miércoles, 5 de mayo de 2010

De regreso

Hay que ver cómo anda de revuelto este patio. Basta que falles unos días para que te crezcan los enanos, perdón, para que se te reviren los gatos. En fin, nada como para que llegue la sangre al río, pero... El Mercadona de La Cuesta (espero que me paguen la publicidad) es como el mercado del pueblo de toda la vida. La gente no sólo va a comprar sino que gusta del encuentro y del placer de la oralidad, es casi un anacronismo de estos tiempos tan modernos, llenos de prisas, asepsias y silencios. El mérito, creo, se lo debemos al contexto urbano, de autoconstrucción en gran parte. Hoy, mientras esperábamos para entrar (nunca abren antes de las 9,15), un señor habla de la crisis y de los políticos. «¿Para qué meten a los griegos en la Comunidad si siempre están entrampados? ¿Ahora quién va a pagar todo eso? Nosotros, todos nosotros. Aquí nos han llegado muchos millones, sí, pero no estamos como ellos. ¿Qué han hecho ellos con el dinero que recibieron también? ¿Y ahora quieren más?». Mientras yo me quedaba a la expectativa, la señora contigua parecía estar totalmente de acuerdo, aunque añadiendo «¡Pero D. Paulino y los suyos no dejan de seguir chupando!». A lo que contesta el primero «¡Los políticos no sirven un carajo! No señor, no están preparados, no saben lo que se tiene que hacer. Si no, ¿por qué es que tienen tantos asesores? ¿Para qué necesitan pagar a 20 o 30 asesores cada uno y que estén siempre diciéndoles lo que tienen que decir, lo que tienen que hacer… ¡Si no saben, no se metan ahí! Para eso, que pongan a uno de esos asesores en el gobierno y nos ahorramos la millonada que cuesta mantener al resto. No hablan de ahorrar, pues que empiecen por ahí». Naturalmente, ante esa contundencia en la argumentación, tuve que asentir yo también. No hubo tiempo para contrarréplicas del resto de la audiencia, llegó el operario del establecimiento y nos dijo que ya podíamos pasar. Lástima, habrá que llegar un poco más temprano la próxima vez.