miércoles, 5 de agosto de 2015

Carta a Chito


Escribir es abrir una ventana distinta al mundanal ruido de la vida. Viajar es vivir de otro modo lo que de otro modo no viviríamos. Viajar y escribir es aunar dos mundos que cojean de una misma pata, primos hermanos con un aire de familia que les viene de una genética particular. Prometí viajar y escribir, cosa nada fácil en este tumulto acelerado donde vivimos, pero aquí va mi promesa cumplida, amigo Castellano. Escribo hoy, en la madrugada del cuatro de agosto, desde la residencia de una calle inspiradora, la Rua do Alexandre Herculano, de la ciudad de Porto. Según leo, Herculano fue gran escritor portugués del XIX, introductor de la novela histórica en este país. Una ciudad deliciosa este Porto, que rezuma historia e historias por todos lados. Construida a la ribera del Duero, muy cerca de su desembocadura, pero sin querer asomarse al mar (en esto me recuerda a Bilbao), montada sobre colinas de roca que provocan una urbe de pendientes y sacrificado pulular de gentes y vehículos. Creo que casi todas las ciudades portuguesas tienen su parte antigua así, supongo que es herencia de la época de murallas defensivas y castillos almenados. Todavía se ve alguno de cuando en cuando, como guardianes o vigilantes celosos del extraño devenir de la modernidad. Porto tiene la extraña cualidad de haber preservado todo su encanto populoso y de viejas industrias y tranvías, puentes Eiffel, monumentalidad recargada (neogótica me parece que leí en algún lado), al tiempo que una modernidad desigual, con barrios de bella descomposición, entre el crack y cocinas ambulantes de pobres. Por lo demás, la riada turística lo fagocita todo. Pero algo queda, siempre queda algo si te detienes a mirar desde la ventana.

1 comentario:

Jesús Castellano dijo...

Ventana al mundo, amigo Herar. Te uniste con Marcelino, también en Portugal, en Madeira. Leí que están despojando azulejos en las paredes portuguesas. Mira a ver si hay mercado de azulejos. Aunque traerlos aquí, que desperdiciamos las pateras, es dar margaritas a los cochinos. Por lo que veo, Porto es una maravilla. Una ciudad sin Calatrava. Aquí sigue jodiendo el que tenemos. El plan es quitarle la cresta y llevarla al Mamotretus. Esta ciudad está por descubrir. Esperamos tu vuelta, y sobre todo la de Sita. ¡Con vino verde!