Ayer, después de miles de gestiones a contrarreloj, al final de la mañana salía rumbo a Los Cristianos al encuentro con Charlín. Era martes y tocaba Radio Tijuana. Pensábamos encontrarnos con Jesús luego en uno de sus territorios preferidos, el Monterrey, para continuar a almorzar juntos en casa del Portugués. Jesús sabe de mi pequeña finca de mangos y le llevo unos cuantos de la generosa cosecha de este año. Por la recta hacia la rotonda del Palm-Mar veo las adelfas del borde de la carretera completamente desmochadas. Es la nueva jardinería de las cuadrillas del Plan eñe de ZP (supongo). Un día JMª me preguntaba por las adelfas de la plaza con ese mismo nombre que aparecía en el San Andrés literario de Jesús. Nunca me han llegado a gustar del todo esas plantas, sin embargo, ese nombre me parece hermoso; la Plaza de las Adelfas. Recojo a Charlín y rumbo a Santa Cruz por la TF-1, hablamos de lo que le habían parecido sus últimas lecturas de autores canarios (hace una semana que no lee otra cosa) los últimos números de Lunula, “El cambio” de José Rivero... Me dice que le gustó mi relato del viaje a Escotis y demás; el "Diario Íntimo" de Jesús, especialmente, pero también los textos de Marcelino, de Lizundia, Ánghel Morales... Hacemos una parada en el Bar Capitán (aludiendo a ese texto mío) y allí encontramos a una nueva y hermosa capitana pero, lamentablemente, casi siempre ocupada en sus cacharritos tecnológicos (móvil/internet). Atiende al bar, pero se nota que está en otra onda ¡Ay, la juventud! Damos una vuelta por el pueblo de El Tablado mientras le cuento a Charlín algunas de las fotos que he sacado por allí. Rincones humildes de autoconstrucción, pero con el encanto costero de su pequeño caletón y sus paseos de sabor ensalitrado. Seguimos hasta San Andrés y Charlín charla y charla de novelas y escritores. Es acojonante lo que lee este hombre, ojalá tuviera tiempo para seguir un ritmo de lectura así. En el Monterrey nos encontramos a Jesús que lleva toda la mañana pendiente de su padre en el hospital. Y yo aprovecho para saludar a Ferni, hacía tiempo que no lo veía porque ya no se queda al turno de noche (lástima). En el Santana, el restaurante del Portugués de los Campos Elíseos, en la rivera opuesta del Mamotreto, comimos bacalao a la portuguesa y continuamos en el mundo de la literatura, con Charlín, incluso, leyéndonos su manuscrito para el volandero cultural La Gatera. Uf, después de la comida y las cervezas necesito un café y un chupito del coctel sajón de hierbas digestivas Jägermeister. En el Monterrey caen ambos y por allí aparecen Orlando con su portátil y Chani hablando del
morito de Juan Royo (el espectáculo está asegurado) y Charlín consigue que le presten "El fulgor del barranco" y hasta se interesa por "Nadie contó los días exactos". Yo, por mi parte, me hago con un ejemplar de "Llorad las damas", última entrega poética de Jesús, y que por unos segundos voló con desprecio fingido por el ímpetu de Orlando (cosas de poetas de San Andrés). Pero nada, ni café, ni chupito, ni poetas, ni nada, ya me quedo bloqueado para los restos. Las conversaciones de Tijuana tampoco me ayudaron esta vez, con sus derivaciones hacia las ramas y los reproches de unos y otros. Esto es así, aunque haya madera suficiente, la fogalera no siempre prende bien para deleite de los concurrentes. Por qué será que después, en el bar, la cosa funciona mucho mejor y afloran los discernimientos y las ideas mejores… Aunque siendo francos, a veces también las peores.
2 comentarios:
Si en el bar fluyen mejor las conversaciones, está claro que lo que hace falta en la radio es una cervecita, jajaja.
Que tome nota el Sr. Curbelo...
Sí sí. O también llevar los micrófonos al bar, ja ja
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