Una vez en el colegio, llegaron unos para promocionar una enciclopedia 'educativa' de no sé cuántos tomos, de esas que ahora, en la era digital, pensamos que deberían arder en la pila de los infiernos si no fuera porque quedaría un horrible hueco en el mueble de nuestra sala. Para aquella promoción, hasta nos hicieron regalos en el aula misma. Los regalos se los llevaron los primeros en contestar a la famosa pregunta del color del caballo blanco. Yo no fui de los espabilaos, más bien me quedé pensando en quién sería ese tal Santiago que disponía de tan magnífico animal (o algo así). Esta tarde, el hermano Víctor sacó a relucir en Radio Tijuana la famosa paradoja del 'Asno de Buridán', para a continuación preguntarse (su hermano, más bien) por quién habría sido ese que la inventó. Pues eso, Buridán, el escolástico Jean Buridán discípulo de Guillermo de Ockham, para ser más exactos, que por algo se la conoce así, como el Asno "de" Buridán. El caso es que, según Ferrater Mora, el tal Buridán en comentario al tratado aristotélico De caelo no habló de un asno, sino de un perro, concluyendo Ferrater que en buena lógica debería conocérsela como el 'Perro de Buridán'. El asunto no es baladí, porque si era un perro, la comida a la que se pudiera referir la paradoja original, tampoco creo que fuera los dos montones de heno idénticos y equidistantes (que es la formulación clásica que nos ha llegado hasta nuestros días), más bien serían dos campanas a las que los perros son muy aficionados, según nos demostrara el también famoso perro de Paulov.
En fin, dejando el tufo conductista de lado, la discusión sobre la paradoja 'asnal' se llevó al terreno ético desde los escolásticos, pero se remonta a una discusión mucho más vieja, el problema del libre albedrío y el equilibrio en los elementos iguales de los filósofos griegos, y que por similitud se trasladó al problema de las motivaciones iguales. Luego los filósofos árabes y Santo Tomás lo trataron desde un punto de vista teológico en relación a la voluntad divina, la razón y la elección.
A pesar de que podamos preguntarnos si es legítimo tomar como base un hecho empíricamente imposible (que el asno muera de hambre ante la imposibilidad de encontrar alguna preferencia entre un montón de heno y otro por ser completamente idénticos), el caso es que lleva a preguntarnos por las escurridizas nociones de elección, preferencia, razón, voluntad y libertad, nos plantea Ferrater.
En las últimas décadas, incluso, recuerdo que la paradoja 'asnal' recobró fuerza en el terreno más sociológico de las elecciones o toma de decisiones del sujeto 'racional', pues viene a demostrar que las elecciones no tienen por qué ser siempre razonables o cuyas razones simplemente pueden escapar a las variables contempladas, lo que, sin duda, es el caso del cuadrúpedo, así como del bípedo Capitán América en Roma, debatiéndose existencialmente entre el disfrute devoto de la Capilla Sixtina o la admiración lujuriosa a una bella dama romana.
¡¡Me voy, que me comen las hormigas!!
INVASORES
Hace 3 horas
1 comentario:
Gracias a tu fuga de ayer, Víctor nos hizo el cuento del burro. No tuvimos ayer la ferocidad del león ni la fuerza del roble, pero sí la mansedumbre de los corderos y el tesón de las hormigas (que son comestibles y dan vigor a la sangre y avivan las ideas). Y luego en Atlantic City, como los Marx en la ópera o Mata Hari en Casablanca. Lástima que la esposa de Víctor me llamase a caminar sobre ella. Tuve que irme antes de la campana.
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