Aciaga noche. Bueno, no sé, tampoco creo que esa sea la palabra. Cita a ciegas, decía ayer, y ya sabía yo que tratándose de la presentación de una novela de Jesús, la cosa iba a ser de todo menos convencional y almibarada. Las intervenciones de la mesa se acercaban al esperpento; editor que criticaba al editado, prologuista que arrasaba con la portada y no hablaba del libro, un doctor que quiso curar y no encontraba la penicilina adecuada. Menos mal que en medio de todo aquello Jesús supo sacar algo de pecho (mérito tiene) y por momentos hasta le acompañó el sentido del humor. Algunos dijeron que había destripado mucho la novela. Yo no lo creo así, afortunadamente no creo que sea de esa clase de historias que cuando descubres al asesino o sabes el final pierde todo interés. No, esto es otra cosa, el gusto por leer el qué y el cómo, sin ese hilo de misterio que te pida más y más. No es que sea mala táctica (ya sabemos de toda su gran efectividad), pero ¿es eso solo lo que nos cabe esperar? ¿es eso lo único que pedimos para leer? ¿será eso lo único que nos lleve a escribir? ¿Acaso debemos supeditar todo a eso? Éstas eran las preguntas que me hacía hablando con Juan en el post. Juan, el que descubrió en el ‘Libro del cuervo’ los ingredientes perfectos para una novela negra. Sí, pero por algo no la hizo. De eso, y de esas preguntas, tenían que haber hablado JMª y Dr R… Y yo me quedé con las ganas.
Luego, en la ruta hasta el Platillo volante… Esa sí que fue otra historia. Yo acabé vomitando en casa. Será de indigestión.
viernes, 13 de enero de 2012
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