jueves, 31 de marzo de 2011
Breviario de cuentos relativos (II)
Esperaba una alegría cuando entró a la oficina bancaria. Y apareció... gentil, y de largo cabello ondulado. Los números, todavía continúan teñidos de rojo.
El Mojo Workin' de Willie Buck
Mañana viernes 1 de abril, a partir de las 22.00 horas,
¡¡Willie Buck!! en Santa Cruz de Tenerife
El Chicago bluesman, heredero de uno de los grandes padres del blues en esa ciudad, Muddy Waters, y uno de esos escasos músicos que todavía perseveran en la conexión con la vieja escuela, actúa en el cine Víctor (15€).
Buck llega a las Islas con la reedición de un disco publicado en los años 80 y que ahora presenta Delmark Records. En esta grabación se aprecia la influencia vocal de su mentor, Muddy Waters. Con este legendario cantante se podrá escuchar el blues más auténtico y espeso que tu corazón pueda aguantar, un hombre que subirá al escenario del cine Víctor para cantar sus blues vividos de primera mano.
Esta vez acompañado de una banda de excepción, como es la liderada por José Luis Pardo(Buenos Aires, 1981), que es uno de los pocos guitarristas de blues no anglosajón que se mueve con holgura por el circuito estadounidense. Por lo visto el bonaerense es un titán de esta música y suele quedar entre los mejores en cada Festival. Allí nos vemos, yo ya tengo mi entrada.
Les pongo esta canción de Willie Buck, a pesar de la poca calidad de la grabación, porque lleva por título Got My Mojo Workin' (Puse mi mojo a trabajar). Con 'mojo' (ellos lo pronuncian 'moyo') no se refiere a nuestra querida salsa gastronómica, sino a una bolsa pequeña de abalorios y amuletos que parece tener el influjo de enamorar a la persona deseada. La conexión con culturas indígenas y afro parece lógica, pero la evidente conexión escritural y fonética (vía 'mollos' portugueses) con nuestro acervo culinario y el hecho histórico que el asentamiento de las primeras comunidades europeas en el sur de EEUU fueran de procedencia canaria, ha llevado a alguno, que yo me sé, a investigar una posible relación. Bueno, suerte en la búsqueda, pero la cuestión no es tan peregrina como parece, pues ahora veo que Roberto Cabrera ha publicado un libro de etnomusicología sobre las músicas de Canarias, Apuntes para una reflexión etnomusicológica con Ediciones Idea-Aguere (véase las interesantes y literarias entradas del blog de Anghel Morales: "Organología del barrio" de R. Cabrera y "Maresía del gato" de Antonio Arroyo Silva, que también lo publica en la última entrega de Lunula, 2011-nº25), encontrando también conexiones de nuestros ritmos a uno y otro lado del Atlántico, incluidos los viejos ritmos de Louisiana y demás. Ya veremos.
miércoles, 30 de marzo de 2011
Ni improvisations ni lenguas ni epónimos
Mis amigos contertulios siempre comienzan muy apurados. Como los conozco, y también sé ya algo de la lógica radiofónica, quise omitir los primeros cuatro minutos del tema musical elegido esta vez para el comienzo y el final del Bosque de Tijuana. Nada, una especie de homenaje a los acontecimientos del norte de África y Medio Oriente a través de uno de los temas del recopilatorio "Live" de Eleftheria Arvanitaki. El corte 05 era completamente instrumental y se compone, a su vez, de tres partes: Oud Improvisation-Tamzara-Traditional Thracian Dance, y lo que más me gustó de ellas para el programa era las dos últimas. Por eso le dije a nuestro operario: 'comiénzalo en el minuto 4'. Pero nada, al final salió al revés, solo la primera parte: Oud Improvisation. Pues nada, después de todo a alguna oyente creo que hasta le gustó.
--¿Qué te pareció Tijuana, Jesús? Bien bien, bueno, algo puse en mi blog. --Yo diría que no dio para mucho, es decir, que al final sólo tuvimos media hora de programa. Quizás deberíamos cambiar el horario y que fuera de 6,30 a 7,30. --No sé no sé, igual terminábamos empezando también a las 7. --Pues nada, no tenemos remedio. Pero a mí sí que me vendría mejor para no llegar tan apurado. De todas formas, creo que nos liamos demasiado con lo de las lenguas; al final yo empeñado en que sí se pueden crear o inventar y los hermanos empeñados en que no.
Bajando las escaleras seguíamos la conversa cuando caí en la cuenta de lo que había pasado. Mientras yo me refería a lengua como conjunto de palabras, estructura gramatical, etc., ellos se referían a comunidad de hablantes. ¡Acabáramos! ¡claro!, claro que es muy difícil crear de la nada una comunidad de hablantes, para eso se necesitan unas condiciones muy especiales. Ya hablábamos de lo sucedido con el bable, el euskera o el esperanto.
Pero casos de éxito también los hay, como el de aquella comunidad de esclavos fugados, en Panamá. Allí recuerdo que se dio el caso de una curiosa invención lingüística y con desarrollo de comunidad de hablantes. No sé exactamente, pero creo que por la necesidad de asegurarse que no los pudieran entender, dada su condición de prófugos, y demás, viviendo en un sitio aislado de la selva, y no querían que los encontraran o supieran de su procedencia, convinieron en determinado momento inventarse un idioma. La propuesta fue relativamente sencilla y genial; en todo sería igual al castellano, pero las palabras se pronunciarían al revés, de tal forma que una frase cualquiera como 'le dije que viniera mañana' quedaría así: 'el ejid euq areiniv anañam'. El resultado colmó de tal forma las necesidades de su comunidad que ha permanecido como lengua viva hasta hoy, e incluso ahora pasa por una curiosidad cultural de Panamá que trata de explotarse turísticamente.
Más allá de lo anecdótico y circunstancial, pues lo lógico es que las lenguas actuales provengan de algún tipo de evolución lingüística previa, es decir, que tengan algún carácter tradicional-histórico, tampoco podemos descartar que se rescaten lenguas muertas (con pérdida de comunidad de hablantes, pero de las que se conoce vocabulario, gramática, etc.) o aprezcan lenguas ex novo (casi completamente inventadas). Solo se necesita (y eso es mucho, estamos de acuerdo) que en un momento dado una propuesta lingüística 'X' tenga sentido para un grupo social 'Y' y sea llevada a la práctica por él durante varias generaciones.
Joder, "generaciones"... Eso me recuerda al post-programa en Atlantic City, el Capitán América proponiendo una nueva teoría acerca de cómo definir el término. Ahora solo sé que según la wikipedia (diccionario de inevitable referencia, como sabemos) para 'epónimo' a lo más que llega es a referirse a un periodo histórico (según rey o gobernante) o año (según cónsul, en Roma, o arconte, en la Grecia Clásica). Por otro lado, veo difícil que nos pongamos de acuerdo en elegir a alguna figura epónima en concreto para designar al concepto moderno de cada 'generación'. Para eso prefiero la propuesta del sociólogo alemán Karl Mannheim, que habla más de una situación histórica que haga que un determinado espectro de edades compartan una serie de experiencias y participen de proyectos comunes... o algo así.
Y a todo esto Jesús me preguntaba: --¿Y después de que yo me fui, aparecieron las griegas?
No sé, será por eso que algún avispado dijo aquello de: "La lengua es aquel instrumento sexual que algunos idiotas sólo utilizan para hablar"
--¿Qué te pareció Tijuana, Jesús? Bien bien, bueno, algo puse en mi blog. --Yo diría que no dio para mucho, es decir, que al final sólo tuvimos media hora de programa. Quizás deberíamos cambiar el horario y que fuera de 6,30 a 7,30. --No sé no sé, igual terminábamos empezando también a las 7. --Pues nada, no tenemos remedio. Pero a mí sí que me vendría mejor para no llegar tan apurado. De todas formas, creo que nos liamos demasiado con lo de las lenguas; al final yo empeñado en que sí se pueden crear o inventar y los hermanos empeñados en que no.
Bajando las escaleras seguíamos la conversa cuando caí en la cuenta de lo que había pasado. Mientras yo me refería a lengua como conjunto de palabras, estructura gramatical, etc., ellos se referían a comunidad de hablantes. ¡Acabáramos! ¡claro!, claro que es muy difícil crear de la nada una comunidad de hablantes, para eso se necesitan unas condiciones muy especiales. Ya hablábamos de lo sucedido con el bable, el euskera o el esperanto.
Pero casos de éxito también los hay, como el de aquella comunidad de esclavos fugados, en Panamá. Allí recuerdo que se dio el caso de una curiosa invención lingüística y con desarrollo de comunidad de hablantes. No sé exactamente, pero creo que por la necesidad de asegurarse que no los pudieran entender, dada su condición de prófugos, y demás, viviendo en un sitio aislado de la selva, y no querían que los encontraran o supieran de su procedencia, convinieron en determinado momento inventarse un idioma. La propuesta fue relativamente sencilla y genial; en todo sería igual al castellano, pero las palabras se pronunciarían al revés, de tal forma que una frase cualquiera como 'le dije que viniera mañana' quedaría así: 'el ejid euq areiniv anañam'. El resultado colmó de tal forma las necesidades de su comunidad que ha permanecido como lengua viva hasta hoy, e incluso ahora pasa por una curiosidad cultural de Panamá que trata de explotarse turísticamente.
Más allá de lo anecdótico y circunstancial, pues lo lógico es que las lenguas actuales provengan de algún tipo de evolución lingüística previa, es decir, que tengan algún carácter tradicional-histórico, tampoco podemos descartar que se rescaten lenguas muertas (con pérdida de comunidad de hablantes, pero de las que se conoce vocabulario, gramática, etc.) o aprezcan lenguas ex novo (casi completamente inventadas). Solo se necesita (y eso es mucho, estamos de acuerdo) que en un momento dado una propuesta lingüística 'X' tenga sentido para un grupo social 'Y' y sea llevada a la práctica por él durante varias generaciones.
Joder, "generaciones"... Eso me recuerda al post-programa en Atlantic City, el Capitán América proponiendo una nueva teoría acerca de cómo definir el término. Ahora solo sé que según la wikipedia (diccionario de inevitable referencia, como sabemos) para 'epónimo' a lo más que llega es a referirse a un periodo histórico (según rey o gobernante) o año (según cónsul, en Roma, o arconte, en la Grecia Clásica). Por otro lado, veo difícil que nos pongamos de acuerdo en elegir a alguna figura epónima en concreto para designar al concepto moderno de cada 'generación'. Para eso prefiero la propuesta del sociólogo alemán Karl Mannheim, que habla más de una situación histórica que haga que un determinado espectro de edades compartan una serie de experiencias y participen de proyectos comunes... o algo así.
Y a todo esto Jesús me preguntaba: --¿Y después de que yo me fui, aparecieron las griegas?
No sé, será por eso que algún avispado dijo aquello de: "La lengua es aquel instrumento sexual que algunos idiotas sólo utilizan para hablar"
lunes, 28 de marzo de 2011
Contaminación y tabú. A cuenta del artículo de Sibi
Después de leer el artículo de Sibisse Rodríguez sobre 'bichos y literatura' (ver entrada de hoy en el blog de Jesús R. Castellano, y que también me ha gustado mucho), recordé alguna de las conversaciones entre Jesús y yo cuando construíamos aquella foto nocturna con las cucas del frontal de uno de aquellos viejos containers habitados, cerca del restaurante La Cofradía (St Andrews, in Teneriffa). La foto se publicó en Lunula 23, dedicado a 'la risa', con texto del supuesto diálogo filosófico entre ellas (la cucaracha que sube por la puerta metálica y el graffiti de una polla dibujado en ella, en Canarias las llamamos cucas a ambas). Jesús hablaba de la profunda zozobra que aún causa el encuentro con determinados bichos como las cucarachas o las ratas. "Estoy convencido que una buena papilla de cucarachas curaría muchas enfermedades", me decía.
Puestos a elegir entre elementos que todavía perturben y escandalicen nuestro ánimo, nada hay como acudir a estos pequeños insectos y animales de nuestro entorno. Dándole vueltas al asunto en aquel entonces, me acordé de la antropóloga Mary Douglas y su libro Pureza y peligro. Análisis de los conceptos de contaminación y tabú, donde se hablaba del profundo y significativo simbolismo cultural de las nociones 'puro' e 'impuro', conformando muchas actitudes, modos de ser y entender, pautas de conducta, etc., que son muy distintas, a veces, por relativas al grupo social y a la cultura de que se trate. 'Puro/impuro' se comportan como nociones de base, estructurantes, ayudando a definir esos grupos y culturas, a distanciarlos entre sí. Si bien lo 'puro' e 'impuro' remite inicialmente a lo ritual, a la investigación de lo sagrado y los símbolos religiosos, con Mary Douglas muchos otros conceptos de ámbito más laico son asociados a ellos, como ocurre con 'higiénico' y 'sucio', adentrándose, pues, en la cotidianidad social e indicándonos en todo momento lo que 'se debe' o 'no se debe' hacer. Tranquilos, no voy a extenderme mucho más en esto, sino a conectarlo ya con el tema de los bichos.
Pero antes Lévi-Strauss. Éste, a propósito de lo crudo y lo cocido, volumen I de su serie Mitológicas, interpretaba el acto de cocinar los alimentos como un intento de instaurar la civilización en la naturaleza, el orden cultural en el orden natural. Esto era especialmente importante para el acto de comer, es decir, para un delicado y decisivo acto de interiorización, para el paso simbólico de lo externo a lo interno. La boca como puerta, como umbral, cuyo paso debe quedar ritualizado, es decir, sometido a 'control' para garantizar su inocuidad.
Otro acto de instaurar el orden cultural en el natural ha sido la separación cada vez más radical entre lo urbano (espacio humanizado), lo campestre (espacio de transición) y lo selvático (espacio de naturaleza). Esto es especialmente manifiesto en el ámbito doméstico, donde se vive y se reproduce más íntimamente lo social y lo cultural. La casa, como expresión casi absoluta del dominio y el control sobre el orden natural; el hogar como espacio de exclusión de cualquier gobierno natural; y la necesidad de una autoafirmación jerárquica. Allí todo es distinto de lo natural, y aunque pueda haber elementos de naturaleza (plantas o animales), éstos se deben encontrar bajo el dominio de lo cultural: macetas, jaulas, correas, domesticación, podas, selección, artificio...
Cuando encontramos alguna clase de bicho en nuestra casa (la propia noción de bicho alude a lo natural que escapa a domesticación), por pequeño e inocente que sea (arañas, hormigas, polillas, escarabajos, grillos, milpiés, cochinillas...), lo que encontramos realmente no es un ser 'asesino' que atenta contra la continuidad de nuestras vidas, cosa que ya sabemos improbable con esta clase de animalitos. No, lo que nos horroriza cuando aparecen en nuestro domicilio es la transgresión, la violación intolerable de una jerarquía preestablecida, la burla de nuestro ámbito de control y dominio. Son seres que aunque no nos hagan realmente casi ningún daño, el caso es que escapan a nuestro orden cultural, no están sujetos a ninguna clase de doma, no se atienen a normas, es más, son libres de pulular por donde les plazca en nuestra propia casa y eso nos inquieta y perturba grandemente porque violan sistemáticamente la frontera de lo que creemos que 'se debe' y 'no se debe' hacer. Son los seres que atentan contra nuestro orden simbólico y por ello son vistos especialmente como fuente de suciedad, de inmundicia, de enfermedad... y origen de nuestras más horribles pesadillas. Es casi imposible resistirse a intentar exterminarlos de nuestras casas, y quien no lo haga acabará contaminado por ellos y terminará por sufrir algún tipo de desprecio social (cuidado con tus mejunjes, ja ja).
La definición de 'puro/impuro' o 'higiénico/sucio' que nos da Mary Douglas es, finalmente, 'contextual'. Lo que cultural o simbólicamente definimos como 'impuro' o 'sucio' no es una cualidad intrínseca de las cosas o seres referidos, sino que depende de si responde adecuadamente o no al orden preestablecido de lo que debe o no debe hacerse. Así, el azúcar cuando está dentro de un recipiente que llamamos azucarera es puro/limpio, está donde 'debe estar', pero cuando se derrama accidentalmente sobre un plato de paella ya es 'impuro', está 'sucio' y deberá tirarse a la basura. No es un tema de higiene comestible, pues la paella nos la estábamos comiendo en ese momento sobre la mesa antes de que se nos derramara el azúcar en ella. Es un problema del lugar que ocupa antes y después del accidente, de lo que consideramos que 'debe' y 'no debe' hacerse con ella. Naturalmente que el paradigma higienista-médico es decisivo en nuestra cultura para establecer ese orden, pero la estructura de sentido general en el que se enmarca es más compleja que eso.
Cuando nuestra cocina es invadida por las hormigas, nuestra consternación no proviene de la cantidad de alimento que se llevan, ni siquiera de las enfermedades que pudieran transmitirnos (que no existen), sino de la violación del orden preestablecido. Probablemente, si pudiéramos enseñarles a corretear por los espacios habilitados para ello y a comer en su propio plato, es decir, si pudiéramos domesticarlas, no tendríamos esa clase de reacción, esa extraña y poderosa mezcla de espanto, antipatía y asco.
Las hormigas, las cucarachas, las polillas y demás, si se atuvieran a nuestras normas serían más bien unas buenas amigas; pequeñas, sociables y simpáticas vecinas, pero no lo hacen.
Así, pues, los bichos siempre tendrán asignados ese papel realmente turbador de seres inmundos que se atreven a violentar hasta nuestro orden más íntimo (más aún si se trata de nuestro propio cuerpo), el de los seres que siguen empeñados en demostrarnos y recordarnos una y otra vez que, en realidad y a pesar de todo, nuestro orden cultural todavía continúa supeditado al orden natural. Es por ello que la literatura, y también las otras artes, los ha sabido explotar como símbolo transgresor, como conector hacia nuestros más bajos instintos, como desencadenante de nuestras más irreprimibles pesadillas. Su fuerza está en el tabú que representan.
Y ahora, vamos a ver qué nos depara la sesión tijuanera de esta tarde del martes, esperemos que esté ciertamente animalada.
Puestos a elegir entre elementos que todavía perturben y escandalicen nuestro ánimo, nada hay como acudir a estos pequeños insectos y animales de nuestro entorno. Dándole vueltas al asunto en aquel entonces, me acordé de la antropóloga Mary Douglas y su libro Pureza y peligro. Análisis de los conceptos de contaminación y tabú, donde se hablaba del profundo y significativo simbolismo cultural de las nociones 'puro' e 'impuro', conformando muchas actitudes, modos de ser y entender, pautas de conducta, etc., que son muy distintas, a veces, por relativas al grupo social y a la cultura de que se trate. 'Puro/impuro' se comportan como nociones de base, estructurantes, ayudando a definir esos grupos y culturas, a distanciarlos entre sí. Si bien lo 'puro' e 'impuro' remite inicialmente a lo ritual, a la investigación de lo sagrado y los símbolos religiosos, con Mary Douglas muchos otros conceptos de ámbito más laico son asociados a ellos, como ocurre con 'higiénico' y 'sucio', adentrándose, pues, en la cotidianidad social e indicándonos en todo momento lo que 'se debe' o 'no se debe' hacer. Tranquilos, no voy a extenderme mucho más en esto, sino a conectarlo ya con el tema de los bichos.
Pero antes Lévi-Strauss. Éste, a propósito de lo crudo y lo cocido, volumen I de su serie Mitológicas, interpretaba el acto de cocinar los alimentos como un intento de instaurar la civilización en la naturaleza, el orden cultural en el orden natural. Esto era especialmente importante para el acto de comer, es decir, para un delicado y decisivo acto de interiorización, para el paso simbólico de lo externo a lo interno. La boca como puerta, como umbral, cuyo paso debe quedar ritualizado, es decir, sometido a 'control' para garantizar su inocuidad.
Otro acto de instaurar el orden cultural en el natural ha sido la separación cada vez más radical entre lo urbano (espacio humanizado), lo campestre (espacio de transición) y lo selvático (espacio de naturaleza). Esto es especialmente manifiesto en el ámbito doméstico, donde se vive y se reproduce más íntimamente lo social y lo cultural. La casa, como expresión casi absoluta del dominio y el control sobre el orden natural; el hogar como espacio de exclusión de cualquier gobierno natural; y la necesidad de una autoafirmación jerárquica. Allí todo es distinto de lo natural, y aunque pueda haber elementos de naturaleza (plantas o animales), éstos se deben encontrar bajo el dominio de lo cultural: macetas, jaulas, correas, domesticación, podas, selección, artificio...
Cuando encontramos alguna clase de bicho en nuestra casa (la propia noción de bicho alude a lo natural que escapa a domesticación), por pequeño e inocente que sea (arañas, hormigas, polillas, escarabajos, grillos, milpiés, cochinillas...), lo que encontramos realmente no es un ser 'asesino' que atenta contra la continuidad de nuestras vidas, cosa que ya sabemos improbable con esta clase de animalitos. No, lo que nos horroriza cuando aparecen en nuestro domicilio es la transgresión, la violación intolerable de una jerarquía preestablecida, la burla de nuestro ámbito de control y dominio. Son seres que aunque no nos hagan realmente casi ningún daño, el caso es que escapan a nuestro orden cultural, no están sujetos a ninguna clase de doma, no se atienen a normas, es más, son libres de pulular por donde les plazca en nuestra propia casa y eso nos inquieta y perturba grandemente porque violan sistemáticamente la frontera de lo que creemos que 'se debe' y 'no se debe' hacer. Son los seres que atentan contra nuestro orden simbólico y por ello son vistos especialmente como fuente de suciedad, de inmundicia, de enfermedad... y origen de nuestras más horribles pesadillas. Es casi imposible resistirse a intentar exterminarlos de nuestras casas, y quien no lo haga acabará contaminado por ellos y terminará por sufrir algún tipo de desprecio social (cuidado con tus mejunjes, ja ja).
La definición de 'puro/impuro' o 'higiénico/sucio' que nos da Mary Douglas es, finalmente, 'contextual'. Lo que cultural o simbólicamente definimos como 'impuro' o 'sucio' no es una cualidad intrínseca de las cosas o seres referidos, sino que depende de si responde adecuadamente o no al orden preestablecido de lo que debe o no debe hacerse. Así, el azúcar cuando está dentro de un recipiente que llamamos azucarera es puro/limpio, está donde 'debe estar', pero cuando se derrama accidentalmente sobre un plato de paella ya es 'impuro', está 'sucio' y deberá tirarse a la basura. No es un tema de higiene comestible, pues la paella nos la estábamos comiendo en ese momento sobre la mesa antes de que se nos derramara el azúcar en ella. Es un problema del lugar que ocupa antes y después del accidente, de lo que consideramos que 'debe' y 'no debe' hacerse con ella. Naturalmente que el paradigma higienista-médico es decisivo en nuestra cultura para establecer ese orden, pero la estructura de sentido general en el que se enmarca es más compleja que eso.
Cuando nuestra cocina es invadida por las hormigas, nuestra consternación no proviene de la cantidad de alimento que se llevan, ni siquiera de las enfermedades que pudieran transmitirnos (que no existen), sino de la violación del orden preestablecido. Probablemente, si pudiéramos enseñarles a corretear por los espacios habilitados para ello y a comer en su propio plato, es decir, si pudiéramos domesticarlas, no tendríamos esa clase de reacción, esa extraña y poderosa mezcla de espanto, antipatía y asco.
Las hormigas, las cucarachas, las polillas y demás, si se atuvieran a nuestras normas serían más bien unas buenas amigas; pequeñas, sociables y simpáticas vecinas, pero no lo hacen.
Así, pues, los bichos siempre tendrán asignados ese papel realmente turbador de seres inmundos que se atreven a violentar hasta nuestro orden más íntimo (más aún si se trata de nuestro propio cuerpo), el de los seres que siguen empeñados en demostrarnos y recordarnos una y otra vez que, en realidad y a pesar de todo, nuestro orden cultural todavía continúa supeditado al orden natural. Es por ello que la literatura, y también las otras artes, los ha sabido explotar como símbolo transgresor, como conector hacia nuestros más bajos instintos, como desencadenante de nuestras más irreprimibles pesadillas. Su fuerza está en el tabú que representan.
Y ahora, vamos a ver qué nos depara la sesión tijuanera de esta tarde del martes, esperemos que esté ciertamente animalada.
Breviario de cuentos relativos (I)
Soñaba ser amada... y no vio al de la motocicleta.
(lo breve del cuento para algunos,
a ella nunca se lo pareció.
Hoy en día es una gran aficcionada
a las carreras de motos.)
(lo breve del cuento para algunos,
a ella nunca se lo pareció.
Hoy en día es una gran aficcionada
a las carreras de motos.)
jueves, 24 de marzo de 2011
Qué oscura era la noche...
Nada de él, ni nada del fondo, invita al romanticismo ni a cualquier atisbo de sensualidad o evocación, si acaso el movimiento de sus manos. El hechizo está fundamentalmente en la guitarra y en esa voz melancólica y sostenida que sale de ella. Es una estupenda versión de la conocidísima melodía de Ry Cooder para aquella prodigiosa película de Wim Wenders, Paris, Texas. Todavía me recuerdo en los ochenta viéndola extasiado en la pantalla grande.
La extraña atracción de este ritmo y de esta forma de tocar el slide guitar, con antiguas armonías que nacieron del alma, y que por ello siempre regresan a ella, le vienen a Cooder de un viejo bluesman, Blind Willie Johnson. El Blind Willie Johnson de Dark Was The Night, Cold Was The Ground, una de las pocas canciones que tienen el privilegio de viajar hacia los confines del universo, formando parte del saludo humano a cualquier otra civilización o entidad inteligente que pueda encontrar. Las notas deslizantes de esta canción eran acompañadas por B. W. Johnson con su voz característica, entonando una especie de himno; la voz de todos los seres sufrientes de este mundo.
La versión de Ry Cooder inspirada en Dark Was The Night... no pudo ser más afortunada, mimetizándose con el paisaje y los sentimientos de aquella película. Y ésta es la melodía que me acompaña en tantas ocasiones cuando me deslizo por este lado de la isla, también lleno de arideces, en mi bólido dorado a lo largo de la culebra negra de pintitas blancas. El universo de descarnadas soledades, la materia 'prima', el tiempo ajeno, el co(g)ito ad eternum.
miércoles, 23 de marzo de 2011
Acordándome, todavía, del rollete 'paradigmático'
"...Y a mi derecha Ramón Herar Cuervo: cría cuervos y te sacarán los ojos" (ja ja). La sentencia venía a cuento de los 'paradigmas' religiosos que el Capitán América nos detallaba el otro día en Al Faro. Por lo visto tuve un equívoco fonético entre 'Khun' y 'Küng', es decir, entre Thomas S. Khun el filósofo de la ciencia y Hans Küng el teólogo de Tubinga. No sabía que el segundo había utilizado también el concepto de paradigma para explicar (al menos) la historia de la religión judía, lo que provocó que lo entendiera como una mala aplicación del concepto de Khun por parte del Capitán, según explicaba en la anterior entrada. Ja ja. Resuelto este primer escollo ayer en Tijuana, nos surgió el de explicar el propio concepto a petición del depuesto y desplumado sanandresino, que hasta veía ya a su propia casa como un paradigma. Uf, el enredo teórico estaba asegurado en el rápido intento de simplificación, pero creo que algunas pinceladas divulgativas estuvieron meridianamente claras. Aún así, vuelvo en el intento para que se termine de aclarar (eso espero). Paradigma se refiere al corpus comúnmente aceptado (al menos para un grupo) de ideas, creencias, teorías, interpretaciones, expectativas y asignaciones de valor en su diversa amplitud... que tienden a buscar coherencia explicativa sobre el mundo o parte de él. Este corpus tiende a ser ejemplarizante, es decir, a servir de ejemplo, referencia, modelo, guía (papel socialmente protagónico en la asignación de sentido de algo, y ese 'algo' depende del contexto al que se aplique), teniendo por tanto una función veritativa, de encuentro con la 'verdad', condicionando las formas de 'ver' o 'interpretar' los acontecimientos (cosmovisión). En relación a la historia de la ciencia se refiere a las grandes teorías científicas (Copérnico, Newton, Einstein... como decía) y tiene unas connotaciones muy restrictivas según la obra de Thomas S. Khun (no confundir), pero en la historia de la religiones podría referirse a algo un poco más laxo como al conjunto de creencias asociadas a una etapa, a una obra clave o a lo predicado por un guía espiritual en concreto, etc. (es el caso, creo, de los paradigmas de Hans Küng). En el ámbito político, por ejemplo, podríamos hablar del paradigma liberal, del paradigma marxista, etc. Y así sucesivamente en cualquiera de los otros grandes ámbitos del conocimiento. En el caso de estos paradigmas políticos que cito, es evidente cómo nos proponen una determinada manera de ver/explicar el funcionamiento social, una intención de lucha en la sociedad y un modelo social al que aspirar, teniendo en ambos casos muy presente esa función veritativa de la que hablo, y que es la que le otorga toda su fuerza y prestigio para el convencimiento de los que se adhieran a cada uno. En el caso de las artes muchos de los grandes ismos podrían cosiderarse como paradigmas; el surrealismo, por ejemplo, denota facilmente ese afan 'paradigmático' que digo, con comunidad organizada y textos programáticos y todo. A veces, este prestigio y fuerza es tal que desborda el campo que le es propio (ciencia, religión, arte, política...) y termina por marcar una manera de 'ser' mucho más generalizado afectando al resto de campos; marcando una 'época', en el amplio sentido de la palabra. Y ya no sigo más. Joder, qué rollo éste (espero que esta disquisición improvisada sirva de algo).
martes, 22 de marzo de 2011
Sinvivires
Hoy nuevamente mercamobile antes de comenzar con los macarrones. Andaba yo decidiéndome entre los de 'verduras' y los de 'al huevo' cuando la pureta le contaba a la mercadonna sorprendida y boquiabierta: "Mira, mira cómo me quedé de ayer cuando fui a la playa de Las Teresitas" "¡Muchacha! ¿Qué fue eso?" La pureta mostraba las ristras de urticarias de sus piernas, pero en ese afan, y ya de manera casi impúdica, algo más. ¡Joder, era realmente expectacular! "Mira, que me voy bien trempanito y después de caminar un rato me meto en el agua a darme un baño. Aquello estaba lleno de medusas blaquiazules y yo no me di cuenta... hasta que siento un escozoorrr... ¡Mi madre santísima! Salí de allí como pude. Pero mira, mira como me dejaron las muy jodías." Y cambia sus pies de posición hasta enseñar todos sus lados. Mientras, yo tengo que taparme la vista de aquella mezcla de erupciones cutáneas con las varices de los años y los diversos aflojamientos de las carnes de lo que, sin duda, algún día fueron hermosas y armoniosas formas. "¡Ay ay ay! Eso te tienes que ponerte mucho ajo por encima." "¡Calla, que ya me he puesto de todo! Esto es un sinvivir."
Sí, y eso, de pronto, me lleva a pensar en otra clase de sufrimiento; pues también yo me sé de otros elementos blanquiazules que igualmente te meten en un sinvivir, y para eso tampoco hay ni fomento ni emplasto que valga.
Sí, y eso, de pronto, me lleva a pensar en otra clase de sufrimiento; pues también yo me sé de otros elementos blanquiazules que igualmente te meten en un sinvivir, y para eso tampoco hay ni fomento ni emplasto que valga.
domingo, 20 de marzo de 2011
El efecto revolucionario de un fin de semana
Acabo de llegar del cine-TEA donde ponían My father, my lord (ya había comentado que quería ir a verla). El viernes también asistí al escenario de Al Faro, grata velada a pesar de mi forzada retirada del ronroneo (estaba la noche para eso). Dos buenas oportunidades para el laicismo de Israel. Si JMª nos hablaba de ese país desde la perspectiva del Tel Aviv moderno y laico frente a la perspectiva 'cuatri-paradigmática' del Capitán América sobre el Jerusalén creyente, Volach, por la parte fílmica, nos hablaba también de su viaje desde el ultraortodoxo Jerusalén de la infancia hasta el empeño adulto y cinematográfico de Tel Aviv universitario, desde el fundamentalismo al laicismo en recorrido autobiográfico. Toda una lección para la descomposición del estereotipo sobre ese país o, al menos, para su complejización, que ya es algo. Y eso que todo empezó con un enfoque pretendidamente científico del caleidoscopio religioso, aplicándole un concepto de la historia de la ciencia que me chirriaba por todos lados. Vamos a pensar que se pueda hablar de paradigmas en la composición religiosa de una cultura como la hebrea, pero deje usted, mi Capitán, de aplicar la coletilla kuhniana cuando además luego me habla que esos paradigmas no son excluyentes sino todo lo contrario, se solapan, complementan y conviven. No ve que el concepto de paradigma de Kuhn lo que trataba de mostrar en la historia científica es que no se podía hablar de una línea ascendente y acumulativa del conocimiento sino de discontinuidades contradictorias entre sí: revoluciones (el mismo título del famoso libro alude a ello) y que hace que unas teorías se abandonen por otras (las que conforman los mentados paradigmas), y que el pardigma copernicano se queda obsoleto por el newtoniano y éste, a su vez, por el einsteniano. Use usted, pues, ese concepto en su acepción normal si quiere, que no había necesidad de semejante coletilla 'kuhniana' y meterse en tremendo embrollo teórico. Aunque siempre quede bien adornarse de autores y teorías piense que sólo ocurrirá así cuando la mención de autoridad sea realmente pertinente.
Lo que sí me pareció una auténtica revolución a lo Kuhn fue el cambio de paradigma del 'look' de Jesús, joder, un tremendo peinado al más puro estilo del Conde Lequio o, incluso, a lo Mario Conde en su mejor versión mediática. Eso sí que es una discontinuidad, vamos, una rotura completa. Así tomaba él, con gesto serio, apuntes a diestro y siniestro en los márgenes libres de una revista, cuando los hermanos nos ilustraban con datos de la historia de Israel; ya creía que eran apuntes para alguna novela.
Y al hermano carnal del Capitán, decirle que estuvo pletórico al permitirse saber cortar a tiempo el encuentro de Al Faro, sobre todo él, que había sido el último en llegar ¡Ja ja! (lo reconocí por la voz, y nos presentamos al fin, pues no tuve la suerte de poder estar en aquel wagneriano programa de Tijuana).
Lo que sí me pareció una auténtica revolución a lo Kuhn fue el cambio de paradigma del 'look' de Jesús, joder, un tremendo peinado al más puro estilo del Conde Lequio o, incluso, a lo Mario Conde en su mejor versión mediática. Eso sí que es una discontinuidad, vamos, una rotura completa. Así tomaba él, con gesto serio, apuntes a diestro y siniestro en los márgenes libres de una revista, cuando los hermanos nos ilustraban con datos de la historia de Israel; ya creía que eran apuntes para alguna novela.
Y al hermano carnal del Capitán, decirle que estuvo pletórico al permitirse saber cortar a tiempo el encuentro de Al Faro, sobre todo él, que había sido el último en llegar ¡Ja ja! (lo reconocí por la voz, y nos presentamos al fin, pues no tuve la suerte de poder estar en aquel wagneriano programa de Tijuana).
viernes, 18 de marzo de 2011
Hoy
Con todas estas lluvias pasadas mi casa se ha llenado de bichos, de esos pequeños gusanos negros con mil patitas que proliferan con la humedad lagunera. Cuando bajo al semisótano, donde tengo mi sitio de trabajo, veo uno en la pared enroscado de tal forma que dibuja una interrogante perfecta. Eso me recuerda la duda existencial que tengo ahora, pues hoy tenemos dos convocatorias simultáneas en torno a un mismo país: Israel. Una, la del coloquio de los hermanos Dalton en la librería-cafetería Al Faro de la capital de Aguere y otra la del TEA al frente de Ntra. Sra. de África, con la película My father, my lord, del director israelí David Volach (2007). Dos versiones de una misma tierra, de una misma situación; una más bien teatrera y apasionada y otra cinematográfica, pero con la fuerza de lo autobiográfico. Dos escenarios, pues, uno más interactivo (eso espero) y otro más pasivo, pero ambos igualmente expectativos. Dos lecturas para la geopolítica y la especulación desde la distancia. Creo que me llama más la versión cinematográfica, pero tengo otra llamada de Jesús al móvil y me pregunta si voy a ir a ver a los hermanos. Uf, tendré que subir al frío lagunero, ya tuve una falta de asistencia con ellos esta semana en Tijuana y si reincido con ésta son capaces de ponerme en la lista roja (ja ja). --Nada, no hay problema, allí nos vemos Jesús, la película la repiten durante el fin de semana y lo de los hermanos Dalton siempre es irrepetible (¿afortunadamente?). Es lo que tiene el teatro, a pesar de un mismo guión trabajado, cada función tiene sus sorpresas.
jueves, 17 de marzo de 2011
Un libro
Me llega la noticia. Más de un centenar de cartas componen la relación epistolar entre Millares y Westerdahl, publicada ahora bajo el título El artista y el crítico (en la colección Blow Up Libros Únicos de La Fábrica Editorial). Uf, un libro que se me antoja imprescindible para entender una época; las fecundas décadas (a pesar de todo) de los 50 y los 60 del pasado siglo (correspondencia 1950-1969 es el subtítulo), con las nuevas generaciones artísticas de estos pedazos de tierra atlántica (Planas de Poesía, Grupo El Paso, Grupo ZAJ y demás), continuando la labor de vanguardia creativa de los surrealistas de Gaceta de Arte. Westerdahl, siempre como nexo necesario y privilegiado de continuidad. Y Millares, la pintura local que supo encontrar el camino de la universal. Manolo Millares, el pintor de las arpilleras, de la abstracción, de los homúnculos, antropofaunas y neardenthalios... El hombre impactado por los 'aborígenes' del Museo Canario, el existencialismo transmutado en momia mancillada por el devenir histórico y viceversa; el ritual, el exterminio y el arqueoexpolio. La muerte como designio de una época y como metáfora plástica del 'ser'.
***
Al desplumado sanandresino: los pelos de conejo son ideales para pintar aguadas orientales, a ver cuándo continúas esa ardua tarea que dejaste a medio terminar a la sombra del volcán.
***
Al desplumado sanandresino: los pelos de conejo son ideales para pintar aguadas orientales, a ver cuándo continúas esa ardua tarea que dejaste a medio terminar a la sombra del volcán.
miércoles, 16 de marzo de 2011
Atlantic City
(...)
Todo muere, nena, eso es un hecho
Pero tal vez todo lo que muere algún día vuelva
Ponte el maquillaje, arréglate lindo el cabello
Y nos vemos esta noche en Atlantic City
(...)
Everything dies, baby, that's a fact
But maybe everything that dies someday comes back
Put your makeup on, fix your hair up pretty
And meet me tonight in Atlantic City
(estribillo, B. Springsteen / trad. mía)
martes, 15 de marzo de 2011
Otra vez será
Hoy enciendo esta ventana al eterno retorno, cansado ya de este camino polvoriento que atraviesa esa nube de árboles calcinados. Me recuerda a La Carretera, no la de Kerouac sino la de McCarthy, hasta poco me cuesta imaginar al padre y al hijo empujando trabajosamente por alli el carrito de mercamobile, mientras acechan las miradas hambrientas de carne fresca. Me voy a Mi lista de blogs y visito Y así sin mas... donde tenía un comentario pendiente que ver. Luego miro el resto de enlaces 'chivatos' y veo que no hay novedades por el momento. La flor y la mierda sigue mojada y nada hay de un sueño prometido, un sueño viajero desde tierras navarricas, como tampoco hubo hace unos días un comentario del lagarto de dos rabos sobre un escritor de barrio. Esto me recordó la lección de Chéjov sobre el 'buen' escribir y que me contaba el otro día la serpiente emplumada: "si quieres ser universal, escribe de tu barrio". A eso me refería yo también en Tijuana cuando hablábamos de lo global y lo local (no dio tiempo a explicar mucho). Al final, uno siempre termina siendo local, decía, porque es así como son nuestras vidas, siempre asentadas en un 'lugar' y un 'vecindario'. Pero no dejemos que eso nos determine completamente por conocido y cercano, no seamos tan cicateros en la mirada, sabiendo entender que lo uno está formando parte de un todo y solo que lo conocido en profundidad es auténtico y común a todos. Ahí está su grandeza. Los escenarios son necesariamente locales, pero no son ellos un fin en sí mismos sino siempre un medio de verosimilitud para historiar vidas y miradas que van mucho más allá. Hay quien piensa, sin embargo, que por hablar de determinados lugares (siempre afectados por jerarquías y poderes que engendran sus poderosos prestigios y desprestigios) ya se es más o menos universal, y se equivocan. Como se equivocan los que sólo se contentan con sus meros particularismos ombliguistas y creen haber encontrado en ellos la esencia de la felicidad, la plenitud moral del ser.
Y esta tarde no me esperen por Tijuana, otros deberes me lo impiden. Saluten al recién capitaten y demás tripulaten, la próxima tal vez.
Y esta tarde no me esperen por Tijuana, otros deberes me lo impiden. Saluten al recién capitaten y demás tripulaten, la próxima tal vez.
sábado, 12 de marzo de 2011
Sueños del maur
Llegó la alfombra mágica mientras el comunismo le decía al oído, ¡lengua, lengua es lo que te falta a ti! El anarcosíndico, ¡oooh! se estrujaba las sienes hasta partirse en dos cachos, entre la rabia y el desvarío. ¡Pero cómo te atreves, lengua vil! Todo lo que me has pedido te lo he ofrecido gustoso y hoy que te pido un lugar donde pasar estos tristes días, me tratas con tal desapego y misericordia que me dan náuseas. ¡Calla, perro! no oses morder la mano que te da de comer. Tal vez tengas razón, pero no olvides que hasta un felpudo tiene más valor que tú, que ya no estás ni para hacer servicio alguno. Sólo eres escoria de la que hasta jode desembarazarse para evitar tener que cargarla sobre las costillas. Qué vida triste pesa sobre mis hombros... Sí, aprovéchate. Mañana será otro día, con otro resplandor el que ilumine esta afrenta, quizás sean otras las personas que acudan a mi encuentro, quizás sean otros los derroteros que me salven de la desdicha. Quizás, ni seas tú el que esté allí.
...Y la disputa tenía un sabor extraño, de pesadilla que se repite sin descanso, y a la que se añadía una textura repugnante y áspera, como si de cuero de marrajo se tratase y se me hubiera metido una ventrecha suya en la boca para darle vueltas y vueltas, y entretener la ansiedad del momento. Las imágenes, sin embargo, eran vagas y descoloridas entre las voces, deformándose a cada rato como las cosas que vemos desde un ojo de pámpano mezclado con el de un cherne sahariano. Mirada de peje de fondo anclado en la luminosa superficie, mientras las protuberancias caminan por debajo de las aguas, con sus reflejos y emplastes; fabricándose monstruos y jardineras de clavellinas.
Cosa seria, la de anoche, me repito al despertar.
Esta mañana dos tipos entran en el solar de la trastienda de mi casa. No es la primera vez que sucede. Allí quedan, entre la maleza, algunos restos de materiales de construcción. Esta vez rompen el techo remendado de un viejo contenedor, de allí saltan varios puntales amarillos. El estruendo es tal que llama mi atención cuando hacía no sé qué en la cocina y me asomo a la ventana. No veo bien y subo a la del piso de arriba. Vuelan varios puntales más mientras el compinche acarrea presuroso los que puede. Sale el otro de adentro y redoblan el esfuerzo transportador. Son ágiles y en cinco minutos dan por terminada la escaramuza. Dejan atrás un cierto reguero de piezas sueltas al pie del contenedor. Eran las doce y a cara descubierta, el seat trans esperaba más arriba, al borde de la acera. Sin problemas, un ejercicio burdo pero sorpresivo y rápido.
Yo me quedo mirando aquel desconcierto de tubos metálicos y pienso en mi apuntalada vida, en cómo echo en falta aún más puntales y sin saber lo cerca que los tenemos a veces, y lo fácil que puede resultar el cogerlos y llevárselos en un momento dado. Sí, ya sé que no son éstos los apuntalamientos que necesito, pero la imagen resultó reveladora.
...Y la disputa tenía un sabor extraño, de pesadilla que se repite sin descanso, y a la que se añadía una textura repugnante y áspera, como si de cuero de marrajo se tratase y se me hubiera metido una ventrecha suya en la boca para darle vueltas y vueltas, y entretener la ansiedad del momento. Las imágenes, sin embargo, eran vagas y descoloridas entre las voces, deformándose a cada rato como las cosas que vemos desde un ojo de pámpano mezclado con el de un cherne sahariano. Mirada de peje de fondo anclado en la luminosa superficie, mientras las protuberancias caminan por debajo de las aguas, con sus reflejos y emplastes; fabricándose monstruos y jardineras de clavellinas.
Cosa seria, la de anoche, me repito al despertar.
Esta mañana dos tipos entran en el solar de la trastienda de mi casa. No es la primera vez que sucede. Allí quedan, entre la maleza, algunos restos de materiales de construcción. Esta vez rompen el techo remendado de un viejo contenedor, de allí saltan varios puntales amarillos. El estruendo es tal que llama mi atención cuando hacía no sé qué en la cocina y me asomo a la ventana. No veo bien y subo a la del piso de arriba. Vuelan varios puntales más mientras el compinche acarrea presuroso los que puede. Sale el otro de adentro y redoblan el esfuerzo transportador. Son ágiles y en cinco minutos dan por terminada la escaramuza. Dejan atrás un cierto reguero de piezas sueltas al pie del contenedor. Eran las doce y a cara descubierta, el seat trans esperaba más arriba, al borde de la acera. Sin problemas, un ejercicio burdo pero sorpresivo y rápido.
Yo me quedo mirando aquel desconcierto de tubos metálicos y pienso en mi apuntalada vida, en cómo echo en falta aún más puntales y sin saber lo cerca que los tenemos a veces, y lo fácil que puede resultar el cogerlos y llevárselos en un momento dado. Sí, ya sé que no son éstos los apuntalamientos que necesito, pero la imagen resultó reveladora.
viernes, 11 de marzo de 2011
Aniversarios
Décimo aniversario de la supresión de la mili en España. Vigesimoquinto del NO de Canarias a la OTAN. Algunos colectivos antimilitaristas hasta lo celebran. Para mi no es fecha de celebraciones porque visto lo visto me hablan de una derrota. Muchos de los que participábamos en ese movimiento no lo hacíamos como antimili per se, sino con el ánimo final de construir una vía para el fin de los ejércitos, del comercio armamentístico, de los miedos y de los odios que los alimenta. Obviamente nada o muy poco de eso se consiguió, aunque sí un gran debate social sobre el militarismo, el reclutamiento universal y obligatorio o sobre la propia legitimidad de la objeción de conciencia frente a los dictámenes de los gobiernos. Los años han pasado y todavía sigo reconociéndome como antimilitarista, todavía sigo pensando que la guerra jamás será una solución para los conflictos. La guerra es sólo expresión de la frustración, de la obcecación, de la ambición y demás. La guerra seguirá formando parte de la infancia de la humanidad, de esa expresión maniquea de buenos y malos, de la total hegemonía de la fuerza bruta, de la inteligencia dirigida a la aniquilación, de la total impunidad y conquista. La guerra es el atajo de todos los atajos, la solución 'fácil', la incapacidad del tener en cuenta, la masa soliviantada y enardecida, la invención de patrias y banderas, la gran mentira del otro y del nosotros. La guerra es el esfuerzo vano, la imposición, el rodillo que aplasta y uniformiza, la simplicidad de lo homogéneo y unívoco.
Que algunos apelen a la naturaleza humana o a la insondable maldad humana para justificarla, es algo que no puedo comprender ni apoyar. En la guerra todos perdemos algo, todo es horror y barbarie, el triunfo de la neurosis y la anomia social.
Naturalmente que acudiré a la guerra el día que irremediablemente me vea abocado a ella; el asunto no es ese sino que está en que nunca se inicie.
Ayer vi a una de las griegas por fuera de Atlantic City cuando iba rumbo al García Sanabria. Fumaba distraidamente cuando pasaba yo, motorizado, por delante. Morena floreciente, sensual el ademán y de traje azulmarino uniformado. Ya no recuerdo bien cuántos centímetros por debajo o por encima de... Por un momento creí que se interesaba por los tertulianos de los martes noche. --¿Qué les sucedió el pasado martes? Que no vinieron-- Creo que le comentaba a la camarera al acercarle el cenicero.
Que algunos apelen a la naturaleza humana o a la insondable maldad humana para justificarla, es algo que no puedo comprender ni apoyar. En la guerra todos perdemos algo, todo es horror y barbarie, el triunfo de la neurosis y la anomia social.
Naturalmente que acudiré a la guerra el día que irremediablemente me vea abocado a ella; el asunto no es ese sino que está en que nunca se inicie.
Ayer vi a una de las griegas por fuera de Atlantic City cuando iba rumbo al García Sanabria. Fumaba distraidamente cuando pasaba yo, motorizado, por delante. Morena floreciente, sensual el ademán y de traje azulmarino uniformado. Ya no recuerdo bien cuántos centímetros por debajo o por encima de... Por un momento creí que se interesaba por los tertulianos de los martes noche. --¿Qué les sucedió el pasado martes? Que no vinieron-- Creo que le comentaba a la camarera al acercarle el cenicero.
martes, 8 de marzo de 2011
Noche cornuda
Noche de luna cornuda cuando de vuelta al sur en mi bólido me fijo hacia arriba, en el cielo. No podía ser de otra manera. A Jesús le hablaba hoy de un extraño buque en la rada de Anaga, frente al muelle norte. Era como un enorme cajón con quilla de barco, le decía, sin escotillas ni galerías, compacto, cegado, clausurado. Lo que no le dije, para evitar malos augurios, es que parecía un enorme ataúd, un ataúd blanquiazul fondeado y a la espera.
«Y cerraste las persianas?» Me enviaba P. un sms durante el partido, y yo pendiente todavía del humillante e inapelable 0-3 y con uno menos de los nuestros. El cielo se pone a llorar y eso disimula las lágrimas de la grada. Hasta la 'Shakira' de la fila 20, con espléndido sombrero atigrado y de oscuro y abundante pelo en pecho, hace rato que dejó de mover sus caderas y hasta sus conspicuas pestañas de drag-queen. El ataúd flotante espera como buitre carroñero que da vueltas, pero te vas a joder. Todavía tendrás que seguir vacío, esperando. Mejor vete y no vuelvas más.
«Chito, deja la cafetera al fuego, que tu sobrina no sabe cómo se hace» «Abuelo, que eso te va a despejar mucho y luego…» «Eso, eso es lo que busco. Que me despeje». Ese es el hombre, nada de somnolencias de más; vida, tino, ideas y recuerdos que contar, que escuchar… Cada vez que voy por allí recibo su lección vital.
Noche cornuda, de verdad, porque algo falso flota en el ambiente oscuro hacia el sur, y todavía no sé bien por qué. Será por el dichoso 1-1-0 protegido bajo un perfecto y brillante círculo rojo… Todo se reduce a números esta vez, bajo la promesa del mal de muchos por la dejadez y ominosa falta de previsión de unos pocos. La falsa abundancia de los de siempre. ¿Quién fue que dijo que sin escasez no hay economía?
«Y cerraste las persianas?» Me enviaba P. un sms durante el partido, y yo pendiente todavía del humillante e inapelable 0-3 y con uno menos de los nuestros. El cielo se pone a llorar y eso disimula las lágrimas de la grada. Hasta la 'Shakira' de la fila 20, con espléndido sombrero atigrado y de oscuro y abundante pelo en pecho, hace rato que dejó de mover sus caderas y hasta sus conspicuas pestañas de drag-queen. El ataúd flotante espera como buitre carroñero que da vueltas, pero te vas a joder. Todavía tendrás que seguir vacío, esperando. Mejor vete y no vuelvas más.
«Chito, deja la cafetera al fuego, que tu sobrina no sabe cómo se hace» «Abuelo, que eso te va a despejar mucho y luego…» «Eso, eso es lo que busco. Que me despeje». Ese es el hombre, nada de somnolencias de más; vida, tino, ideas y recuerdos que contar, que escuchar… Cada vez que voy por allí recibo su lección vital.
Noche cornuda, de verdad, porque algo falso flota en el ambiente oscuro hacia el sur, y todavía no sé bien por qué. Será por el dichoso 1-1-0 protegido bajo un perfecto y brillante círculo rojo… Todo se reduce a números esta vez, bajo la promesa del mal de muchos por la dejadez y ominosa falta de previsión de unos pocos. La falsa abundancia de los de siempre. ¿Quién fue que dijo que sin escasez no hay economía?
lunes, 7 de marzo de 2011
Modernas y trasnacionales
Lo siento por Ann (Isabelle Huppert), la protagonista de la peli de la otra noche, Villa Amalia, la compositora de piano y de apellido judío. Ann, la francesita a la que un beso casi ajeno le cambió la vida. La gota que colma el vaso... No, mejor el clic que derrumba, de pronto, el castillo de naipes (Cuántos construimos sobre bases poco sólidas). Un derrumbe quizás necesario para reconstruir una vida... ¿mejor? Lo siento, Benoit Jacquot (dir.), pero no me convenció tu película, poco creíble, fría, demasiadas elipsis, diálogos y situaciones que chirrían... La película de una historia que merecía mejor fortuna cinematográfica.
Me dan ganas de conocer a Sophie Caratini, la antropóloga recién descubierta por el nagualt (leo en su blog). Así, todo seguirá marcado por el signo de las francesitas. Sophie, la intrépida y tenaz etnógrafa de las arenas del desierto saharagüi en tiempos de guerra setentera y anticolonial. Me entero que estuvo hace poco por Tenerife, el pasado septiembre-2010 en el SILA de El Puerto de la Cruz (Salón Internacional del Libro africano). Lástima no habernos dejado caer por allí. Veo ahora que Hijos de las nubes, su narración a la búsqueda de los erguibi, está publicado por la Editorial del Oriente y el Mediterráneo. Joder, la misma que la de la novelita de Kavvadías, lo que me recuerda que las griegas también juegan un papel importante en esta entrada, gracias a las artimañas de la serpiente emplumada. Las griegas voladoras y cosmopolitas del Antlantic City. La última vez que estuve por allí con los hermanos Dalton noté una cierta precipitación a la hora de sentarnos a la mesa, como tomando posesión y posición. Luego caí en la cuenta de que la orientación del radar es fundamental para que no te cojan desprevenido. Estos hermanos se las saben todas.
Ay, en Villa Amalia, a esa francesita pianista la hicieron llegar a una ínsula italiana. Cuánto hubiera ganado esa película de haber llegado a alguna de las Cycladas, de las Jónicas, de las Espóradas o del Dodecaneso; incluso a alguna de las del Norte del Egeo o a las del Golfo Sarónico. Aaah, nombres como Serifos, Skiatos, Égine, Alonissos, Astypalea, Kalamos... No sólo por exotismo fónico y viajero sino también por resonancia mítica y clasicista. Ah, las griegas, las cariátides voladoras y cosmopolitas de Antlantic City. La modernidad trasnacional de la isla, la vida fresca del alisio, el parnaso de la ciudad vertical.
Me dan ganas de conocer a Sophie Caratini, la antropóloga recién descubierta por el nagualt (leo en su blog). Así, todo seguirá marcado por el signo de las francesitas. Sophie, la intrépida y tenaz etnógrafa de las arenas del desierto saharagüi en tiempos de guerra setentera y anticolonial. Me entero que estuvo hace poco por Tenerife, el pasado septiembre-2010 en el SILA de El Puerto de la Cruz (Salón Internacional del Libro africano). Lástima no habernos dejado caer por allí. Veo ahora que Hijos de las nubes, su narración a la búsqueda de los erguibi, está publicado por la Editorial del Oriente y el Mediterráneo. Joder, la misma que la de la novelita de Kavvadías, lo que me recuerda que las griegas también juegan un papel importante en esta entrada, gracias a las artimañas de la serpiente emplumada. Las griegas voladoras y cosmopolitas del Antlantic City. La última vez que estuve por allí con los hermanos Dalton noté una cierta precipitación a la hora de sentarnos a la mesa, como tomando posesión y posición. Luego caí en la cuenta de que la orientación del radar es fundamental para que no te cojan desprevenido. Estos hermanos se las saben todas.
Ay, en Villa Amalia, a esa francesita pianista la hicieron llegar a una ínsula italiana. Cuánto hubiera ganado esa película de haber llegado a alguna de las Cycladas, de las Jónicas, de las Espóradas o del Dodecaneso; incluso a alguna de las del Norte del Egeo o a las del Golfo Sarónico. Aaah, nombres como Serifos, Skiatos, Égine, Alonissos, Astypalea, Kalamos... No sólo por exotismo fónico y viajero sino también por resonancia mítica y clasicista. Ah, las griegas, las cariátides voladoras y cosmopolitas de Antlantic City. La modernidad trasnacional de la isla, la vida fresca del alisio, el parnaso de la ciudad vertical.
sábado, 5 de marzo de 2011
El sureño carnavaleo
«Doc, en tres cuartos de hora estoy por El Pajero» «Ok, dame una llamada perdida cuando estés por allí».
El trayecto, aunque archiconocido, siempre me parece distinto. No solo es él, ni solo soy yo.
A bord de L’aspasia, Kuro Siwo, Karanti, Thessaloniki… Me mandan desde Alemania (las cosas son así de aparentemente enrevesadas) un par de CDs con una compilación de los poemas cantados de Nikos Kavvadías (mil gracias Bego). El estado de ánimo de esta mañana me pide ir escuchándolas mientras el bólido dorado se desliza por la piel quebrada de este lado de la isla. Para un hispanoparlante el griego moderno tiene una particular sonoridad, llamativa y atropellada de vocales y consonantes. Cuando lo escucho cantado me resulta hasta humorístico, pero sólo es una primera impresión. Las canciones se suceden en estilos y autores, y el paisaje sereno cambia entre nubes luminosas pero veteadas de grises y de oscuridades hacia las cumbres. O pilotos Nagel, Stavros tou notou, Lichnos tou aladdinou… y llego al lugar convenido.
Espero mientras los loros verdes cruzan escandalosos por el cielo frente al mar (las palmeras no faltan), y leo algo de la prensa del día. Más loros en el horizonte.
Y el hombre de La Volandera Cultural aparece con el paquete bajo el brazo. Ya viene rumiando venturas y desventuras; si te descuidas no tiene fin enlazando una con otra (ja ja). Hablamos de Ezequiel, claro, y de las necrofilias de algunos que se apuntan a todas. ¡Ay que joderse! Hablamos del páramo cultureta del ultrasur y del politiqueo ad hoc, de novedades, de escritores afines…
Veo que pasa por la calle un camión de palomos de competición y cambio a ese tema colombófilo. Me habla de un conocido de aquí de la montaña Chayofita, que está metido en ese mundo hasta las cejas, casi de profesional. Joder, es un tema que me interesa para trabajarlo en un proyecto que tengo pendiente desde hace tiempo. Quedamos en visitarlo uno de estos días de carnaval porque voy a quedarme por estos sures. Los loros verdes vuelven a sobrevolar nuestras cabezas, el nuevo animal autóctono por lo que veo. Así es, una tierra abonada a pájaros de todas clases. Y me recomienda una película checa que espero ver dentro de poco, pero eso es para ese proyecto que tengo ideado.
De la hojita volandera, uf, difícil conciliar de esta forma la ultralocalidad con las otras localidades y globalidades. Servilismos necesarios aparte, Sonia hay que buscar otro lenguaje más alejado del autobombo municipal y del periodismo más publicitario, como de cierta mirada personal del acontecimiento o algo así. Y, sin más, saluten desde este carnavaleo del sur.
Y esta noche Villa Amalia basada en la novela de Pascal Quignard; me gustó esa portada de la francesita que se asomaba al mar de la isla.
El trayecto, aunque archiconocido, siempre me parece distinto. No solo es él, ni solo soy yo.
A bord de L’aspasia, Kuro Siwo, Karanti, Thessaloniki… Me mandan desde Alemania (las cosas son así de aparentemente enrevesadas) un par de CDs con una compilación de los poemas cantados de Nikos Kavvadías (mil gracias Bego). El estado de ánimo de esta mañana me pide ir escuchándolas mientras el bólido dorado se desliza por la piel quebrada de este lado de la isla. Para un hispanoparlante el griego moderno tiene una particular sonoridad, llamativa y atropellada de vocales y consonantes. Cuando lo escucho cantado me resulta hasta humorístico, pero sólo es una primera impresión. Las canciones se suceden en estilos y autores, y el paisaje sereno cambia entre nubes luminosas pero veteadas de grises y de oscuridades hacia las cumbres. O pilotos Nagel, Stavros tou notou, Lichnos tou aladdinou… y llego al lugar convenido.
Espero mientras los loros verdes cruzan escandalosos por el cielo frente al mar (las palmeras no faltan), y leo algo de la prensa del día. Más loros en el horizonte.
Y el hombre de La Volandera Cultural aparece con el paquete bajo el brazo. Ya viene rumiando venturas y desventuras; si te descuidas no tiene fin enlazando una con otra (ja ja). Hablamos de Ezequiel, claro, y de las necrofilias de algunos que se apuntan a todas. ¡Ay que joderse! Hablamos del páramo cultureta del ultrasur y del politiqueo ad hoc, de novedades, de escritores afines…
Veo que pasa por la calle un camión de palomos de competición y cambio a ese tema colombófilo. Me habla de un conocido de aquí de la montaña Chayofita, que está metido en ese mundo hasta las cejas, casi de profesional. Joder, es un tema que me interesa para trabajarlo en un proyecto que tengo pendiente desde hace tiempo. Quedamos en visitarlo uno de estos días de carnaval porque voy a quedarme por estos sures. Los loros verdes vuelven a sobrevolar nuestras cabezas, el nuevo animal autóctono por lo que veo. Así es, una tierra abonada a pájaros de todas clases. Y me recomienda una película checa que espero ver dentro de poco, pero eso es para ese proyecto que tengo ideado.
De la hojita volandera, uf, difícil conciliar de esta forma la ultralocalidad con las otras localidades y globalidades. Servilismos necesarios aparte, Sonia hay que buscar otro lenguaje más alejado del autobombo municipal y del periodismo más publicitario, como de cierta mirada personal del acontecimiento o algo así. Y, sin más, saluten desde este carnavaleo del sur.
Y esta noche Villa Amalia basada en la novela de Pascal Quignard; me gustó esa portada de la francesita que se asomaba al mar de la isla.
viernes, 4 de marzo de 2011
Ramajes del día
El otro día lo comentaba JMª en Tijuana y ahora la serpiente emplumada me lo recuerda de nuevo. Busco por loboatlantico blog y tengo por respuesta: "El blog se ha eliminado. Lo sentimos, el blog de loboatlantico.blogspot.com se ha eliminado. Esta dirección no está disponible para blogs nuevos." ¡Joder, nuestro querido Agustín se arrepintió! El camaratten de Aguere se lo pensó dos veces y arrambló con sus corotos a otro sitio. Pues nada de eso, sólo equivoqué la búsqueda, y al fin aparece fresco y recién estrenado, hablando del escribir y de escritores. Como tiene que ser, pero demasiado articulista para mi gusto, pues me resulta redundante con esa faceta que ya le conocemos por la prensa. Me habría gustado algo más espontáneo o de creación, pero tranqui, que te visitaremos igualmente (ja ja). En fin, solo acabas de comenzar y cada uno es dueño y señor de su república bloguera, ¡faltaría más!
Una vez vi, de casualidad, un video anunciado en youtube que me llamó la atención: "una serpiente se come un caballo". Joder, he visto a grandes serpientes comerse bichos considerables como la anaconda a un tapir en el llano venezolano o incluso a una persona en Leticia (Colombia), pero un caballo... Cuando, por curiosidad y vagabundeo, abrí el enlace para verlo, observé como entre la oscuridad aparecía un caballo de ¡ajedreeez! (blanco, claro). Ja ja, había caído en la trampa. Ayer leía la entrada de Jesús sobre su affaire informático de copiar-pegar (ja ja) y tuve la misma sensación. ¡Por dios, Jesús! hacer bloque con el botón izquierdo arrastrando y copiar o pegar ese bloque con el botón derecho. Ahora, que si quieres que me de una vuelta por ese parnaso sanandresino... yo encantado de la vida, ya sabes, en cuanto tenga una tarde-noche tranquilita.
Hace unos días, estando por LC, me encontré con Bill después de unos años sin verlo (sólo escuchaba su vocinglera a veces, al pasar). "¡Joder, cuánto tiempo!" y nos saludamos como viejos amigos. Bill es un personaje ya de la trastienda de este pueblo moderno y exitoso. De aquel que te remite a tiempos de infancia. Ha sido su propia elección, no nos pongamos paternales; esa es su dignidad y algunos pretenden ocultarla con locuras o qué sé yo. Todavía sigue viviendo en la cueva de su madre, y cada vez la veo que está más adornada con pequeñas piezas de reciclaje con mil colores y formas diferentes. Las va cogiendo con cemento a las paredes de la escoria volcánica donde está excavada la cueva. Paredes pintadas de un blanco exquisito, con mil destellos de color en el reverso de un cosmos particular. Un mundo barroco y hippie como es él mismo. La gente tira todo esto, me dice, lo tira todo a la basura y yo creo belleza con ella. ¡La gente está toda loca!, sentencia. Un artista plástico en potencia, sólo falto de alguna técnica y más medios. Él también es poeta y un día me inundó de versos y de sus ideas del mundo. Bill bien merecería algunas fotos, pero siempre acabo dejándolas para otro momento (un día me arrepentiré) pues me apasiona más saludarlo un rato (no demasiado) y que surja esa extraña empatía que tengo con él desde siempre. Como la tenía con su madre, partera de las de antes, y que siempre se encargaba de recordarme que ella misma me había visto antes que mi propia madre. Ya murió y todavía la conservo en mi retina amargada por su hijo, cerrando sus ojos para enjuagarse las lágrimas. Tristeza de madre por un hijo que no claudica nunca, hasta por encima de ella. Siempre con un ademán que me recordaba a mi abuela Lela. Y ya no sé por qué me fui por esta otra rama del árbol...
¡Ah, sí! Berto, que mañana recojo la volandera y hablamos un rato. Nos vemos en El Pajero, al sol de la mañana y mientras me cuentas de las mentiras y de las verdades del páramo del sur.
Una vez vi, de casualidad, un video anunciado en youtube que me llamó la atención: "una serpiente se come un caballo". Joder, he visto a grandes serpientes comerse bichos considerables como la anaconda a un tapir en el llano venezolano o incluso a una persona en Leticia (Colombia), pero un caballo... Cuando, por curiosidad y vagabundeo, abrí el enlace para verlo, observé como entre la oscuridad aparecía un caballo de ¡ajedreeez! (blanco, claro). Ja ja, había caído en la trampa. Ayer leía la entrada de Jesús sobre su affaire informático de copiar-pegar (ja ja) y tuve la misma sensación. ¡Por dios, Jesús! hacer bloque con el botón izquierdo arrastrando y copiar o pegar ese bloque con el botón derecho. Ahora, que si quieres que me de una vuelta por ese parnaso sanandresino... yo encantado de la vida, ya sabes, en cuanto tenga una tarde-noche tranquilita.
Hace unos días, estando por LC, me encontré con Bill después de unos años sin verlo (sólo escuchaba su vocinglera a veces, al pasar). "¡Joder, cuánto tiempo!" y nos saludamos como viejos amigos. Bill es un personaje ya de la trastienda de este pueblo moderno y exitoso. De aquel que te remite a tiempos de infancia. Ha sido su propia elección, no nos pongamos paternales; esa es su dignidad y algunos pretenden ocultarla con locuras o qué sé yo. Todavía sigue viviendo en la cueva de su madre, y cada vez la veo que está más adornada con pequeñas piezas de reciclaje con mil colores y formas diferentes. Las va cogiendo con cemento a las paredes de la escoria volcánica donde está excavada la cueva. Paredes pintadas de un blanco exquisito, con mil destellos de color en el reverso de un cosmos particular. Un mundo barroco y hippie como es él mismo. La gente tira todo esto, me dice, lo tira todo a la basura y yo creo belleza con ella. ¡La gente está toda loca!, sentencia. Un artista plástico en potencia, sólo falto de alguna técnica y más medios. Él también es poeta y un día me inundó de versos y de sus ideas del mundo. Bill bien merecería algunas fotos, pero siempre acabo dejándolas para otro momento (un día me arrepentiré) pues me apasiona más saludarlo un rato (no demasiado) y que surja esa extraña empatía que tengo con él desde siempre. Como la tenía con su madre, partera de las de antes, y que siempre se encargaba de recordarme que ella misma me había visto antes que mi propia madre. Ya murió y todavía la conservo en mi retina amargada por su hijo, cerrando sus ojos para enjuagarse las lágrimas. Tristeza de madre por un hijo que no claudica nunca, hasta por encima de ella. Siempre con un ademán que me recordaba a mi abuela Lela. Y ya no sé por qué me fui por esta otra rama del árbol...
¡Ah, sí! Berto, que mañana recojo la volandera y hablamos un rato. Nos vemos en El Pajero, al sol de la mañana y mientras me cuentas de las mentiras y de las verdades del páramo del sur.
martes, 1 de marzo de 2011
Ezequiel, Tete y Tijuaneo
Sigo en mi lucha contra los virus. "¡Que no! que no son virus, sino malware", me dice Oscar el informático que trata de salvarme de la inmundicia publicitaria que vuelve inútil cualquier intento de navegar. Marino encallado, decimos por aquí. Mal asunto, la ansiedad y la desazón siempre se adueña del que está acostumbrado al movimiento. Hoy me echo una escapadita y vuelvo a navegar. Hoy es un día como otro cualquiera, pero también tiene sus pequeñas heroicidades que contar. Muchas otras cosas y pensamientos tuvieron lugar en estos días de apagón bloguero. Bah, y qué más da, todo fluye y nada se pierde definitivamente. Quizás, nada sea demasiado importante si ampliamos el campo de visión, y la ansiedad se torna sólo expectación; algo sucederá siempre, algo nos pondrá siempre en onda con el mundo y en paz con uno mismo. Las calles, las gentes, los cielos... todo fluye y siempre transmite un aire de normalidad, de inexorable continuidad; no hay tragedia en el ritmo del mundo sino en el pensar de las personas. Son ellas las que se empeñan en un cierto sentido trágico, de lucha y de derrota.
Hoy nuestro Tete tiene partido en Cartagena. Allí vivía un escritor tinerfeño, Ezequiel Pérez Plasencia, también enamorado del fútbol, del Tenerife. Le habría gustado verlo, supongo, verlo y escribirlo, que es como querer verlo de nuevo para siempre, inmortalizarlo. Un partido de la nueva era Tapia, una era para grandes ocasiones, seguro; para la epopeya del juego, que es la misma de la vida.
Ezequiel murió hace pocos días y ahora muchos le recordamos. Kiko me llamó nada más leerlo en la prensa el sábado. Yo apenas comienzo a leer El orden del día (gracias Jesús), pero le recordaré hoy mirando ese partido de esta noche (tan cerca de sus últimas idas y venidas) despertando a un mundo particular, emocionándose, emocionándonos con sus recovecos de tramoya. Muchos que le conocieron y le leyeron me habían hablado de él y me entraban ganas de hacerlo yo también. Hoy ya no importa que se gane o se pierda sino que aparezca la gracia de este juego; la virtud de escenificar una cierta armonía y belleza defendiendo a tu isla.
Hoy nuestro Tete tiene partido en Cartagena. Allí vivía un escritor tinerfeño, Ezequiel Pérez Plasencia, también enamorado del fútbol, del Tenerife. Le habría gustado verlo, supongo, verlo y escribirlo, que es como querer verlo de nuevo para siempre, inmortalizarlo. Un partido de la nueva era Tapia, una era para grandes ocasiones, seguro; para la epopeya del juego, que es la misma de la vida.
Ezequiel murió hace pocos días y ahora muchos le recordamos. Kiko me llamó nada más leerlo en la prensa el sábado. Yo apenas comienzo a leer El orden del día (gracias Jesús), pero le recordaré hoy mirando ese partido de esta noche (tan cerca de sus últimas idas y venidas) despertando a un mundo particular, emocionándose, emocionándonos con sus recovecos de tramoya. Muchos que le conocieron y le leyeron me habían hablado de él y me entraban ganas de hacerlo yo también. Hoy ya no importa que se gane o se pierda sino que aparezca la gracia de este juego; la virtud de escenificar una cierta armonía y belleza defendiendo a tu isla.
"«¿Cuánto tiempo hace que no me dices que me quieres?», pregunta Piedad Moliner. Yo la miro con amor de hito en hito y digo, seguro y sonriente: «Es obvio». Entonces ella hace un visaje cruel con la mano, como si le cayeran lágrimas por unas ojeras que no supe descifrar." [fragmento de El orden del día]
Ah, hombres... mujeres... Una vez Jesús nos invitó en Tijuana a decir qué pensábamos de las mujeres, y nos callamos todos. El otro día escuchaba a una psicóloga hablando del tema y lo que dijo me pareció un estereotipo más: las mujeres 'escuchan' mientras que los hombres 'miran'. Aludía así al hecho de que las mujeres se enamoran sobre todo por la palabra y de ahí la importancia de su presencia para mantener el enamoramiento (en ellas se da una preeminencia discursiva y lo que se deja de decir, por muy obvio que nos parezca a los hombres, es un asomo al abismo y hasta esa obviedad deja de existir). A los hombres, en cambio, mantener la palabra en el largo plazo nos resulta difícil, un esfuerzo, un derroche de energía a aminorar una vez que las cosas ya han quedado sobradamente demostradas, y una vez montados sobre los raíles plácidos y traicioneros de la inercia. Para nosotros, sin embargo, lo que cuenta es la mirada, y mientras las veamos con 'buenos' ojos todo lo demás ya está dicho, de ahí que la relación siempre esté sometida a una determinada concepción visual, estética. Y esa es la lucha y fuente de todos los males, entre lo discursivo y lo estético. No sé qué pensarán de esto, pero algo hay... simplificando mucho las cosas. Y eso es mucho decir.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)