Hoy los perros no ladran, todo anda tranquilo y el aire parece más frío. Mañana gélida, invierno duro sin lluvias. 'Frío en seco, año seco', decía mi padre, palmero de ancestral cultura agrícola, y hasta ahora no le falta razón. El Poeta se levantó hacendoso hoy, lo veo de lejos armado con guantes de trabajo, y comienza a bregar contra hierros oxidados que se hunden en la tierra, restos de viejas divisiones parcelarias. Parece que llegaran aquellos tiempos que cantaba Víctor Jara "¡A desalambrar, a desalambrar! que la tierra es nuestra, es tuya y de aqueeeel, de Pedro y María, de Juan y Joséeeee(...)".
Al final lo veo llevándose una cuantas varillas a su huerto. Las lleva entre las manos formando haces como los de aquellas flechas con el yugo. Ese contraste con la canción de Víctor Jara recién rememoriada me hace sonreir. Un humor irónico e inesperado. Al acercarse a su casa, algunos perros ladran al amo, pero poca cosa, habrá habido un buen desayuno hoy, seguro. Y el Poeta anda tranquilo, confiado, sin los usuales aspavientos e imprecaciones al cielo, sin echar a correr detrás de sus propios compañeros cuadrúpedos hasta calmar la angustia de la permanente provisionalidad de la vida. Así es la trastienda en que vivo, como una ventana al paraíso del porvenir.
miércoles, 8 de febrero de 2012
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