domingo, 26 de septiembre de 2010

Licencias y calenturas. Aprox para una gramática estelar

De un tiempo a esta parte los bichos creo que me están dejando el ordenador bajo mínimos. Ya son tantas las cosas raras que hace, que ya no encuentro otra explicación. El antiviral hace muchos días que me avisa diciéndome que está caducado, y me pide dinero para actualizarse el muy cabrón. Como me sigan jodiendo tendré que encontrar buena carnaza para que piquen y me dejen en paz.
La otra tarde esperaba que el bueno de Jesús me remolcara hasta Laguna City, pero resultó que ya estaba por allí desde temprano con D. José, degustando las acrobacias de algunos horizontes culturales isleños. Le di mis condolencias y me preparo para coger el vagón de cola hacia la santísima Trinidad. Ahora Jesús me pide crónica, como si de otro acontecimiento del año se tratara. Pues nada, el punto de encuentro estelar estaba fijado para las 8,30 y por allí empezaron a aparecer escritores, editores, entusiastas y demás ralea cultureta. Nada del lleno vaticinado por alguno para el autobombo de letras canallas. En fin, Agustín parecía en plena forma, con ácida y elocuente incontinencia verbal (lo que casi siempre es de agradecer), con traca final en calle y bar de su propio santo. Lo que decía, la santísima Trinidad. Los acólitos estuvieron a su nivel, especialmente el de la tridiplomatura (el tres era el número de la noche) por su habilidad en el manejo del elegante mobiliario de las terrazas laguneras. Fue G. quien me hizo caer en ello, mientras, Kiko ya se balanceaba en su propio descojono, y JMª tampoco se quedaba atrás, para regocijo de Agustín, creyendo que en él radicaba el único mérito de semejante algarabío. La cosa no fue pa menos y quedó hasta inmortalizada en parte. Guarden ese documento ¡pol favol!
La crisis se hace sentir en todos los ámbitos y el brindis de rigor después del acto tuvo que ser autofinanciado, qué tiempos aquellos, quizás por eso tampoco es de extrañar las dificultades para llenar las salas. Bueno, sea como sea, media entrada y con desfile de autores por la mesa (menos mal que no éramos treinta). Jesús echó de menos a otros escritores, y yo estuve de acuerdo, aunque el resultado final es muy digno. Quizás, hasta la palabra antología le venga muy grande a esta compilación (y la de gramos... también). Pero ya se sabe, cualquier apuesta colectiva siempre engendra su propia polémica y eso siempre será parte de su gracia.
Yo estuve realmente comedido, como es habitual en mí, y en cuanto me desmelené en el post, el vino siempre tiene esas cosas, hablando en plan científico seductor, enseguida me pararon las patas. Yo con cierta vehemencia hablando de las teorías de los agujeros negros, con fórmulas matemáticas incluidas, y de la experiencia surre y hasta orgásmica que me supuso leer semejante literatura, cuando de repente me dijeron «Sí sí, muy bien todo eso, pero yo… yo soy muy de la tierra y a mí me gusta tener los pies en el suelo, nada de farándulas estelares» (lo último creo que no es muy textual, pero sí estaba en el espíritu, creo) Espero que haya sido por la fácil concurrencia nominativa y hasta licenciosa entre la física cósmica y la física anatómica, aunque la mente humana siempre es enrevesada y calenturienta en algunos terrenos, pura ciencia ficción. Más o menos como la tuya en estos momentos, lector/a.
¡Uf! Esas dos arepas y algún que otro bicho traicionero (yo también debo tener el antiviral caducado) me hicieron pasar una mala noche. Ahora a estarse quietito el fin de semana. Difícil tarea con lo que se avecina.

2 comentarios:

quico dijo...

No puedimos llegar a tiempo al acto de presentación en el Ateneo, pero después del rato mágico y magistral que pasamos en San Agustín, estoy convencido de que no me perdí ni un gramos de lo que se coció en esa noche, !que noche¡, hacía años que no me pasaba un rato tan divertido, único, memorable, con el "kamaraten" Pacheco en vena, no yo sé exactamente que tiene este hombre, creo que él mismo es un personaje que todavía no ha sabido entrar en la páginas de Agustín el escritor, quizá nunca lo haga, ya se verá, de todos modos de todo aquello no sólo quedará el recuerdo, hay documento.

Ramón Herar dijo...

¡Guárdelo! "soldaten"