Por la parte que me toca, pues trabajé allí unos años y todavía sigo manteniendo relaciones con mis colegas, me hago eco de la noticia que sigue: El Museo de Historia y Antropología de Tenerife (MHAT) expone actualmente piezas de sus fondos en los escaparates de 22 comercios del casco de La Laguna. Se trata de objetos cotidianos del siglo XIX y XX que pertenecen a los fondos de la institución y que nunca habían sido exhibidos en sus salas. La iniciativa se denomina “El museo en el escaparate”, y se desarrollará durante todo este mes de junio.
Al acto de presentación de este proyecto museístico, que tuvo lugar hace un par de días en la propia sede del Museo: Casa Lercaro, estuvieron presentes el gerente del Organismo Autónomo de Museos, Carlos González; y Pedro Del Castillo de la Asociación de Empresarios Alapyme. También asistieron la vicepresidenta de la Cámara de Comercio, María de los Ángeles Palmero, y Óscar Socas, de Banca Cívica. Estas dos entidades colaboran en esta campaña al igual que el Ayuntamiento de La Laguna.
Algunos de estos representantes institucionales se han mostrado entusiasmados con esta acción "innovadora" que busca, dicen, "hacer visible al museo y fomentar la actividad comercial". Tras admitir que las salas culturales se han quedado vacías, Carlos González afirmó que esta acción "forma parte de las actividades transversales que organizamos fuera de la ortodoxia del museo para atraer público".
María de los Ángeles Palmero, por su parte, alabó la labor de Alapyme al subrayar que "está claro que éste es el centro comercial abierto más importante de Canarias". Y sobre la iniciativa cultural, destacó que "el éxito de esta ciudad radica en que buscan innovar para diferenciarse del entorno, existe cooperación entre los vecinos y los comerciantes y logran proyección con todas sus iniciativas".
La actividad no tiene una línea argumental general, sino que cada local está dedicado a una temática independiente. En algunos casos, el material está relacionado con los productos que vende el comercio y en otros, no. Así lo explica Fernando Estévez, coordinador del MHAT, al asegurar que el objetivo principal de este proyecto es romper "la división tradicional entre cultura y comercio". En su opinión, estos dos ámbitos tienen en común que "el público contempla de la misma forma sus pasiones y recuerdos a través del cristal de un escaparate comercial o de una vitrina museística".
Como vemos, al margen del oportunismo de esta iniciativa para la promoción de los museos o de los comercios en esta ciudad de La Laguna, que es evidente, la equiparación entre los conceptos de ‘escaparate’ y ‘vitrina’ no es nada baladí. Este intercambio de continentes para las piezas de museo, nos da pie a encontrar nuevas y variadas lecturas en la relación que establecemos con los objetos más o menos cotidianos, tanto del presente (comercial) como del pasado (museístico). Asimismo, esa rotura planteada de la división tradicional entre museo (cultura/otium) y comercio (negocio/nec-otium) presenta también otras lecturas estimulantes acerca de la sacralización de los objetos o, mejor, del cruce de dos clases de sacralización de los objetos. Una, vinculada a la conformación de las tradiciones culturales nacionales y, por tanto, de las identidades colectivas (no olvidemos que el museo es una de las instituciones por antonomasia de los discursos nacionales del s. XIX, y la encargada de conservar y enfatizar los valores culturales propios). Y otra, derivada de una sociedad de consumo fetichista, donde el valor de cambio eclipsa al valor de uso de los objetos, por acudir a los clásicos conceptos de la teoría marxista, o donde el diseño y la moda dotan a los objetos de un valor añadido casi aurático, si queremos acercarnos al concepto de Bejamin desde la teoría del consumo, y de los objetos bañados por la fascinación, el simulacro y la fantasmagoría, si nos avecinamos a planteamientos más posmodernos como los de Baudrillard, o de ese aliento constante a una actitud no utilitaria respecto de las mercancías que tanto caracteriza al estilo de vida de las sociedades posmodernas, siguiendo a Bourdieu, Featherstone y demás.
Por otro lado, este juego de espejeo entre los valores y las sacralizaciones del ‘escaparate’ y de la ‘vitrina’, entre el mundo del otium (museo) y del nec-otium (comercio), donde las mercancías adquieren categorías del arte y los objetos cotidianos del museo también adquieren valor económico en las políticas de gestión museísticas, da lugar a pensar en otras influencias e intromisiones de lo mercantil en lo cultural. No acudamos siquiera a todo ese proceso del merchandising de los museos (bar-restaurant, tienda, etc.) sino centrándonos en la propia ‘vitrina’ del museo, y comprobaremos qué importancia ha tenido la evolución del escaparatismo comercial en la propia evolución de la presentación de los objetos en los museos.
No es de extrañar, pues, esa casi paradójica opinión declarada de principio: "el público contempla de la misma forma sus pasiones y recuerdos a través del cristal de un escaparate comercial o de una vitrina museística".
En fin, feliz y estimulante iniciativa del Museo de Historia y Antropología de Tenerife (MHAT), donde seguimos apreciando la mano inspiradora y renovadora de la museología crítica a través de su Coordinador y antropólogo titular de la Universidad de La Laguna, Fernando Estévez. Que la disfruten.
INVASORES
Hace 3 horas
4 comentarios:
Una iniciativa curiosa. El comercio, el mercado, está muy degradado en el sentido de que se ha despojado de todo sonrojo y se comporta avariciosa y mezquinamente incluso al nivel del pequeño comercio. La desaparición del escaparatismo como forma de arte cotidiano lo demuestra. El escaparate actual no es más que funcional. Esta iniciativa favorece más, a mi juicio, al comercio que al museo - vale, por qué no - porque lo aleja un poco de esa mezquindad mercantil. También favorece a la calle que se está (ha) perdi(do)endo en tanta funcionalidad.
No sé, el escaparatismo más bien creo que ha evolucionado al revés, de lo funcional/cotidiano a lo artístico/efímero, sofisticándose, estetizándose cada vez más, promoviendo aún más fascinación a una mercancía ya de por sí sometida al aura de la moda, el diseño, el estatus o la distinción de que hablara Bourdieu.
Un camino tan espléndido que el museo siempre ha venido recogiendo/imitando. Sobre la mezquindad... quizás todos tengamos intereses y seamos más mezquinos de lo que estaríamos dispuestos a reconocer. Tampoco creo que vayamos a encontrar la pureza en el museo, que siempre ha llevado a cabo representaciones con sus propios criterios y valores. Lo interesante aquí es hasta qué punto se rompe con una rígida división que no era tal: escaparate/vitrina y sus correlatos comercio/museo mercancía/pieza museística...
Acuérdate de Duchamp: el meódromo al museo, y cómo el museo devuélve al water los meaderos (El Faro de alegre memoria).
Sí, es cierto. El camino inverso al de esta propuesta, el del objeto cotidiano, mercantil, industrializado, seriado... convertido en 'objeto de arte' para llevar al museo. Aunque todo ello santificado por la firma y el genio de Marcel Duchamp (que no es poco). Puro aura en el pleno sentido de Benjamin. El reto extremo del arte y del artista. Al final, puro contexto; el avasallamiento del objeto por el contexto, y el triunfo del arte sobre la materialidad de las cosas.
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