, yo ni estoy a favor ni en contra.
--¿Cómo? O lo uno o lo otro. Porque en este caso sí se trata de categorías excluyentes.
--No me sea tan moralista. Las cosas no siempre están bien o mal. En la casuística real de las cosas esa línea no está tan clara. Incluso puedes llegar a hacer el bien haciendo cosas reprobables.
--Ya, el fin justifica los medios.
--Por ejemplo.
--Y no me decía usted que no fuera tan moralista.
--Ya, por eso le digo que las cosas no son tan sencillas.
--Pero sabrá que las reglas de juego se ponen para algo, para garantizar algo. Y los atajos que nos inventemos pueden ser cojonudamente perversos.
--Y usted se encuentra libre de pecado ¿no?
--Yo, por lo menos, no tengo ningún reparo en decir que estoy en contra de la corrupción, de distinguir el dinero público del privado. Y no solo por una cuestión mojigata del bien y el mal, sino por eficacia productiva y de gestión, por reparto de la riqueza, por racionalidad, por modernidad, etc.
--Usted lo que es... es un 'progre'.
--Defíname progre.
--Todo aquél que tamice los datos y las descripciones por el filtro de criterios morales.
--Ah, ya. Y usted no hace eso ¿no?
--No, solo analizo en base a descripciones y datos objetivos.
--OK, yo también hago eso. Pero ¿y qué hay de la selección? ¿con qué clase de datos se queda usted? con los millones de parados, con los millones de los fondos estructurales, con los millones de las empresas, con los millones de la bolsa, con los millones de los stock options, con los millones de los rescates europeos... ¿No hay algo de moralina en eso?
--Pues sí, es lo que trato de decirle.
--Luego, reconoce que usted no se libra de eso.
--Hombre, no era mi idea.
--Ya, al final no hay refugio, ni siquiera en los datos.
--Pues renunciaremos a la claridad.
--Ya, por eso no acaba de definirse a favor o en contra de la corrupción.
--Sí, algo de eso.
--Nada, es usted un caso.
--Exacto, y si no lo fuera haría lo posible para serlo.
--Será por eso que ser pro palestino o pro israelí es lo de menos, sólo es una cuestión de argumentación minoritaria, y lo contrario es ser moralista. Es decir, 'progre' y eso ¡nunca!

martes, 28 de junio de 2011

Devociones y convicciones

«¿En dónde está Godfrey?»
Back to N.Y. Mr. Halpern me dijo:
«Todo el mundo espera que los judíos sean los únicos cristianos verdaderos de este mundo. Ganamos la guerra, pero creen que no podemos dictar los términos de la paz. Lo que le es permitido a otras naciones no le es permitido a la nuestra. Otras naciones expulsaron a millones de personas. Rusia dit it. Polonia ad Czechoslovakia did it; Turkey drove out a million greeks e Algéria un millón de franceses; Indonesia expulsó heaven knows cuántos chinos, y nadie dijo ni una sola palabra sobre los refugiados. Pero todos hablaban de los refugiados árabes.»
[Pero Mr. Halpern, acuérdese que Israel existe por decisión de la ONU, es decir, racionalidad, acuerdo internacional, derecho. En este contexto cabe la fuerza para la legítima defensa, pero la anexión de nuevos territorios por esa vía, la de la superioridad militar… ¿acaso no traiciona los propios principios que sustentan la creación de Israel? Esto no es una cuestión de religión o de fe cristiana. ¿Acaso esa resolución no creaba también el estado de Palestina?]
No West Side, en la calle de los diamantes, Mr. Halpern y yo comíamos un cheesecake.
«Like Mr. Hoffer says, todos gritan cuando alguien muere en Vietnam o cuando dos negros son ejecutados en Rodesia. Pero cuando Hitler masacró a seis millones de judíos nadie dijo nada. The Jews are alone in this world! ¡Los judíos están solos en este mundo!»

[Hombre, de las matanzas de tutsis a manos de hutus o de armenios a manos turcas inicialmente tampoco decían mucho, o de serbios y croatas, etc. A veces cuesta movilizar la opinión pública o a la política de los países (intereses espurios de por medio, que también los hay). Sobre todo si eso significaba enfrentarse a un país muy poderoso (caso de la Alemania nazi). Pero una vez descubierto el pastel, algo se ha dicho del asunto, ¿no? Sin embargo, del caso turco todavía hoy seguimos esperando (un millón y medio de armenios muertos, dicen algunos). ¿Qué hay del Kurdistán? Otro pueblo sin estado a pesar de habérsele reconocido tras la Primera Guerra Mundial. De todas formas, la figura de “crímenes contra la humanidad” parece que se consolida en el escenario internacional, la ONU, el Tribunal de la Haya, y todo ese largo camino hacia la propuesta kantiana para alcanzar ‘la paz perpetua’… ¿Llegará alguna vez?].

«Mr. Halper acababa de entrar en la The Jewish Defense League (156, Fifth Ave., New York 10010) cuyo motto era Never Again. Nunca más muertos como carneros, nunca más en el gueto, nunca más difamados.»
«Israel must live!», gritó Mr. Halpern.

[Entiendo, entiendo lo que me quiere decir, pero la creación de Israel es un hecho. Se llevó acabo por acuerdo internacional, y yo lo defenderé de la misma forma que la creación de Palestina , y a pesar de los países árabes]

«I like Malamud, Roth, Below and I´m looking for Godfrey», dije.
Telefoneé a Jeffrey.
«¿Any news from Godfrey?»
«I don’t know where Godfrey is. I know that 70% of all Canada’s industry is in the hands of americans», respondió él. «And listen, Lennon está aquí, en el Windsor.»
(R. Fonseca “Lúcia McCartney”, fragmento. Y comentarios míos en corchetes)

CARTA ABORTADA A IRENE Y QUE AHORA ESCRIBO EN LA VÍSPERA:
Esta carta la escribo por si, acaso, sea improbable leerla ante una cámara fría y hostil. Es lo que tal vez pensé que no debía decir en su momento para no aguar la fiesta a nadie. En fin, qué cosas, pues visto lo visto, lo mío no habría sido sino una más de las declaraciones de aquella noche. Una más de aquellas heteróclitas manifestaciones de las que alguna se dijo, incluso, que era más bien anti-Israel (No creo que tanto). Confieso que en los años mozos no llegaron a simpatizarme mucho, era esa reacción básica de estar a favor de David frente a Goliat o de la desconfianza hacia el supuesto David transformado en Goliat, etc. Pero nunca hasta el punto de convencerme de algún modo anti-israelí, ni alcanzar alguna beligerancia en ese sentido. Mucho menos rodearme al cuello ese símbolo palestino que muchos ostentaban tan alegremente. A mí siempre me ha podido más la convicción que la devoción, y esa sigue siendo mi ley sobre Israel. No esperen de mí devociones ciegas, sin atender a críticas y matices, pues nadie (terrenal al menos) está exento del error. Esperen de mí sólo convicciones, convicciones como las del derecho de Israel a existir. Pero nunca a cualquier costo, porque las políticas de un gobierno siempre son susceptibles de crítica y si no se admite empezaría a perder para mí su legitimidad. Ahora bien, insisto, no voy a cuestionar al primer estado fruto de la razón y el acuerdo mayoritario. Por ello, y a pesar de las dificultades, siempre espero de ese pueblo y sus políticos que me ofrezcan razones para convencerme y para convencer a otros. Eso espero de ti, Israel. Y escribo todo esto, y lo leeré siempre que pueda (a pesar de los argumentos de Víctor a favor de la pura oralidad), por el respeto a la palabra escrita, a la misma certeza de una abierta intencionalidad y convencimiento, a la fijación definitiva de un pensar volátil e incesante, su flujo necesariamente cambiante en el tiempo. El mismo respeto que la cultura hebrea le profesa y que, por ello, tantos textos nos ha legado.

Nuevos aires

Silva el viento por los resquicios de puertas y ventanas. Hace ya un tiempo que está así. Vientos frescos del alisio que sustituyeron la calma chicha, las noches de sopor que a la serpiente tanto le gustan. Será cuestión de escamas y de enroscamientos protectores, quién sabe. De los tiempos saharianos lo que siempre me ha gustado es su arte de verter cortinas difuminadoras, el nuevo hálito del palpitar de una tierra acostumbrada a estos padeceres. Una rusa, sin embargo, me decía una vez en el sur que ésta es una tierra maldita e insalubre por esas partículas que nos llegan desde esa zona oriental, y que algunos colocan el epíteto de 'occidental'. Problemas geográficos y geopolíticos aparte, la cuestión ahora se reduce a partículas, sí, como en los presocráticos Anaxágoras y Demócrito. Partículas que interaccionan y componen o descomponen. Según la rusa de largos y rizados cabellos, estas partículas saharianas más bien descomponen y corrompen los cuerpos y los órganos. Calculaba los años de vida que nos quitaban. Casi deberíamos tener permanentemente unas mascarillas en la cara, decía, y a mi mente acudían esas imágenes asiáticas de la contaminación en grandes urbes, con riadas de seres caminantes protegidos en su difícil respirar. Mentira, las imágenes que prevalecían eran otras.
No sé, seguramente los rusos no estén muy puestos en romanticismos de color sepia o en cortinajes etéreos, quizás, solo era cuestión de aquella hermosa rusa con ojos de atrayente verde miel. Sea como sea, una vez vi un reportaje sobre la incidencia de estos polvos saharianos, que no solo llegan a nuestras islas, sino que lo hacen hasta por todo el Caribe tras cruzar el Atlántico. Impresionantes aquellas imágenes satelitales. Cuando llegan hasta allí, sin embargo, tienen una función esencialmente fertilizadora y generadora de vida, comentaba la voz en off, proveyendo de nutrientes básicos para la vida de los corales y de toda la rica vida tropical que gira alrededor de ellos. Sí, polvos fertilizadores, dadores de vida... Viaje oceánico, estratosférico, intergaláctico... Sí, en algo así pensaba yo también.
En fin, me he ido completamente del tema, y sin embargo...

jueves, 23 de junio de 2011

Una más de caballos

"Fermento Royal me tocó los pelos con la punta del látigo.
--¿Vd. es maricón? ¿Poeta? ¿Pintor?
--No, señor. --Respondí.
--Entonces corte el pelo. Está en el ejército.
Fue mi primera cobardía. Debía de haberle dicho, soy poeta. SOY POETA. Pero soy el mil-cien, un número. Las otras cobardías: diariamente, en la penumbra de la madrugada, al ir a las cuadras: --¡Alto!, izquierda, ¡volver! --El caballo y yo frente a frente. Éste de hoy se resiste a aceptar el freno. Es un bellaco, de hocico grande. ¿Cómo habría sido domado? ¿Acostumbrándose lentamente al hombre: un potrillo cepillado diariamente, antes del destete, llevado por el cabestro y después montado y conducido por otro caballo? ¿O habría sido domado todavía salvaje por un peón dilegente, con su resistencia violentamente quebrada, con odio y desesperación del hombre y del animal? Había sido castrado previamente. Le meto con fuerza el pulgar en la esquina de la boca. Siento su saliva, sus encías. El caballo abre la boca y yo introduzco rápidamente el freno, que tropieza en los dientes. Hace todo lo posible por impedir que le ponga la hociquera, pero lo agarro por la oreja y le empujo la cabeza hacia abajo, con lo que le coloco la hociquera, le prendo la cadena, el cerviquillo. (...) El caballo está listo. Yo estoy listo. No sé lo que haremos hoy. ¿Cross country? ¿Tierra-caballo con trasposición y tijera? ¿Salto de obstáculos con la mano en la nuca? Tengo la boca seca. Todas las mañanas siento ese mismo miedo. Mil-cien saca el caballo de la cuadra."

(R. Fonseca "Lúcia McCartney" fragmento)

Sí, es cierto, el mil-cien siempre saca el caballo de la cuadra. ¿A DÓNDE FUE EL POETA? ¡Calla! Sucumbe... olvida. Tienes al mismísimo miedo entre las patas.

miércoles, 22 de junio de 2011

Nostalgias y códices

No es la primera vez que hablamos de ello. Anoche salió en las conversas de Atlantic City (casi siempre muy superiores a las previas, formales y radiofónicas) el tema de la nostalgia en relación con el nacionalismo. En ella yo propugnaba que el nacionalismo siempre se provee de esa clase de nostalgia, paradójica, de echar de menos lo no vivido, de construir esa falta. Es esa nostalgia autofabricada a partir de un paisaje idílico a medida y perdido en el tiempo. Tan fuerte puede llegar a ser esa evocación, y tan vívida su fantasmagoría, que genera en sus adeptos tan profunda nostalgia como fuerte es su deseo de alcanzar nuevamente tal estado de cosas, pues eso, perdidas. Naturalmente JMª me corrige y asevera que eso no es nostalgia verdaderamente, sino melancolía. Que no se puede tener nostalgia de algo que no has vivido. No sé, para mí melancolía son los cuadros de Munch, por ejemplo, es un estado existencial, una tristeza profunda y vaga ante el mundo, muchas veces demoledora si se instaura demasiado tiempo en las personas (caso de Munch). No tiene porqué haber en ella sentimiento de pérdida sino de incompletud, de desencanto o de incapacidad para el pleno disfrute. Seguramente esa nostalgia autocomplaciente del nacionalismo pueda dar lugar a un ser melancólico como expresión de la frustración por no encontrar la vía del paraíso nacional prometido, pero no acabo de ver que no sean cosas distintas o que no pueda darse esa clase de nostalgia de la que hablo. Es más, cuando acudimos a los principales autores que se afanaron en indagar sobre eso que llamamos el sujeto posmoderno, me acuerdo de ahora de Gilles Lipovetsky, casi todos coinciden en hacerlo con esa faceta nostálgica de un pasado que no conocieron, del que solo han tenido experiencia a través de los objetos materiales del pasado y de los espacios que los recrean, de ahí el enorme prestigio social que han adquirido en el coleccionismo, en el diseño, en museos, parques temáticos, etc. Es el aura de los objetos y espacios con pátina. Algo que, además, no solo tiene mucho que ver con el ocio cultural, sino también con las reivindicaciones étnicas e identitarias.
En fin, hoy solo alcanzo a dar esta breve pincelada de la tarde-noche de ayer. Pincelada marginal y oblicua, cuando el protagonismo estuvo en la poesía de Sergio Barreto o en la firma de los documentos fundacionales de unos 'Amigos de Israel' o de la composición audiovisual de Jesús Manuel. Pero qué le vamos a hacer. Demasiado calor, demasiada pesadez. Tiempos de sopor y modorra. Quizás, esta noche despierte en la puja vibrante de Ramallo por un viejo y secreto códice.

lunes, 20 de junio de 2011

Algo se mueve por abajo

A veces, con un par de imágenes te resulta suficiente. ¿O son un par de textos? Bueno, sea como sea, la sensación de clarividencia sólo es momentánea, pues hay muchas más cosas que decir. Sin embargo, el fogonazo es agudo y deja mella. Si te dejas, claro.



jueves, 16 de junio de 2011

Cosas de mercadonnas

--Pues si vas al sitio ese que te digo, te va a quitar todo eso tan crespado que tienes. Yo fui y mira cómo me dejó. --Y se echaba mano al tocado, acariciándolo levemente.
Sí, yo también me siento algo crespado. Quizás, también debiera visitar ese sitio a ver si encuentran algo para mi crespado batatero.
--Nada, perdonen. --Se disculpa ante la cola-- Pero es que esto es así, tenemos que aprovechar los cambios de turno para hablar. (sonrisa) --Nada, Candy, no te disculpes. Me acabas de dar una magnífica idea.
Ahora acabo de recibir un ejemplar de 'Lunar Caustic', algo así como luna caústica o lunar caústico, había pensado. Luna caústica como la de anoche, que no vi. Magnífico lunar sangrante con fondo de negro profundo y abismal.
Pero nada de eso, la nota del traductor me saca de dudas, Lunar Caustic significa 'nitrato de plata', según la alquimia medieval inglesa. Nitrato que dio lugar a la fotografía, a la fotografía que tan fuertemente criticó Domingo-Luis la otra noche (antes de la batatada). --La fotografía es un arte perverso (decía, o algo así). Y si no, les invito a que repasen su álbum de fotos. Cuál de todos esos 'yoes' seré 'yo', se preguntarán. La fotografía tiene ese raro efecto de fijar unívocamente la multiplicidad que somos. --O de ofrecernos explícitamente esa multiplicidad al repasar todos esos 'yoes' sin más laberintos ni panoplias de espejos, diría yo.
Lunar Caustic, una lectura recomendada. Si el Malcolm Lowry de Bajo el volcán es el Paraíso de su particular Divina comedia, Lunar Caustic es su Purgatorio. Pues allá vamos, a mi purgatorio particular. Igual, ya me hacía falta entrar por allí. El que me lo recomendó así me lo hizo saber, pero no para expiar mis culpas (o también por eso), sino para entender ese mundo, ese río de almas perdidas que suben las rampas de la montaña de Dante Alighieri.
Igual me vuelvo a crespar. Afortunadamente, ya sé a dónde acudir.

miércoles, 15 de junio de 2011

El sistema financiero o las Hermanitas de la Caridad

Anoche llegaba muy ufano a nuestro terraceo el Oyente, repartiendo batatas cual cultivador minifundista de las medianías canarias. Nos otorgó una al Hermano y otra a mí. Seguramente debimos estar muy brillantes ayer tarde en el programa-república bananera, según daba a entender el jefe máximo, Curbelo, por aquello de las continuas rencillas por el poder, sublevaciones, deposiciones y demás. Pero quizás deba reservarse otra para él mismo, tan gustoso de cultivarlas y otorgarlas alegremente. El Oyente (que no escuchante), ese que no argumenta sino a toro pasado, y ni siquiera eso, sino que rápidamente se cobija a la sombra de un buen mato, ese que rápidamente emite un veredicto como si fuera el Pontifex Maximus de las ondas hertzianas, pero que se niega a estar en la batalla, a dejar al descubierto su propia batata. En fin, ese que se deja encandilar por la verborrea economicista poniendo al sistema financiero a la altura de las Hermanitas de la Caridad o más, pues, según dice, gracias a él tenemos hospitales, autopistas, etc. Sí, claro, gracias a él tenemos todo eso, muy bien, gracias (es que no me había enterado), pero como si todo eso fuera ¡de gratis! Nada, nos lo han regalado todo. No sé qué habrán hecho con nuestros impuestos, ese gran descubrimiento del beneficio privado que siempre acaba produciendo pingües beneficios públicos. Será por eso que no hay crisis, nos la hemos inventado. No sé de dónde viene la deuda acumulada de las administraciones públicas. Ah sí, todo se resuelve por la coyuntura de la economía globalizada, no sé a qué vienen todas esas críticas a ZP entonces; es todo eso que se le escapa de las manos nacionales, como si a cualquier otro con las siglas que fueran no le hubiera pasado lo mismo, la misma coyuntura internacional en cualquier caso. ¿En qué quedamos, pues, ZP-Rajoy, coyuntura-globalización?
El experto en economía contento con el funcionamiento del sistema financiero; no hay nada que reprochar, no hay nada que reformar. ¡Nada! Me habré inventado yo eso de que si no es por la enorme inyección de dinero público el sistema se nos cae enterito. Sí, ya sé que la caída hubiera sido peor, eso ya lo sabemos, pero que no vengan ahora a decirme que todo ha funcionado estupendamente, que no ha habido ningún agujero que rellenar, que no ha habido demasiada alegría financiera, y que ahora pagamos los de siempre. Porque cuando hay que tirar de la manta siempre es hacia arriba.
Por supuesto que todos participamos del sistema financiero (ese otro gran descubrimiento), pero no es lo mismo hacerlo en calidad de inversor que en calidad de deudor. Y éstos somos la mayoría. Deudor hipotecario, por ejemplo, de esas clases de hipotecas que no serían legales ni siquiera en la mismísima América del Norte, pues son préstamos personales camuflados de hipotecas (algo que denuncia hasta el PP), esos que aunque entregues la casa porque no puedes pagarla, pesa sobre ti el embargo de todos tus bienes actuales y futuros aunque el banco pueda saldar las cuentas al vender el inmueble. Ya vemos cómo se tapan los agujeros financieros. Así es como se las gastan las supuestas Hermanitas de la Caridad. Porque, eso sí, los sueldos de los altos ejecutivos no se tocan, las altas rentabilidades financieras es para costearlos, stock options incluidos hasta cuando hay pérdidas y han tenido que insuflarles millonadas (la denuncia no es mía, ni de ZP, claro, sino del mismísimo presidente de EEUU).
En fin, todo va muy bien o a lo sumo es ZP quien ha de tener toda la culpa, porque al sistema financiero no hay quién le diga nada. Y así se dice, como si fuera una originalidad incluso. Y luego están los Oyentes, que aplauden y se cobijan. Brillante, todo muy brillante... hasta cegar.

martes, 14 de junio de 2011

¿Quién es esa Irene?

--¿Quién es esa Irene? --Le decían por doquier.
Y el eco de Irene se extendía entre las adelfas del jardín. Oasis de marinero en tierra, hogar de centímetros bibliográficos, rincón de tertulias interminables con el arrobamiento de la noche. Erudición del Medio Oriente entre camitas y semitas, entre el hebreo y el árabe, y no sé cuántas cosas más. Lugar de oralidades varias. Umbral, puerta... paso obligado por el que todo sale, por el que todo entra.
Ay, Irene, cuántas cosas sabes en tu fronda profunda y lateral. Como un camino recto, dulce y umbroso donde, al fin, encontrar tu trastienda abierta y floral. Ay, Irene, siempre ofreciendo tu sinuoso flamboyán, árbol del fuego, escalera hacia los cielos que la gata secreta recorre en un pin-pan.
Irene, amigo mío... Irene, amiga mía... es el beso sabio del viejo Matusalén, es el recuerdo del largo camino y el extrañamiento, es la tarde al encuentro de empatías y discernimientos, es la caricia pura de aquellos montes reverberantes y del mar mineral, es la noche del conflicto y del apremio de las emociones.
Esa es Irene... y alguna otra cosa más.

jueves, 9 de junio de 2011

De encantos y ensoñaciones

La isla es un paréntesis... Todavía le doy vueltas a esa expresión de Aldecoa, el otro día en el documental, y que ahora releo. Expresión de viajero, de viajero que encuentra un oasis en medio de la orfandad, de la redundancia, en medio de lo reiterativo y adverso. El paréntesis es para entornar los párpados, difuminar luces y colores, dejar que la piel se esponje en la delicadeza del clima, romper amarras con el día de la marcha (...) Aquí sí que partir es morir un mucho (...) la marcha cierra un paréntesis y acaba el perfil de una isla. Una isla es acaso un paréntesis en la monotonía de la mar, como un lago es un paréntesis en la monotonía de la tierra.
Me pregunto ahora cuál será nuestro paréntesis, nosotros que vivimos ya en él. Paréntesis que también constriñe y separa, que ombliguea. Acaso nuestro paréntesis se halle en la llanura sin fin. Llanuras de tierras aluviales o meseteras, de muchedumbres metropolitanas; en inmensas llanuras de arena o de aguas marinas; llanuras de retos e incertidumbres, llanuras ingratas de monotonías y hartazgos sobrevenidos, de vorágines y excesos.
O marchar para siempre de la isla, hasta conseguir el extrañamiento de querer volver a saborear, al fin, como algo distinto y fresco, el paréntesis de isla. El encanto del paréntesis que conlleva, necesariamente, la tragedia del tener que marchar de él nuevamente.

jueves, 2 de junio de 2011

Recuerdos del Japón y Melanesia

Anoche conocí a Tukumuro, vecino del barrio de La Maldad, al igual que nuestra serpiente insigne. Él me hace el misterioso cuento de cómo siete caballeros montaron, cada uno por separado, en solo seis caballos de negro azabache para salvar a la grulla de una maligna y ponzoñosa herida que amenazaba acabar con su vida. Y también me contó cómo espantaron al monzón del Caballero Negro con una máscara de teatro Kabuki y un baile de pasos mágicos a lo largo de un círculo. También me presentaron formalmente a la dragona Tiralíneas en un juego de aventuras japonesas que ya había comenzado por la tarde en un cruce fortuito a la puerta de un colegio. Una expresión de fascinación melancólica, de esas que dejan huella y sin saber el porqué. Bueno sí, sí lo sé. La cosa continuó luego con esa historia donde Toru Watanabe escucha casualmente aquella canción de Los Beatles, "Norwegian Wood", que le transporta a una época sesentera de amores y suicidios (la serpiente lo cuenta mejor). Por último, en la tertulia de madrugada me encuentro casualmente en un estante, Samurai..., una vieja novela de Jesús R. Castellano (¿quién será ese?, me pregunté), y que me cautiva como solo me cautivan muchas cosas de Oriente. Y Tukumuro, con grueso pincel de tinta china, me redecora los trazos del samurai impreso, que, inmisericorde, se disponía a cruzar con su espada a un guerrero abatido.
Ay, y eso me hizo recordar aquella fantástica película de Jim Jarmusch, con Forest Whitaker haciendo de asesino a sueldo en la moderna NY, pero bajo el estricto código de honor de los antiguos samurai.
Hoy, sin embargo, me acuerdo del otro día en Tijuana Forest. JMª me preguntaba que cómo iba yo a antropologizar la narrativa canaria última... (Anghelito no puede mantener esa boca cerrada) Al momento, tuve la imagen de mi caseta de campaña plantada en medio de las casas de los escritores canarios, cual Malinowski de los tiempos gloriosos (véase fotos de una entrada anterior: "Diarios de Malinowski"). Los escritores, así, convertidos en modernos aborígenes melanesios y al 'científico' plantado en medio de sus vidas para estudiarlos de cerca, in situ. Ja ja. Noo, JMª, tampoco se trata de eso, solo pretendo encarar este boom desde una perspectiva más amplia que la estrictamente literaria. Ahora también veo que en una de tus entradas recientes me atribuyes antropologizar cada momento (ja ja). Antropologizar, Politizar, Literaturizar... qué más da, cada uno se pone el cristal con las dioptrías que le pertenecen. Como si son bi o trifocales; como si son completamente progresivas, igual que el rock de aquellos primeros setenta.
En fin, pelillos a la mar.

miércoles, 1 de junio de 2011

Otium y nec-otium en el museo

Por la parte que me toca, pues trabajé allí unos años y todavía sigo manteniendo relaciones con mis colegas, me hago eco de la noticia que sigue: El Museo de Historia y Antropología de Tenerife (MHAT) expone actualmente piezas de sus fondos en los escaparates de 22 comercios del casco de La Laguna. Se trata de objetos cotidianos del siglo XIX y XX que pertenecen a los fondos de la institución y que nunca habían sido exhibidos en sus salas. La iniciativa se denomina “El museo en el escaparate”, y se desarrollará durante todo este mes de junio.
Al acto de presentación de este proyecto museístico, que tuvo lugar hace un par de días en la propia sede del Museo: Casa Lercaro, estuvieron presentes el gerente del Organismo Autónomo de Museos, Carlos González; y Pedro Del Castillo de la Asociación de Empresarios Alapyme. También asistieron la vicepresidenta de la Cámara de Comercio, María de los Ángeles Palmero, y Óscar Socas, de Banca Cívica. Estas dos entidades colaboran en esta campaña al igual que el Ayuntamiento de La Laguna.
Algunos de estos representantes institucionales se han mostrado entusiasmados con esta acción "innovadora" que busca, dicen, "hacer visible al museo y fomentar la actividad comercial". Tras admitir que las salas culturales se han quedado vacías, Carlos González afirmó que esta acción "forma parte de las actividades transversales que organizamos fuera de la ortodoxia del museo para atraer público".
María de los Ángeles Palmero, por su parte, alabó la labor de Alapyme al subrayar que "está claro que éste es el centro comercial abierto más importante de Canarias". Y sobre la iniciativa cultural, destacó que "el éxito de esta ciudad radica en que buscan innovar para diferenciarse del entorno, existe cooperación entre los vecinos y los comerciantes y logran proyección con todas sus iniciativas".
La actividad no tiene una línea argumental general, sino que cada local está dedicado a una temática independiente. En algunos casos, el material está relacionado con los productos que vende el comercio y en otros, no. Así lo explica Fernando Estévez, coordinador del MHAT, al asegurar que el objetivo principal de este proyecto es romper "la división tradicional entre cultura y comercio". En su opinión, estos dos ámbitos tienen en común que "el público contempla de la misma forma sus pasiones y recuerdos a través del cristal de un escaparate comercial o de una vitrina museística".

Como vemos, al margen del oportunismo de esta iniciativa para la promoción de los museos o de los comercios en esta ciudad de La Laguna, que es evidente, la equiparación entre los conceptos de ‘escaparate’ y ‘vitrina’ no es nada baladí. Este intercambio de continentes para las piezas de museo, nos da pie a encontrar nuevas y variadas lecturas en la relación que establecemos con los objetos más o menos cotidianos, tanto del presente (comercial) como del pasado (museístico). Asimismo, esa rotura planteada de la división tradicional entre museo (cultura/otium) y comercio (negocio/nec-otium) presenta también otras lecturas estimulantes acerca de la sacralización de los objetos o, mejor, del cruce de dos clases de sacralización de los objetos. Una, vinculada a la conformación de las tradiciones culturales nacionales y, por tanto, de las identidades colectivas (no olvidemos que el museo es una de las instituciones por antonomasia de los discursos nacionales del s. XIX, y la encargada de conservar y enfatizar los valores culturales propios). Y otra, derivada de una sociedad de consumo fetichista, donde el valor de cambio eclipsa al valor de uso de los objetos, por acudir a los clásicos conceptos de la teoría marxista, o donde el diseño y la moda dotan a los objetos de un valor añadido casi aurático, si queremos acercarnos al concepto de Bejamin desde la teoría del consumo, y de los objetos bañados por la fascinación, el simulacro y la fantasmagoría, si nos avecinamos a planteamientos más posmodernos como los de Baudrillard, o de ese aliento constante a una actitud no utilitaria respecto de las mercancías que tanto caracteriza al estilo de vida de las sociedades posmodernas, siguiendo a Bourdieu, Featherstone y demás.
Por otro lado, este juego de espejeo entre los valores y las sacralizaciones del ‘escaparate’ y de la ‘vitrina’, entre el mundo del otium (museo) y del nec-otium (comercio), donde las mercancías adquieren categorías del arte y los objetos cotidianos del museo también adquieren valor económico en las políticas de gestión museísticas, da lugar a pensar en otras influencias e intromisiones de lo mercantil en lo cultural. No acudamos siquiera a todo ese proceso del merchandising de los museos (bar-restaurant, tienda, etc.) sino centrándonos en la propia ‘vitrina’ del museo, y comprobaremos qué importancia ha tenido la evolución del escaparatismo comercial en la propia evolución de la presentación de los objetos en los museos.
No es de extrañar, pues, esa casi paradójica opinión declarada de principio: "el público contempla de la misma forma sus pasiones y recuerdos a través del cristal de un escaparate comercial o de una vitrina museística".

En fin, feliz y estimulante iniciativa del Museo de Historia y Antropología de Tenerife (MHAT), donde seguimos apreciando la mano inspiradora y renovadora de la museología crítica a través de su Coordinador y antropólogo titular de la Universidad de La Laguna, Fernando Estévez. Que la disfruten.