miércoles, 15 de junio de 2011

El sistema financiero o las Hermanitas de la Caridad

Anoche llegaba muy ufano a nuestro terraceo el Oyente, repartiendo batatas cual cultivador minifundista de las medianías canarias. Nos otorgó una al Hermano y otra a mí. Seguramente debimos estar muy brillantes ayer tarde en el programa-república bananera, según daba a entender el jefe máximo, Curbelo, por aquello de las continuas rencillas por el poder, sublevaciones, deposiciones y demás. Pero quizás deba reservarse otra para él mismo, tan gustoso de cultivarlas y otorgarlas alegremente. El Oyente (que no escuchante), ese que no argumenta sino a toro pasado, y ni siquiera eso, sino que rápidamente se cobija a la sombra de un buen mato, ese que rápidamente emite un veredicto como si fuera el Pontifex Maximus de las ondas hertzianas, pero que se niega a estar en la batalla, a dejar al descubierto su propia batata. En fin, ese que se deja encandilar por la verborrea economicista poniendo al sistema financiero a la altura de las Hermanitas de la Caridad o más, pues, según dice, gracias a él tenemos hospitales, autopistas, etc. Sí, claro, gracias a él tenemos todo eso, muy bien, gracias (es que no me había enterado), pero como si todo eso fuera ¡de gratis! Nada, nos lo han regalado todo. No sé qué habrán hecho con nuestros impuestos, ese gran descubrimiento del beneficio privado que siempre acaba produciendo pingües beneficios públicos. Será por eso que no hay crisis, nos la hemos inventado. No sé de dónde viene la deuda acumulada de las administraciones públicas. Ah sí, todo se resuelve por la coyuntura de la economía globalizada, no sé a qué vienen todas esas críticas a ZP entonces; es todo eso que se le escapa de las manos nacionales, como si a cualquier otro con las siglas que fueran no le hubiera pasado lo mismo, la misma coyuntura internacional en cualquier caso. ¿En qué quedamos, pues, ZP-Rajoy, coyuntura-globalización?
El experto en economía contento con el funcionamiento del sistema financiero; no hay nada que reprochar, no hay nada que reformar. ¡Nada! Me habré inventado yo eso de que si no es por la enorme inyección de dinero público el sistema se nos cae enterito. Sí, ya sé que la caída hubiera sido peor, eso ya lo sabemos, pero que no vengan ahora a decirme que todo ha funcionado estupendamente, que no ha habido ningún agujero que rellenar, que no ha habido demasiada alegría financiera, y que ahora pagamos los de siempre. Porque cuando hay que tirar de la manta siempre es hacia arriba.
Por supuesto que todos participamos del sistema financiero (ese otro gran descubrimiento), pero no es lo mismo hacerlo en calidad de inversor que en calidad de deudor. Y éstos somos la mayoría. Deudor hipotecario, por ejemplo, de esas clases de hipotecas que no serían legales ni siquiera en la mismísima América del Norte, pues son préstamos personales camuflados de hipotecas (algo que denuncia hasta el PP), esos que aunque entregues la casa porque no puedes pagarla, pesa sobre ti el embargo de todos tus bienes actuales y futuros aunque el banco pueda saldar las cuentas al vender el inmueble. Ya vemos cómo se tapan los agujeros financieros. Así es como se las gastan las supuestas Hermanitas de la Caridad. Porque, eso sí, los sueldos de los altos ejecutivos no se tocan, las altas rentabilidades financieras es para costearlos, stock options incluidos hasta cuando hay pérdidas y han tenido que insuflarles millonadas (la denuncia no es mía, ni de ZP, claro, sino del mismísimo presidente de EEUU).
En fin, todo va muy bien o a lo sumo es ZP quien ha de tener toda la culpa, porque al sistema financiero no hay quién le diga nada. Y así se dice, como si fuera una originalidad incluso. Y luego están los Oyentes, que aplauden y se cobijan. Brillante, todo muy brillante... hasta cegar.