sábado, 5 de marzo de 2011

El sureño carnavaleo

«Doc, en tres cuartos de hora estoy por El Pajero» «Ok, dame una llamada perdida cuando estés por allí».
El trayecto, aunque archiconocido, siempre me parece distinto. No solo es él, ni solo soy yo.
A bord de L’aspasia, Kuro Siwo, Karanti, Thessaloniki… Me mandan desde Alemania (las cosas son así de aparentemente enrevesadas) un par de CDs con una compilación de los poemas cantados de Nikos Kavvadías (mil gracias Bego). El estado de ánimo de esta mañana me pide ir escuchándolas mientras el bólido dorado se desliza por la piel quebrada de este lado de la isla. Para un hispanoparlante el griego moderno tiene una particular sonoridad, llamativa y atropellada de vocales y consonantes. Cuando lo escucho cantado me resulta hasta humorístico, pero sólo es una primera impresión. Las canciones se suceden en estilos y autores, y el paisaje sereno cambia entre nubes luminosas pero veteadas de grises y de oscuridades hacia las cumbres. O pilotos Nagel, Stavros tou notou, Lichnos tou aladdinou… y llego al lugar convenido.
Espero mientras los loros verdes cruzan escandalosos por el cielo frente al mar (las palmeras no faltan), y leo algo de la prensa del día. Más loros en el horizonte.

Y el hombre de La Volandera Cultural aparece con el paquete bajo el brazo. Ya viene rumiando venturas y desventuras; si te descuidas no tiene fin enlazando una con otra (ja ja). Hablamos de Ezequiel, claro, y de las necrofilias de algunos que se apuntan a todas. ¡Ay que joderse! Hablamos del páramo cultureta del ultrasur y del politiqueo ad hoc, de novedades, de escritores afines…
Veo que pasa por la calle un camión de palomos de competición y cambio a ese tema colombófilo. Me habla de un conocido de aquí de la montaña Chayofita, que está metido en ese mundo hasta las cejas, casi de profesional. Joder, es un tema que me interesa para trabajarlo en un proyecto que tengo pendiente desde hace tiempo. Quedamos en visitarlo uno de estos días de carnaval porque voy a quedarme por estos sures. Los loros verdes vuelven a sobrevolar nuestras cabezas, el nuevo animal autóctono por lo que veo. Así es, una tierra abonada a pájaros de todas clases. Y me recomienda una película checa que espero ver dentro de poco, pero eso es para ese proyecto que tengo ideado.
De la hojita volandera, uf, difícil conciliar de esta forma la ultralocalidad con las otras localidades y globalidades. Servilismos necesarios aparte, Sonia hay que buscar otro lenguaje más alejado del autobombo municipal y del periodismo más publicitario, como de cierta mirada personal del acontecimiento o algo así. Y, sin más, saluten desde este carnavaleo del sur.

Y esta noche Villa Amalia basada en la novela de Pascal Quignard; me gustó esa portada de la francesita que se asomaba al mar de la isla.