Las noticias corren rápido en este sur profundo.
«¡Se murió Dora!» «¿Qué Dora?» «Dora, la de Juana Sixto». Sí, en estos pueblos del sur la repetición de apellidos ―Riveros, Dortas, Martines, Reverones, Donates…― ha obligado a añadir el nombre del padre al de sus hijos como si fueran su primer apellido. Curiosa solución para tanta redundancia endogámica, donde los apellidos terminaron por tornase en tan poco denotativos. ¿Habrá sido por eso? ¿o derivará generativamente de la vieja costumbre de conocer a los hijos en referencia a los padres y así sucesivamente? No sé bien qué cosa habrá sido, quizás por todo ello junto.
Bueno, sea como sea, las noticias vuelan y los velatorios y las celebraciones son ley, haciendo que todo el sur todavía sea no más que un pequeño pañuelo para el enjuague de desgracias y el vitoreo de alegrías. La red de redes, el pueblo pueblo, que más que viajar por el tiempo, es el tiempo mismo en una tierra que casi le pertenece. Mafias aparte, claro, de las que hablamos casi todos, y que garabatean los Javier y adláteres.
Pero eso… hasta en los reinos del Taoro e Icoden, y más allá. Como en los de Galicia, Navarra y cuántos otros más. Cada uno con el trapicheo que mejor le ‘convenga’.
Toda riqueza engendra su propia servidumbre, sólo se trata de saber hasta dónde nos dejamos engañar.
INVASORES
Hace 29 minutos
No hay comentarios:
Publicar un comentario