lunes, 31 de enero de 2011

Nikos Kavvadías y el mar

Hace varios días, en una de las entradas a este blog, hacía referencia a la banda sonora de una película de Wim Mertens (director del film y autor de la música). Aquí su título original se cambió por el de Entre dos mares y está basada en una novela de Nikos Kavvadías, Li. Cuál no es mi sorpresa cuando al par de días de escribir sobre eso me encuentro en el suplemento cultural de El perseguidor el artículo “¿Quién fue Nikos Kavvadías?". Desde que vi esa película allá por 1996 (creo), siempre quise poder leer la novela Li, pero por mucho que pregunté por Kavvadías en las librerías nunca encontré nada. Así fue que terminé por pensar que la obra de ese escritor griego (eso creía) nunca debió ser traducida al español. Tuve más suerte, sin embargo, con la banda sonora, que me había impresionado igualmente, y desde hace muchos años he disfrutado con ella.
Resignado desde aquella época de los noventa, no había vuelto a intentar leer algo de Kavvadías, ni siquiera se me había ocurrido buscar nuevamente en esa magna enciclopedia en la que se ha convertido internet. Con el artículo de Iván Cabrera Cartaya en El Perseguidor me entero, al fin, de varias cosas que desconocía de la biografía y obra de Kavvadías. El artículo me anima a bucear por la gran red de redes y sigo encontrando más datos de este misterioso y subyugante escritor, al menos desde la versión cinematográfica que conozco de él y desde los versos que hasta ahora he podido leer.
Nikos Kavvadías es hijo de griegos pero no es griego de nacimiento, pues su ciudad natal está en Manchuria (Nikolski Ousouriski) donde su padre, comerciante, mantenía un negocio de importación-exportación. Con la Primera Guerra Mundial la gran inestabilidad de la zona hace que la familia regrese a Grecia. Posteriormente su padre muere, pues había vuelto a Manchuria para intentar defender el negocio y terminó volviendo arruinado y enfermo por los estragos de esa guerra. Así Kavvadías tuvo que ganarse la vida desde muy pronto, para lo que se enroló como radio-telegrafista de barcos, profesión a la que se dedicó toda su vida. Ahí están algunas de sus claves biográficas y que se reflejan en toda su obra; Oriente, el mar, los barcos, el viaje, nostalgia, cosmopolitismo, Grecia y los puertos y ciudades portuarias de medio mundo.
Su poesía es muy popular en Grecia porque después de su muerte (1975) sus versos fueron incorporados a muchas letras de canciones que forman parte ya de la memoria musical griega. Esa obra poética se recopila en sólo tres publicaciones: Marabú (1933), Niebla (1947) y De través (1975, justo antes de su muerte). De ellas sólo conozco poemas sueltos, pero en los que ya me hago alguna idea de su ser existencial, plagado de imágenes saladas y de esa tierna sensación de la vida golpeteada por los acontecimientos. Sólo este poema de muestra (por esos mundos de dios seguro que encontrarán algunos más), “Salónica”, perteneciente al libro Niebla:

Era aquella noche en que soplaba el Vardar,
la proa ganaba al oleaje braza tras braza.
Te envió el primero de a bordo a sondar el agua,
pero tú te acuerdas de Smaró y de Calamariá.

Has olvidado aquella melodía que entonaban los chilenos
—san Nicolás, protégenos, y santa Marina—
Una muchacha ciega te guía, hija de Modigliani,
a la que amaba el grumete y los dos de Mármara.

Hace aguas el fore peak, se anegan las cubiertas,
pero a ti te mece un extraño mareo.
¿Con invisible tatuaje te ha marcado la española
o la muchacha que danza sobre la cuerda?

Sobre tu cama duerme una serpiente perezosa
y el mono se pasea rebuscando en tu ropa.
Aparte de tu madre nadie se acuerda de ti
en este espeluznante viaje de perdición.

El marino echa las cartas y el fogonero el dado,
y el que es culpable y no se entera, va haciendo eses.
Acuérdate de aquel estrecho bazar chino
y de la muchacha que sofocaba su llanto dentro del rickshaw.

Bajo luces rojas duerme Salónica.
Hace diez años borracha me dijiste “te quiero”.
Mañana, igual que entonces, y sin oro en las mangas,
en vano buscarás la calle que lleva a Dépot.

En cuanto a la prosa, veo ahora que Li sigue sin traducirse, una verdadera lástima, aunque hay otra novela, La guardia (1954), que sí lo está. Publicada en 1994 por Ediciones del Oriente y del Mediterráneo (esa también caerá, espero), narra las historias que varios marineros van contando en cubierta durante sus horas de guardia nocturna. Esa fascinación por las vidas del mar y de los barcos la comentaba hace unas semanas con Marcelino (capitán de navío, además de escritor), en una de aquellas sesiones donde dejó de ser ‘El oyente’ para convertirse en un ‘tripulante’ más de Tijuana. Él había sacado el tema marinero durante el programa de radio, y yo luego en el bar le hablaba de Gran sol de Aldecoa, de Moby Dick de Melville, de los cuentos de Jack London, El viejo y el mar de Hemingway … En fin, de todas esas grandes narraciones sobre el mar. Esa fascinación marinera, sin embargo, no me viene de la literatura ni del cine sino del puerto de Los Cristianos, de cuando en los años 70 se había convertido en uno de los de los principales enclaves canarios de la pesca del atún, con sus grandes bermeanos, sus redes de cerco soleándose en el muelle y el espectáculo de la casi cotidiana descarga de miles de toneladas de patudos, rabiles, albacoras, bonitos... Muchos de mis amigos de entonces eran pescadores o hijos de pescadores, y sus historias, su idiosincrasia y hasta sus olores marinos pertenecen a esa parte mítica de la infancia que nunca se olvida.

viernes, 28 de enero de 2011

La frontera de Cormac McCarthy

Con todo internet a mis pies, todavía no tengo claro si la adaptación cinematográfica de Meridiano de sangre (Blood Meridiam, la novela fronteriza y salvaje de Cormac McCarthy) se ha hecho realidad. Las noticias que encuentro hablan siempre de proyectos futuros y de los serios problemas para mostrar en imágenes la historia de McCarthy siendo fieles a los acontecimientos allí narrados. Por lo que veo, un verdadero viaje al corazón de las tinieblas méjico-estadounidense, fetos colgando de estacas, incluidos. Será por eso que se habla de varios directores para esa película: Todd Field, Ridley Scott, James Franco...

De momento, lo que sí encontré fue esto, y ya es realmente memorable y portentoso. Pasen y vean:






PD:
Al fin consigo noticias más frescas, nos las ofrece la señorita Keith Staskewics, del pasado 3 de enero para la revista EW (Entertainment Weekly). Allí se reseña una entrevista a James Franco en la que habla de haber conseguido convencer a Scott Rudin y a Ridley Scott, dueños de los derechos para la adaptación al cine de la novela de McCarthy. ¡Por fin tenemos director! y James Franco comenta que seguramente para el 2012 estará lista la película. De momento sólo tenemos estos aperitivos que fueron rodados por Franco para convencerles definitivamente de que él podría sacar este proyecto a adelante. Ojalá la tengamos por aquí pronto, ya se me caen las babas.

jueves, 27 de enero de 2011

El oeste está en el sur

Después de mi pequeña disquisición sobre el género cinematográfico del oeste, me entraron ganas de ponerme a leer La dama y el recuerdo, de Silver Kane (el escudo literario de Francisco González Ledesma en la época franquista, ¡400 novelas publicadas con él!). Lo siento JMª pero Meridiano de sangre, de tu nuevo dios Cormac McCarthy, tendrá que esperar al siguiente turno... pero también caerá. Dicen que de esta novela de McCarthy están haciendo una película que probablemente se estrenará este mismo año, habrá que estar pendiente. Llamo a Jesús para saber si pensaba ir al Tete; hiciste bien en no ir, ya sabes, una nueva decepción, pero ¿qué haces cuando un hijo al que quieres te decepciona? También le comento mi nueva lectura (la de Kane) y me anima a llevarla el próximo martes para hablar algo de ella. Supongo que el tema del oeste (interrumpido por cortesía hacia la autoinvitada) todavía le sigue haciendo tilín.
Hoy nada, todo el día pal sur. Bajé con una de esas mañanas que tanto me gustan, de lluvias intermitentes y sol huidizo entre las nubes. Una mañana para ir al ritmo de Wim Mertens, escuchando la banda sonora de A man of no fortune, and with a name to come. Qué maravilla de piano y de voz, contándote las cosas importantes de esta jodida vida, tan llena de trampas, al son de aquel mar de la bahía de Hong-Kong, pero que bien pudiera ser el de la rada de Anaga, perdido en alguno de aquellos buques frente a San Andrés. Ay dios, esas notas de piano, primero encadenándose como gotas de lluvia suave y cálida en Casting no shadow, y esa impresionante voz en falsete de Mertens alargando vocales hasta el infinito; esas melodías arrolladoras de You see o Multiple 12... puro deleite que no paro de escuchar en un día como hoy mientras avanzo deslizándome por la alfombra negra, en mi mercedes dorado culebreando rumbo al país de los sueños.

miércoles, 26 de enero de 2011

Narratividades del far west

Toda sociedad que se precie genera su propia epopeya, un ámbito mítico con héroes y acontecimientos que se consideran legendarios; es la historia y la memoria reconociéndose a sí misma como acto fundacional de un estado de cosas posterior, que legitiman y desmarcan su devenir de cualquier otro posible. Es la introducción de un ámbito de causalidad necesaria en la visión retrospectiva, una descripción interesada y aceptable de la sucesión de los eventos, el hilo de Ariadna que nos hará salir del laberinto nebuloso del pasado. Anoche hablábamos de las películas del far west en Tijuana y la relevancia histórica de muchas de ellas (a lo que el Capitán América aludía con ‘historicidad’). Esto es más que una mera cuestión etnográfica, de representación de un modo de vida, de unas expectativas y de unos valores concretos, sólo de esa época, es mucho más que eso, es el acta fundacional de un país, de un cierto estilo de vida y de un conjunto de virtudes gestadas ahí pero que se quieren generales y atemporales, válidas, pues, para ellos los pioneros, pero también para los norteamericanos modernos, ejemplo a seguir. La cultura del esfuerzo y la honestidad, de la recompensa del trabajo duro, de la libertad, de la autodefensa, del siempre habrá un lugar donde empezar una nueva vida más feliz, de una vida pura y franca, del riesgo y el espíritu emprendedor, del arquetipo John Wayne… Es el comienzo del american dream.
De esa guisa fueron (la lista puede ser interminable pero esquematizo y simplifico seguramente en demasía, no soy un experto ni me interesa hacer una tesis al respecto): la avanzadilla civilizatoria "Jeremiah Johnson" o "Bailando con lobos", o todo ese tipo trampero Jedediah Smith avanzando por los grandes cauces fluviales topándose en soledad y cara a cara con los pueblos indios (muchos de esos pioneros eran franceses); las fortificaciones militares de la frontera, tipo "Fort apache" o "La legión invencible", y de todas las batallas militares de derrota y conquista, aunque triunfaran los indios, tipo general Custer y su Little Big Horn; o los grandes cazadores que diezmaban el alimento tradicional indio de las grandes llanuras salvajes, tipo "Buffalo Bill", dejándolas expeditas para la gran cabaña vacuna que la sucediera; la del avance de carromatos con los nuevos colonos de tierras vírgenes donde asentar la nueva cultura cerealista y ganadera, tipo "Casa de la Pradera"; los grandes repartimientos de tierras, tipo "Cimarrón" (no me acuerdo de otros títulos ahora pero he visto varias de esas); o las de las culturas indias y sus caudillos en la guerra contra el avance colonizador, tipo "Pequeño gran hombre" o "Gerónimo".
Seguramente desde hace mucho el género western también incorporó historias intimistas donde la psicología de los personajes era mucho más compleja y donde afloraban los conflictos ético-morales de la nueva sociedad que se asienta, tipo “La diligencia” de Ford (1939) o tipo “Shane” (traducido aquí como “Raíces profundas”) de Stevens (1953), pero es sobre todo a partir de los 70 cuando el realismo de izquierdas encuentra una veta en el western, tipo “El cazador” de Cimino (1978). Con “El jinete pálido” (1985) y “Sin perdón” (1992) de Clint Eastwood las historias del oeste se reelaboran y se tornan menos previsibles. La metamorfosis del género se completa ya con la muy sui generis y fantástica “Dead man” de Jim Jarmush (1995), con música de Neil Young y protagonizada por Johnny Deep y otros legendarios como Iggy Pop o Robert Mitchum. Aquí ya estamos hablando de otra cosa, de algo más que una época y un contexto, algo más que la epopeya fundacional de un país.
Nuevos derroteros del género se consolidan, por ejemplo, con “Ravenous” (1999). Aunque es una producción inglesa, con música de Michael Nyman y dirigida por Antonia Bird (las consultas a internet son cojonudas para estos datos), la película sigue siendo un western. La novedad estriba en introducir el tema del canibalismo; un inquietante y fantasmagórico/gore western ambientado en Sierra Nevada durante la guerra entre Méjico y EEUU hacia 1847.

domingo, 23 de enero de 2011

Y al final nos jorobaron

Bajaba esta mañana en tranvía de apretada marea humana, una buena parte blanquiazul pero también gente corriente y algunos pío pío de estraperlo, cuando diviso la gran rada de abrigo a sotavento del macizo de Anaga. Solo un gran petrolero esta vez, aproado hacia St Andrews, como dando las once, la hora convenida previo encuentro en el Aurora con Jesús. El único testigo del reloj marino frente a St Andrews. La hora temida, la hora señalada para la gloria o la debacle. Cuando llegamos al estadio una gran frase nos saluda desde Herradura, 'Somos dueños de nuestro destino'. Al centro de ella una imagen de la silueta marítima y nocturna de la ciudad con los perfiles de sus edificios más emblemáticos. Nos entretuvimos identificándolos desde la lejanía y entre risas. Presidiendo esa panorámica, una especie de ángel o ave fénix con sus alas completamente desplegadas y cuyo cuerpo lo formaba el escudo del Tete. Otras frases e imágenes gigantescas componían el cuadro de bienvenida, siempre colorista y entusiasta. El escenario estaba listo para la máxima expresión de la dramaturgia futbolera de estas islas. La tragedia y la catarsis, la emoción griega y la pasión del circo romano juntos, la masa convertida en cuerpo y alma de una sola voz, el aullido desgarrado de un ser ancestral, grupal, un todo más compacto y profundo que la suma de las partes, un afán de dominios y estrategias, un ser que quiere imponer y apabullar, un espacio hegemónico, un poder combinativo, una belleza de composición, una ética y una estética... un hecho social total, como en el Mauss de L'Année Sociologique, el verdadero campo de Bourdieu, el despliegue hegeliano del espíritu, el mundo como voluntad de Schopenhauer...

¿Que cómo quedó el partido? Ya lo saben, nos jorobaron la victoria.

Ahora sí que cobra vida la tragedia y la ofensa de proferir a los cuatro vientos esa hermosa frase. Oigo ya al coro proclamando el inexorable destino que nos aguarda, la imposibilidad de ser dueños del mismo, de elegirlo, de luchar para cambiarlo. Pero también esa grandilocuencia de los corre-ve-y-dile metidos a poetas y futurólogos... Un campo abonado para falsos profetas. ¡Uf, hasta miedo me dan!

Todo cuestión de escala evolutiva

Mañana Tete-Unión Deportiva. Por lo visto (me dicen), una camella de Lanzarote vaticina que ganará la U.D. Las Palmas. En la caterva de animales totémicos metidos a gurús del fútbol, ya veo que vamos avanzando en la gran cadena ser. Ya vamos por los cuadrúpedos, aunque jorobados. Aquello del cefalópodo anglo-alemán ya solo es una vago recuerdo. ¿Cuál será el siguiente?
Mientras tanto, mañana Jesús y un servidor seremos testigos presenciales, metidos en la gran horizontalidad de la marea, que a poco que se den las cosas bien, se tranformará en la gran ola circular (puro circo), y, por el contrario, a poco que se den mal... en la humillación y la ignominia, con ciertos brotes esquizoides y homofóbicos (igualmente, puro circo). Y a pensar en tiempos mejores (futuros, espero).

viernes, 21 de enero de 2011

Ente gallegos anda la cosa


Ayer me llama Charlín, que va a tener libre el próximo martes. --Uf, pero... ¿en qué son andas, en el de paz o en el de guerra?-- Yo trato de convercerlo para que a donde vayamos sea a Madrid, a la presentación de Transtempo, el nuevo libro de Cristina García Rodero que recoge más de cien fotografías tomadas en Galicia entre 1974 y la actualidad. Un libro con prólogo de su querido Manuel Rivas, como para perderse en el trasfondo humano a traves de esas gentes que tan bien deberá conocer el amigo Charlín. --Sería un placer viajar juntos por esos parajes atemporales y si de paso le rendimos pleitesía a doña Cristina, pues mejor. Creo que no lo logro. --Ramón... es que ya tengo compromiso con mis queridas concubinas. --¡Joder, siempre estás igual! Los mil y un vericuetos de la trascendencia y la solemnidad. ¡Qué cojones!

miércoles, 19 de enero de 2011

Velada


El próximo viernes 21 de enero a las 20 hrs. en el Centro Cultural de Los Cristianos, y hasta el 10 de febrero, se presentará la exposición fotográfica “Velada”, de Francisco (Kiko) Hernández, con su serie de fotografías en blanco y negro sobre boxeo. Quedan todos invitados.

“Velada” explora la expresión plástica del movimiento y el esfuerzo de los contrincantes, así como la composición de ellos con el árbitro y los geometrismos propios del ring. Los elementos son presentados con la dinámica de su pugna, buscando los encuadres donde la pegada y el cruce de miradas tengan papel protagonista. Una dramaturgia que en sus detalles escapa al ojo convencional pero no al ojo fotográfico del amigo Kiko Hernández. Bellas estampas para disfrutar de este deporte sin necesidad de asistir al ensordecedor griterío de la arenga desde las gradas (tan inspirador). Aquí ya se da por supuesto, no hace falta por imaginable, al igual que el tintineo de la campana marcando el ritmo de los asaltos o el ruido sordo del guante impactando en el objetivo. Y ese hermoso lenguaje visual de los cuerpos trabajados y mil veces machacados, esa armoniosa carne de gimnasio en medio de ilusiones, sudores y linimentos.

domingo, 16 de enero de 2011

Más raíces

Ayer por la mañana en la radio entrevistaban a Pius Alibek,un iraquí católico de la minoría asirio caldea, que desde hace unos años vive en Barcelona. Alibek es filólogo y cocinero, y ha escrito el libro Raíces nómadas, que narra buena parte de su historia personal, en la mutiplicidad de arraigos y experiencias que ha ido viviendo desde su Irak natal. Habla muchos idiomas, el arameo que es su lengua materna, luego el árabe lengua con la que estudió religión, el kurdo para sus estudios laicos, luego el inglés porque estudió filología inglesa y el español y el catalán después de su vida aquí. Cuenta que de cada uno de ellos destaca cualidades diferentes; el español por su potencia semántica, el catalán por sonoridad al igual que el árabe. Cuando oye hablar de los conflictos políticos en España por el uso de los idiomas, no deja de quedar perplejo, pues él siempre habló varios idiomas y nunca necesitó de alguno para poder definir de dónde era. Con su madre hablaba el arameo, con su padre el kurdo, en la escuela islámica el árabe... todo de una forma natural y sin sobresaltos. En Barcelona, afirma, la gente también es mucho más natural con los idiomas que lo que dicen los políticos. Raíces nómadas lo escribió en catalán, Arrels nomades. Inicialmente no tenía una relación emotiva con este idioma, explica, pero cuando mis hijas me contaban las historias que habían aprendido en el colegio y me las contaban en catalán, ya comencé a tener esa relación, pues para mí ellas son también ese idioma y esta historia escrita de mi vida es también para ellas, una historia de un Iraq que ya nunca podrán conocer como yo lo conocí.
Un Irak que no encaja, por cierto, con la imagen que hasta ahora se nos ha ofrecido, "un Irak con un dictador, eso sí, pero de gobierno aconfesional, donde la mujer se integraba plenamente al mundo laboral, con los mismos derechos que los hombres, donde estudiar te podía eximir de ir a la guerra , un país donde se vivía la vida y nadie podía imaginar que se convertiría en un estado islámico... que es lo que es ahora".

El libro ha sido traducido al alemán, pero allí tuvo que cambiar de título porque ese término de 'raíces' es tabú. Ya están curados, por sobredosis, de esa enfermedad en otra época. Al final se publicó con el título Mirando a las estrellas (o algo así) y alude a la costumbre iraquí de subirse a las azoteas para dormir a techo descubierto por las noches en las épocas más calurosas.

Así es Alibek, como el pie de Chema Madoz, un hombre de mundo echando raíces pero de poca sujeción, raíces con solo la largura justa y de gran flexibilidad para seguir caminado en la degustación de todos los otros mundos que se nos ofrecen. Mundos tan sólo a la espera de nuevos caminantes, alimentándose al mismo tiempo que los proveen de nuevos compuestos nutricios, los arrastres de otras tierras. Aire fresco y renovador. La mejor vacuna al ombliguismo, la autosuficiencia y la autocomplaciencia.

Las raíces, siempre esa poderosa imagen para certificar un origen y una tradición, para sustituir la amorfa nebulosa de elementos que constituyen cualquier pasado, una conexión autoevidente, un hundimiento directo y ramificado que nos provea de certezas, de un orden natural, de una fuerza orgánica, biológica, para justificar el inmovilismo que vocifera.

Decía Raymond Williams, por otro lado, algo así como que no hay nada más americano que un buen 'desayuno americano' antes de salir para el trabajo; tomando un café del medio oriente, en una taza de porcelana inglesa, leyendo el periódico impreso gracias al invento europeo y con una tinta y papel que son chinos. Quería decir con ello, que cualquier origen cultural es sumamente mestizo y viajero, y que a poco que escarbemos en él encontraremos derivaciones y parentescos insospechados, en absoluto oriundos. Naturalmente, la capacidad de sublimación de la diferencia y lo distintivo es muy grande, hasta descubrir, por ejemplo, que la famosa tela 'escocesa' la comenzó a tejer y vender un inglés o que la famosa manta 'esperancera' es otro tejido igualmente importado de inglaterra o que la famosa 'ikurriña' esté completamente inspirada también en la bandera inglesa. En este caso todos con un origen cuando menos foráneo e igualmente moderno, del siglo XIX, con lo que de ancestral y nativo, nada. No habría, pues, que excavar demasiado para encontrar el final de esa raíz, luego no será tan inamovible como aseguran.
En fin, ya saben (como aseguraba aquel conocido vascongado de adopción, Bergamín creo, en otro momento buscaré la cita), "hablar de las raíces siempre acabará convirtiéndose en una manera más bien subterránea de irse por las ramas."

viernes, 14 de enero de 2011

Monstruos y nostalgias

Cuando el otro día leía la entrada ‘monstruosa’ de García Rojas en El Escobillón (9-enero), tuve un extraño encuentro con mi memoria cinematográfica. Varias de las películas reseñadas allí recordaba haberlas visto hace muchos años en el cine Marino de Los Cristianos. Éste era uno de esos grandes cines de pueblo que ya casi han desaparecido de nuestros más modernos urbanismos; uno de esos cines que alimentaban nuestros sueños infantiles en las tardes de los domingos o nuestros deseos posteriores en las sesiones nocturnas del fin de semana. Cuando a finales de los 80 vimos Cinema Paradiso, el cine Marino ya no existía, ni tampoco muchos otros que como ese habían pasado a mejor vida o agonizaban sus últimos días completamente cerrados y defenestrados. Cuando Cinema Paradiso llegó a las pantallas, se decía habitualmente que era una película homenaje al propio mundo del cine, a su historia fílmica y demás, pero para mí (y seguro que para muchos más) el homenaje era, sobre todo, para las viejas salas de proyección de los pueblos, que eran mucho más que cine. En el cine Marino (imagino también al resto de salas desperdigadas por esas geografías) el espectáculo estaba tanto en la pantalla como fuera de ella; en el patio de butacas, en la sala de proyección, en el bar, en los baños, en el palco, en la taquilla… todo él era un espacio maravilla donde siempre sucedían cosas, emociones, sorpresas, miradas, besos, compincheos, risas, trastadas, … ¡Qué sé yo!
Pura nostalgia, tal vez, pero alguna de esas historias habrá que contarlas, aunque mejor otro día.
De todas esas películas que recordaba a propósito de los ‘monstruos’ del Escobillón, como decía al comienzo, hubo una que me llamó especialmente la atención, Holocausto caníbal de Ruggero Deodato (1980, rebusco en internet). Esa película debí verla (si no repaso mal) en los últimos años antes del cierre definitivo del Marino. Recuerdo que me impactó ese ‘infierno verde’ en el que se convirtió aquella llanura arbolada por la que culebreaban innumerables ríos y riachuelos.
Holocausto caníbal empezaba con la voz de un reportero que nos hablaba desde el Empire State, mostrándonos imágenes panorámicas de New York, cumbre de la civilización, centro del nuevo mundo y todo eso.

—El progreso tecnológico triunfa y lo que a principios de siglo parecían sueños imposibles, hoy han sido ampliamente superados. Hace aproximadamente 80 años no se volaba, hoy la llegada del primer hombre a la luna es solo un recuerdo. Durante el siglo XX la civilización ha avanzado más que en los milenios anteriores. Ahora el mundo nuevo de los escritores y futuristas llama ya a la puerta. Y, sin embargo, no debemos olvidar que existen aún salvajes sobre la Tierra. [y aquí, al mismo tiempo que sigue hablando la voz del periodista, la cámara baja a ras de suelo para mostrarnos, más de cerca, imágenes de lo que parece que es esa otra jungla, la Gran Manzana] Hombres cuyo nivel social no ha pasado de la edad de piedra, seres cuyo nivel moral se ha quedado en el instinto de la jungla, seres primitivos que viven en un mundo hostil y despiadado donde aún rige la ley del más fuerte [siguen las escenas de miles de coches y personas en las calles de NY]. Para recordarnos esto, cuatro jóvenes reporteros viajaron para filmar un reportaje de gran interés. Para recordarnos que el progreso tecnológico no es la única meta que existe frente a la humanidad. No puede existir una verdadera ciencia sin una auténtica conciencia.

En los prolegómenos de la expedición les preguntan a los protagonistas si no tienen miedo de ir al encuentro de esos seres en algún lugar perdido de la selva. No no, contestan sonrientes y tranquilos, como quien sabe cuáles son los verdaderos ‘salvajes’ y que los verdaderos seres para ser temidos son ellos mismos.
Aquellos reporteros se habían especializado en dotar al público occidental de imágenes sobre la violencia humana en el mundo. Guerras, conflictos, rituales… todo valía para alimentar la sed de sangre de los ‘civilizados’, siempre que fueran ‘otros’ los que la provocaban y los que la sufrían. Como si necesitaran de esa prueba palpable que les diferenciara absolutamente, como si necesitaran disfrutar de la sangre en la distancia, en una nostalgia ancestral que todavía nos subyugara.
Nada de eso vi entonces, era demasiado joven quizás, demasiado ingenuo. Sólo recuerdo la fascinación por la selva en su lado aventurero y la inquietud de su abigarrado claroscuro; donde cualquiera te podía observar de cerca sin ser visto, donde te podían asaltar en cualquier momento, y, sobre todo, donde vivían esos seres extraños de los que cualquier cosa cabía esperar, comiendo brazos y vísceras humanas.
No recordaba al antropólogo que trató de salvarles, ni al reportero, ni a los productores que vieron en la historia de los periodistas perdidos del Amazonas oro puro para sus índices de audiencia.
Pero nada de eso valió porque los realmente ‘salvajes’ eran los propios periodistas, los que se aprovechaban de los estereotipos y los prejuicios de los más ‘civilizados’ para alimentar sus demandas de otredad, de sangre y de una cierta dosis de barbarie. Los verdaderos ‘salvajes’, pues, los que sí que vivían en una verdadera jungla, eran otros. El lugar donde efectivamente se había dado el avance científico pero sin el progreso de (o acosta de) la conciencia, por aludir nuevamente al juego de palabras que nos proponía el reportero al inicio de la película.
Deodato quiso hablar de la violencia que en general afecta al ser humano, más allá de esa supuesta dicotomía civilizado-salvaje. Al director italiano le surgió la idea a raíz de la violencia gráfica y el sensacionalismo que encontraba en muchos de los reportajes y documentales sobre el mundo, algunos de ellos en la propia Italia donde se explotaba el morbo de los asesinatos, especialmente en el tratamiento que tuvo la muerte de Aldo Moro a manos de las Brigadas Rojas tras su secuestro a finales de los años 70, justo antes del comienzo de este proyecto. Ya vemos que la cosa todavía no ha cambiado mucho.
La película y el director tuvieron una accidentada historia judicial y de crítica no solo por la manipulación de las culturas indígenas de la Amazonía (casi nada caníbales, por ejemplo), sino fundamentalmente por lo explícito y provocador de las imágenes más potentes, empalamiento incluido. Quizás ese sea siempre el precio a pagar cuando se tocan las fibras más sensibles. Por último (ya acabo), muchos metros de esta película me parecen ahora sacados del más exigente decálogo del grupo Dogma 95 (fantástico), hasta veo que influyó en la realización de El proyecto de la bruja de Blair (1999).
En fin, totalmente recomendable para las mentes más desprejuiciadas y para los amantes de lo 'monstruoso' humano.

jueves, 13 de enero de 2011

Palestinos y suecos

Hace un tiempo el diario El Mundo ofrecía un paquete de películas que tituló “XX-XXI: La crónica del cambio de siglo”. Hoy he estado viendo una de ellas, Paradise Now (2005), con el descriptivo subtítulo de 24 horas en la cabeza de un ‘kamikaze’ palestino. Dos amigos palestinos desde la infancia, Said y Khaled, son elegidos para autoinmolarse en atentado como hombres-bomba contra los israelíes. El film retrata las dudas, los convencimientos y las peripecias de los dos amigos durante las horas previas al atentado. Los diálogos se suceden con el cúmulo de luchas, creencias y contradicciones del callejón sin salida donde viven. Los israelíes apenas se ven; esto es una historia de palestinos y entre palestinos, de la pluralidad de sus voces y pensamientos en su vida desquiciada. Al final los amigos (los palestinos todos) toman distintos caminos en su desesperado propósito de encontrar algún futuro… para acabar con las víctimas y los asesinos, los humillados y los invasores. En fin, todo muy complicado y ambiguo o lógico y sencillo, según se mire.
Uno de los amigos protagonistas, Said, el ahora elegido para convertirse en héroe del panteón palestino, es, sin embargo, hijo de un antiguo colaborador de los israelíes, que murió a manos de sus propios compatriotas después de ser descubierto y ajusticiado cuando él solo tenía 10 años. Quizás por eso extraigo uno de estos diálogos, en su sobresaliente ironía y desquicie.
—¿Sabéis una cosa? [Comenta uno mientras come]. En Suecia los coches siempre paran en los semáforos y los peatones miran siempre por dónde van. Y aún así tienen la tasa de suicidios más alta del mundo. ¿Qué les pasará a esos tíos?
—¿Qué tiene que ver eso con esa zorra? [Contesta el dueño de la casa de comidas, refiriéndose a las declaraciones de alguna política]
—… ¡Están locos!
—En mi vida había visto una tía tan fea como esa.
—¿Cómo se atreve esa tía a decirnos lo que tenemos que hacer con los informadores. Esa puta se preocupa más por los colaboradores que por el pueblo.
—Deberíamos cargárnoslos sin más. Eso es lo que tendríamos que hacer.
—Sí, habría que arrastrarles del pelo por las calles y luego despellejarlos.
—¿A quiénes?
—A los colaboradores.
—Ah, claro que sí.
—Y a sus familias y vecinos. Y también a los que les prestan dinero.
—Y no quedaría nadie en Gaza [interviene Khaled, el amigo de Said, que también come en otra mesa]. ¿Por qué van a tener que pagar por ellos sus familias y sus vecinos.
—¡Pero qué pasa contigo, es que eres sueco!

miércoles, 12 de enero de 2011

No tuvimos suficiente

Mientras Jesús se iba a acostar dejándonos una nueva crónica tijuanera, casi sin quererlo, nosotros estábamos por allí cerca, en el Monterrey de St Andrews. Marcelino y yo no tuvimos suficiente con la sesión radiofónica de ayer, ni con el copeteo del post en el mundano bar-restaurant del hotel Atlántida (territorio preferido del antiprologuista y del Capitán América). La marcha de allí siempre está marcada por el cierre del aparcamiento tijuanero (a las 22 hs, y menos mal). Cuando se acercaba esa hora, pues, por un momento me vi continuando la noche por Tacoronte, en donde decía Marcelino, degustando los bienes de la tierra, uf. Pero no, ya era demasiado tarde para eso. Se me ocurre entonces hacerle una visita inesperada a Jesús. Los hermanos se retiran de todas todas, pero Marcelino celebró la idea acordándose también de Ferni. Ferni, el del Monterrey, llegaba ayer mismo de su querida Venezuela con noticias frescas del Caribe bolivariano. Allí departimos, acunados por músicas llaneras, sobre Barquisimeto (de camino a Cúcuta y San Cristóbal del Táchira, la ciudad de nuestra Sonia, y del Lago Maracaybo). Barquisimeto, valle fértil entre las sierras de Saroche y Terepaima. Yo me acuerdo, entonces, de Colombia y de sus vallenatos, de esa parte colombiana del Llano y de su epicentro, Valledupar. Ah, qué tiempos y qué ganas de viajar por allí otra vez. Y le hablo a Marcelino de Santa Marta y su Sierra Nevada de más de 5.000 metros, con su Ciudad Perdida, y de mi viaje a La Guajira, el país de los indios wajúu, hasta llegar a la punta de La Valeta en la alta Guajira, justo al lado de la frontera venezolana. La Guajira es puro desierto ¡en pleno Caribe!, su costa y montañas se me parecían con Fuerteventura...
Llamábamos y llamábamos al móvil de Jesús y no respondía. No estaba por el Castillo ni por el resto de garitos que le conocemos. Chani tampoco sabía nada de él. Llamamos a la puerta de su casa y tampoco contestó. Lástima, un regalito le dejamos colgando del picaporte. ¡Bon appetit!

lunes, 10 de enero de 2011

Dos que pasan

Me asomo a la ventana y veo dos hombres que van calle abajo fumando cabizbajos y ensimismados. Cada uno va por su acera a ambos lados de la calle. Bajan a la misma altura y al mismo ritmo cansino, casi dejándose llevar por la inercia de la pendiente y por una misma y pesada apatía. ¡Oh! una vida en paralelo, una curiosa empatía, como si fueran dos amigos de siempre afectados por un mismo halo, entrando ya a ese punto discreto del estar a la vuelta de todo. El de la izquierda lleva sombrero, el de la derecha morral cruzado. Van al compás, tanto en el paso como en la estela del humo al fumar. En una de sus caladas, el de la derecha cae en la cuenta del otro y lo mira solo brevemente. Ambos pasan de largo y llegan igualados a la siguiente bocacalle. El primero coge hacia su izquierda y el segundo, sin embargo, a su derecha. Abandonan, pues, su extraordinario paralelismo para abrazar una incierta simetría. No se despiden, no se conocen, su vida ha sido tan distinta y su pensamiento tan dispar… Qué triste final para tan formidable coincidencia. Un escalofrío en la sien, un desencaje de neuronas jugueteando los impulsos, un no sé qué de algo perdido... apenas reconociendo su rastro espectral.
Quién espera ya nada... Sí, algo sí

domingo, 9 de enero de 2011

Foto


Le faltó foto esta vez a JMª, hablando de raíces y destinos. Le propongo ésta de Chema Madoz (creo). Dicen del ser humano, que nació bípedo para vagar por el mundo. La metáfora del 'ser caminante' no ha hecho sino reforzarse con el tiempo, hasta el punto de no poderse entender la propia modernidad sin ella. Sólo existiremos mientras demos sentido a esa extraña y verdadera naturaleza doble y bipolar, ¡pero a poco que te quedes quieto...! Parece que nos quiere decir Madoz con su siempre genial sentido del humor.

lunes, 3 de enero de 2011

No solo sol por estas tierras

De manera inhabitual, hoy lunes 3 de enero se publica en Diario de Avisos un nuevo número del suplemento cultural El Perseguidor. El acontecimiento seguramente no habría merecido una nueva entrada de este blog, pero esta vez se trata de un interesante monográfico de Eduardo García Rojas sobre la novela negra en Canarias. Incluso con entrevistas a sus principales representantes del momento: Antonio Lozano, José Luis Correa, Alexis Ravelo y Pedro Javier Hdez. Velázquez (ex-tijuanero). Entre sus artículos uno de un tal Herar (qué atrevimiento), a propósito del nuevo libro del último de ellos, Los días prometidos a la muerte, Ediciones Aguere-Idea. Ja, como de regalo de cumpleaños. El caso es que al mismo tiempo (siempre esas extrañas coincidencias), la portada del periódico nos ofrece el titular "Tenerife ya no es refugio de la mafia italiana". Duro golpe a los tentáculos del clan Nuvoletta según dice el periodista Fumero. ¿Duro golpe, también, a las posibilidades narrativas de estas islas en el género negro? De eso nada, seguramente un episodio más en los oscuros designios de estas tierras, un acicate más para el buen novelar de estos escritores y de otros más que pudieran llegar. Que así sea.

Y mañana, tijuaneo, marcelinismo (si viene ...y si no viene también) y relativismo, no igualitario sino ilustrado, que es el que defiendo con mal o con buen humor y en mi parquedad de palabras y discursos... ¡Y que Dios nos coja confesados!

domingo, 2 de enero de 2011

Por algo fue

Mientras algunos se debaten sólo entre verdad y relativismo (qué cortedad de miras), mientras tratan de imponer 'su' verdad como la 'gran verdad', mientras se llenan la boca con grandes discursos sin considerar alternativas ni argumentaciones de ningún tipo, mientras se quejan del canon pero para imponer ellos mismos su propio canon como lo único ponderable, mientras no se deja resquicio ni posibilidad, mientras se invocan anatemas por determinadas palabras, mientras no importan los contenidos sino las formas, mientras se confunde verdad con deseo... Mientras sucede todo eso, como digo, ¡Dios, cómo echo de menos a Habermas!
¿Cómo es posible que enarbolando (supuestamente) la misma bandera de la razón se lleguen a principios tan poco razonables? La razón no es ilimitada, nos dirán, por eso llegado el momento se echa mano del machete y se corta por lo sano. ¡Hasta aquí! ¡Haasta aaaquí! No, no hay más y se acabó.
Pues no, sí que hay más... ¡Hay mucho más!
...Y resuenan en mi cabeza estas palabras "Hacer fuerte la hipótesis práctica —de origen ilustrado— según la cual es todavía posible lograr un orden social racional y justo, basado en el buen funcionamiento de una esfera pública en el seno de la cual las cuestiones prácticas —morales, éticas, políticas— tienen que poder ser decididas, no en base a la facticidad de la fuerza, la influencia o la coacción, sino a partir de la validez de un acuerdo racional —alcanzado mediante la argumentación— entre todos los posibles afectados" Pero, claro, eso no es lo que le interesa a quien se cree en superioridad, a quien cree que el otro no está en posición de argumentar nada digno, a quien sólo piensa por la validez de los hechos. Y es cierto, los hechos tienen una retórica complicada de rebatir, pero a todo eso no le podemos llamar ni verdad, ni razón, ni justicia, ni libertad, ni nada por el estilo. Sí, pero eso de qué nos sirve, los hechos son los hechos...
Pues sí que vale, porque es la única forma de salir de esa infantil e infernal tautología.
...Y ahora defiendan, si pueden, a saharagüis, espaldas mojadas, iraquíes, pigmeos, tiv, kun-sang, contadores de historias, mamotretos, cho-vitos, o lo que sea.

¿A qué viene todo esto? Pues nada, será porque hoy leí a Pérez-Reverte, en su columna semanal de Patente de Corso (cosa que hago siempre que puedo), y me hirvió la sangre. O será porque ando con las neuronas hiperactivadas de tanto azúcar navideño... o porque no me dejaron ver Gran Hermano o por el acoso y derribo al wikileaks ese o por el inexorable desmantelamiento de la educación y la cultura... o por vaya usted a saber qué. Pero alguna razón habrá. Eso seguro.

sábado, 1 de enero de 2011

Happy New Year

Me levanté temprano esta mañana. Uf, ya no suelo digerir las cenas como antes. Y salgo a refrescar la pesadez de la noche y veo a los cuervos todavía en el balcón de enfrente, justo en la misma posición que el otro día cuando esperaba que levantaran vuelo o que, de pronto, se movieran distraídamente. Feliz pareja, tan bien avenida desde aquella atalaya, sin apenas mostrar asombro por las cosas de este mundo, ensimismándose en su opacidad mientras todavía los últimos rezagados juegan a columpiarse entre risas y desarboladuras. Bajo a dar una vuelta por la orilla y me voy tropezando con los restos de la fiesta. Un único vaso sobre el muro, orgulloso e insinuante, con un líquido oscuro que parece de cubata; una botella de cuello plateado medio vacía y unas copas de plástico alborotadas por el suelo, más allá; pedazos de cotillón a merced de la brisa... El sol y el aire me reconfortan entre toscones y cantos rodados hasta llegar al oxidado nido de ametralladoras, socavado en la base por los repetidos temporales de viento y sal. Mientras sigamos por aquí siempre será un triunfo. No lo olviden, queridos lectores

Como ven, nunca se me ha dado bien felicitar a nadie que no vea personalmente, como quien no quiere que esto se convierta en el mero deber cumplido