Mientras algunos se debaten sólo entre verdad y relativismo (qué cortedad de miras), mientras tratan de imponer 'su' verdad como la 'gran verdad', mientras se llenan la boca con grandes discursos sin considerar alternativas ni argumentaciones de ningún tipo, mientras se quejan del canon pero para imponer ellos mismos su propio canon como lo único ponderable, mientras no se deja resquicio ni posibilidad, mientras se invocan anatemas por determinadas palabras, mientras no importan los contenidos sino las formas, mientras se confunde verdad con deseo... Mientras sucede todo eso, como digo, ¡Dios, cómo echo de menos a Habermas!
¿Cómo es posible que enarbolando (supuestamente) la misma bandera de la razón se lleguen a principios tan poco razonables? La razón no es ilimitada, nos dirán, por eso llegado el momento se echa mano del machete y se corta por lo sano. ¡Hasta aquí! ¡Haasta aaaquí! No, no hay más y se acabó.
Pues no, sí que hay más... ¡Hay mucho más!
...Y resuenan en mi cabeza estas palabras "Hacer fuerte la hipótesis práctica —de origen ilustrado— según la cual es todavía posible lograr un orden social racional y justo, basado en el buen funcionamiento de una esfera pública en el seno de la cual las cuestiones prácticas —morales, éticas, políticas— tienen que poder ser decididas, no en base a la facticidad de la fuerza, la influencia o la coacción, sino a partir de la validez de un acuerdo racional —alcanzado mediante la argumentación— entre todos los posibles afectados" Pero, claro, eso no es lo que le interesa a quien se cree en superioridad, a quien cree que el otro no está en posición de argumentar nada digno, a quien sólo piensa por la validez de los hechos. Y es cierto, los hechos tienen una retórica complicada de rebatir, pero a todo eso no le podemos llamar ni verdad, ni razón, ni justicia, ni libertad, ni nada por el estilo. Sí, pero eso de qué nos sirve, los hechos son los hechos...
Pues sí que vale, porque es la única forma de salir de esa infantil e infernal tautología.
...Y ahora defiendan, si pueden, a saharagüis, espaldas mojadas, iraquíes, pigmeos, tiv, kun-sang, contadores de historias, mamotretos, cho-vitos, o lo que sea.
¿A qué viene todo esto? Pues nada, será porque hoy leí a Pérez-Reverte, en su columna semanal de Patente de Corso (cosa que hago siempre que puedo), y me hirvió la sangre. O será porque ando con las neuronas hiperactivadas de tanto azúcar navideño... o porque no me dejaron ver Gran Hermano o por el acoso y derribo al wikileaks ese o por el inexorable desmantelamiento de la educación y la cultura... o por vaya usted a saber qué. Pero alguna razón habrá. Eso seguro.
INVASORES
Hace 3 horas
1 comentario:
y eso de que no te acordaste de que lo mejor son los Derechos Humanos, no sé si incluso cuando son papel mojado. Pero yo prefiero los diez mandamientos. Maradona y Pelé en cada una de las tablas. Lo demás es hacer vestidos al emperador. Lástima que los niños no sepamos demostrar que el vestido es una falacia. Pero todo se andará. Aleluya y que nos toque El Niño.
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