Leo Los días prometidos a la muerte y el ánimo me lleva a saltarme el orden de lectura establecido en el libro. Se trata de una compilación de relatos y eso te da esa libertad. Nada especial, por otro lado, pero leo El batallón perdido de los conversadores platónicos como vertrebrador del nuevo impulso literario de Javier Hernández. Seguramente me equivoco, pero en la radio me comentaba Javier el personaje que inspiraba este relato, y en ese hicapié instalo mi orden de lectura. De todas formas, lo del nuevo impulso literario no va por ahí sino por esa vuelta de tuerca en su línea narrativa. Ya se dejaba ver, por momentos, en sus dos primeras entregas, pero ahora se convierte en senda constante, repleta de mitologías literarias y escondiendo el itinerario final de los personajes. Me gusta ese punch, y auguro más delicias pal futuro. De momento parece que ya viene otra novela. Lo siento Jesús, pero deberás ir abandonando eso de "promesa" para este autor, pues viene pisando muy fuerte.
Esta mañana se presentaba cálida, casi atorrante, pero termino de componer las imágenes y textos para la exposición colectiva del sur. No quiero que me pille el toro. Me monto en la línea férrea de la ciudad y trato de dejar los archivos ya listos para la impresión. En el trayecto sigo la lectura de Javier, un momento perfecto para eso. Entre los chirríos de los hierros las frases de estas historias circulaban con un sabor especial; como afilando el arma homicida, un extraño cálculo de fierro percutor, un halo frío de proyectil, un personal ángulo de corte en la navaja... El hierro de la modernidad sigue teniendo su misticismo, su imantada atracción en las vidas de los urbanitas, la representación del poder y la fuerza, la dominación absoluta de la materia y de las vidas...
Una vez le dije a Jesús que había que meter al tren en nuestras historias. Cuando eso el tren todavía era novedad en la ciudad, metiéndonos de lleno en la vida moderna, descubriéndonos otra ciudad, otro ritmo vital. Ahora ya casi se está convirtiendo en un lujo cogerlo para trayectos cortos. Quién lo iba a decir, cuando esto es transporte de pueblo pueblo. Bueno sí, algunos lo decían, mientras, los de siempre se frotaban las manos.
Esta tarde vuelvo a cogerlo en dirección ciudad de los Adelantados, una amiga me espera para entregarle ejemplares del Gofio Estelar, dice que tiene compradores/lectores. Mientras hago tiempo para que aparezca mi amigo Álvaro, que le interesa otro ejemplar, me acerco al Instituto de Canarias Cabrera Pinto, donde se expone Horizontes Insulares, otra de las criaturas de Septenio. Me llamó la atención las video instalaciones anticastristas de la cubana Sandra Ramos; animaciones de humor cínico como "Naufragio", "Sitema solar", "Escape", "Retrato de náufrago" o "Carrera de relevo". En ésta última, la propia isla convertida en testigo que va pasando de mano en mano por personajes arquetípicos de la historia de los gobiernos de Cuba. La entrega de Fidel, que corre ligero veloz hasta que tropieza y da su barriga contra el suelo, saltando por los aires el testigo-isla, y lo recoge... No, no voy a decirlo para no estropear el final.
INVASORES
Hace 2 horas
1 comentario:
eso de promesa lo decía un propecto de aquel acto ficticio en el teatro leal, no yo. Javier está entre los buenos buenos, y no son pocos, lo que me asombra y me hace pensar en un siglo de oro de la literatura canaria, el siglo de la independencia, quizá.
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