sábado, 8 de agosto de 2015
Carta a Marielena y Quico
Después de un par de días estupendos en Porto, nos vamos con la pena de no haberle cogido mejor pulso a esta ciudad. Aún así ya nos llegábamos a atrever a caminar sin necesidad de mapa alguno, comenzábamos a distinguir calles y barrios, y también las ribeiras del Douro con sus cinco puentes. Aunque no llegamos a cruzar nunca hasta la ribeirinha, con sus caves do vinho do Porto, pues preferimos los caldos secos o ligeramente afrutados de un vinho verde, y los cafés modernistas como el Majestic o el A Brasileira, y también el encantador Guarany, donde Sita se desmarca con una inesperada foto. Lástima que no pudimos escuchar allí sus fados. Los fados en este país son de los jueves y de los sábados (nosotros llegamos un domingo y nos fuimos un martes), solo me pude desquitar comprando un par de CDs en Lello para escuchar durante el viaje a Coimbra, nuestra siguiente parada.
Coimbra, ciudad universitaria de reconocido prestigio desde su fundación en 1290 (como reza en documento que encuentro junto a la capilla de San Miguel), pero también por sus fados universitarios, imbuidos incluso de los aires de protesta de los setenta. La inconformidad universitaria se respira todavía en las proclamas grafiteras de sus calles y su modalidad de adornos de fachada con toda clase de cachibaches domésticos colgando. La ciudad, sin embargo, nos recibe fea y ajada, sin apenas interés. Tan solo algún edificio de cuando en cuando. ¿Dónde está mi bella ciudad medieval y universitaria? Me preguntaba siempre. Todavía no habíamos descubierto el café Santa Cruz, ni a Universidade Velha con su lujosa biblioteca Joanina, ni las cuestas de Sé Velha, ni el jazz callejero de la Rua do Corvo, ni el espectáculo de Fado ao Centro, ni...
Por algún lado leo que Coimbra es una ciudad piramidal, con la estructura social reflejada en su urbanismo encaramado en la montaña. Arriba del todo, dominando el territorio y camino de la divinidad, el poder monárquico y el saber de la universitas; más abajo los estamentos intermedios, el clero y los palacios nobiliarios; y abajo, en la base de la montaña-pirámide, las laberínticas calles de la "Baixa", donde vivía el vulgo. El salazarismo todavía seguía en cierta consonancia con esta disposición y volvió a situar su arquitectura gigantista de la Universidades Nova junto a la Vieja, arriba del todo de esa pirámide, pero los actuales derroteros comerciales abandonan las alturas, prefieren la llanura a la vera del río Montego, entre las ruas de Ferreira Borjes-Visconde da Luz y la Avenida de Fernao de Magalhaes. Y como en toda pirámide que se precie, siempre guarda un vestigio y un tesoro, pero para eso tendremos que volver otra vez, quizás escuchando mejor algún fado encontremos una pista. Los fados siempre cantan a Coimbra como mujer; bien como doncella o bien como madre protectora, pero el tono de lamento me lleva a pensar en historias de melancólico final, de saudade y nostalgia. Quizás el tesoro ya solo sea algo del pasado.
Tesoro sí que encontraron en las vecinas ruinas romanas de Conímbriga (a un par de kilómetros al sur). Allí los arqueólogos se encontraban vasijas enterradas con monedas de oro, en un intento de salvaguardar los ahorros en la época convulsa de las arribadas visigodas (ojalá ahora se nos hubiera ocurrido lo mismo y no hacerles caso a los pajaritos volando de los banqueros). Curiosa ciudad fortificada con murallas y con abundantes termas, que hablan de aquella vida placentera que los vándalos del norte vinieron a perturbar. Y bajo esas ruinas, otras más antiguas; "indígenas" llegué a leer. Sita pone una moneda de 50 céntimos y las termas parecen revivir, y otros visitantes más rácanos que ella pero al acecho como buitres, aprovechan para disfrutar del momento que apenas llega a durar medio minuto.
Y así me despido de ustedes: Marielena, si ves un escenario en Praça 8 de Maio, no vayas a escuchar fados en Fado ao Centro, porque son los mismos, y en la Praça los escucharás gratis, aunque subiendo más arriba de la rua Quebra Costas encontrarás otras dulces melodías; Quico, ya sabes, si vas a Coimbra no olvides pasar por el pórtico de Minerva rumbo al Patio de las Escuelas, la sabiduría de una vieja universidad te espera, pero ni se te ocurra buscar el Museu Antropológico porque te marearán de un lado para otro y jamás lo encontrarás, solo al final te dirán que de todas formas hacen falta un mínimo de 20 personas para poderlo visitar.
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