miércoles, 30 de junio de 2010

Vuvuzelas

La vuvuzela sudafricana ha pasado de ser inicialmente parte del colorido local del Mundial a convertirse ya en omnipresente cliché periodístico. «¡Que vienen los elefantes!» Gritaba uno de los comentaristas del partido de anoche contra Portugal, refiriéndose al efecto coral de los pitidos de las vuvuzelas, como de estampida animal de la manada. Las reacciones en contra de los estridentes instrumentos de animación futbolera han sido numerosas pero la FIFA se mantiene firme de momento, como con el no empleo de la tecnología para evitar errores arbitrales. Pero, por lo visto, no es nada nuevo su uso en los estadios, parece ser que desde el Mundial de Argentina, 1978, comenzaron a generalizarse entre los hinchas futbolísticos. Este fin de semana, sin embargo, me llegaba un ‘estupendo’ correo sobre el supuesto origen de este instrumento, conminándonos a no usarlo… especialmente con la boca (con qué si no). Creo que se lo reenvié a unos cuantos de mis contactos. El asunto es que en él se le atribuye un supuesto origen africano relacionado con el uso de estuches peneales (fotos, por otro lado, pertenecientes a Papúa, Nueva Guinea). La cosa humorística tiene gracia de entrada, pero un cierto tufo etnocéntrico no tanto. Baste decir que, efectivamente, en Sudáfrica actualmente son muy populares y que la palabra vuvuzela parece tener un origen zulú, pues vuvu significa ‘hacer ruido’ y vuvuzela sería algo así como ‘baño de sonido’. Ahora bien, es la empresa Masincedane Sport quien la comenzó a comercializar en Sudáfrica ¡desde 2001! En fin, todo muy primitivo y animal, y para nada urbano, moderno e industrial.
Para que luego no digan que todavía seguimos bajo prejuicios y estereotipos con respecto de África y los africanos.

La Frontera

Hoy, por fin (siempre se me quedaba atrás el dichoso CD), en la entradilla a Radio Tijuana perpetré la sorpresa musical del heteróclito Manu Chao, con su “Bienvenido a Tijuana”. La elección pareció ser del agrado de los contertulios, JMª especialmente, por cuanto representa alegóricamente ese nombre en la comprensión del propio pentagrama de esta emisión radiofónica. La alusión no es baladí y convenimos en que ese territorio de contacto entre lo hispano y lo anglosajón es, sin duda, La Frontera (con mayúsculas). Paradigma de lo transfronterizo, de la cultura y las biografías como muro, como límite, como ritual de transición, como puerta, como umbral. Néstor García Canclini o José Manuel Valenzuela nos han enseñado que alrededor de la frontera se dan rasgos culturales propios, que tienen que ver directamente con la circulación legal o ilegal a través del filtro a la colindancia. Personas y enseres de todo tipo viven (y mueren) del paso, del gradiente, de la diferencia territorial. El resultado es un tejido social y cultural variopinto, de una riqueza enorme, a pesar de la violencia y el sufrimiento en el que se apoya. Desde el narcocorrido hasta la novela chicana y las maquiladoras, toda la epopeya de la Baja California; desde el taco mexicano hasta el tamal, la enchilada o los sopes, todo el amplio basamento de condumios indígenas; desde la lucha libre hasta el Día de los Muertos, el arquetipo charro y el santoral barroco mexicano, toda la hagiografía del imaginario desmesurado de México; desde San Antonio de Tejas hasta Nuevo Laredo, desde Las Cruces hasta Ciudad Juárez, desde Tucson hasta Heroica Nogales, desde San Diego a Tijuana, toda la radiografía de la hibridez transfronteriza. Así nos vemos nosotros también (salvando distancias)… de mestizos, descocados y liminales. De las enseñanzas del peyote, mejor que hable Jesús.
Con Yaiza Suárez y a propósito de la reciente publicación de su libro Los diarios de Yaiza, Ediciones Idea, hablamos de recuerdos, olvidos, espejos, psicoterapéutica, pedagogías, de realidades descarnadas y de creación literaria. Cojonudo, aunque a los devocionales del espectáculo supongo que no les haya resultado del nivel de capítulos anteriores. Qué le vamos a hacer.
De Villa Maravilla, de esquemas tácticos y otras veleidades del nacionalismo deportivo hablaré mañana... si me quedan ganas, porque ahora ya me voy pal catre.

viernes, 25 de junio de 2010

En el filo

Leo en la revista Samudra una reseña sobre una película de los israelíes Avner Faingulernt y Macabit Abramzon. El título de este largometraje, Hombres en el filo: diario de unos pescadores (90'/2005), habla de la coexistencia entre israelíes y palestinos a través de las vidas de unos pescadores de sardina en las costas de Gaza. Después de los acuerdos de Oslo de 1993, los pescadores palestinos tienen derecho a faenar hasta 20 millas, pero en la práctica los militares israelíes sólo les dejan hasta 7 millas de la costa. El argumento, como siempre, la seguridad. En 2009 la franja pesquera se redujo a tan solo 3 millas, haciendo totalmente inviable la pesca y desapareciendo toda actividad en la zona. El rodaje empezó en 1999, antes de la escalada de hostilidades entre los dos pueblos, y entonces los pescadores de ambos lados convivían y compartían la vida tanto en el mar como en tierra. Los palestinos eran más expertos y los patrones de las embarcaciones, los israelíes eran los marineros y servían de mano de obra en todas las faenas y aprendían el oficio con ellos a cambio de poder cruzar al otro lado de la frontera. El ambiente es cordial entre ellos, respetándose y bromeando, a pesar del duro conflicto y el difícil equilibrio de ambos pueblos más allá de sus comunidades costeras. Las escaramuzas de las embarcaciones pesqueras con las patrullas militares israelíes se incrementan y el malestar por la presión militar y terrorista que les rodea va en aumento. A pesar de este contexto, los pescadores palestinos e israelíes han conseguido crear una frágil hermandad para poder seguir con su pesca diaria. Unos y otros comparten muchas cosas, pescando juntos en el reducido espacio del barco. Cuatro años más tarde los directores volvieron a continuar la grabación, pero ya no había pescadores palestinos por allí, se habían tenido que marchar, y la pesca se fue desmoronando sólo con los pescadores israelíes, pues no conseguían apañárselas ellos solos. Las escenas del principio, charlando unos con otros, compartiendo los avatares de su tipo de vida y de la tensión política y militar de la zona, ya había cambiado radicalmente. Ahora solamente quedaban por allí las patrullas de vigilancia israelíes y los restos abandonados de aquella pequeña flota artesanal en la playa de Sikma. Un mundo que agoniza, una metáfora de lo que ocurrirá con todo lo demás por el mero triunfo de las armas frente a la convivencia, pero, quizás, con esa esperanza de un tiempo en que sí fue posible y de poder volverla a encontrar algún día en el futuro.

Good, Good!


Anoche soñé con la banda de Larry McCray. Una vez terminado el concierto, nosotros estábamos tomando algo en una mesa de las terrazas de la calle Candelaria, en lo poco que queda del viejo Santa Cruz de Tenerife. Desde el backstage de la plaza de La Concepción aparecieron Larry y sus compinches, ya de retirada con sus maletas de instrumentos. Pero nosotros los saludamos, Kiko les decía «¡Good, good!» y al bajista le hizo mucha gracia la expresión, como si se refiriera a ellos y su música en plan comida. Ja ja. Quisimos sacarles unas fotos y nos incorporamos todos al festín improvisado. Juana la primera en ganarse al grupo con su gracia personal, a la que se une Kimi, sacándose las dos una instantánea flanqueando al mismísimo Larry. Un magnífico sándwich de oro y obsidiana. Jesús, remiso a este revoloteo, se queda sentado a la expectativa, pero disfrutando el panorama. Yo me pongo a ejercitar el mejor lenguaje gestual del que dispongo para complementar mi limitado inglés de garrafón. Me dirijo a Larry y pongo mis manos en disposición para hacer alguna clase de mejunje en una olla imaginaria y le voy echando ingredientes, nombrándolos uno a uno al mismo tiempo que hago el gesto de revolverlos: «¡Blues!... ¡Soul!... ¡Funk!...» Y en medio de las risas de todos, les digo: «It's similar you and similar this», señalando a la botella de ron Santa Cruz que teníamos en nuestra mesa. Y subrayo el juego de palabras «Santa Cruz / Santa Blues». Al fin las similaridades y las empatías funcionan y se animan a probarlo y quedarse con nosotros. Kimi haciendo de intérprete cuando no nos hacíamos entender. Risas, pequeñas complicidades y ronroneo hasta terminar todos borrachos de aquel añejo, y ellos… y nosotros… repitiendo una y otra vez «¡Oooh good, good... Johnny B. Goode!».

miércoles, 23 de junio de 2010

Voluntades y patrocinios

¡Uff! ayer sucedieron demasiadas cosas para este blog[uero]. Otro martes de carnaval en Tijuana Social Club. Maite lo escuchó y le gustó. El posprograma, como siempre, continuó especialmente lúcido y fresco en el bar (Jesús me lo confirmaba). Pero teníamos a Campanilla revoloteando por la ciudad y quedamos de vernos en el Atlántico. Dejo a Charlín en la estación de guaguas y continúo hasta la Plaza de España. Con Campanilla y Jesús sigo luego hasta el pueblo más literario del cantón de Anaga. Entre tantas digresiones con el ronroneo de telón de fondo, le contaba a mi amiga no sé qué del gofio, para luego añadir el enamoramiento de mi padre con el gofio del molino de Las Mercedes. Desde que lo descubriera allá por los años 60 hasta que murió en 2004, con 96 años, siempre se aprovisionó de ese molino. El caso es que nosotros vivíamos en Los Cristianos, es decir, en el otro extremo de la isla, pero eso jamás lo amilanó, y por eso se aprovisionaba cada vez con unos 20 o 30 kilos (lo suficiente para el encargo de algún amigo y el consumo propio de un par de meses), aprovechando alguno de sus viajes a la capital. Yo lo acompañaba en ocasiones, y todavía llegué a ver, allá por los 70, los vagones abandonados del antiguo tranvía de principios del XX cuando pasábamos por la recta de los eucaliptos, camino a Las Canteras, para luego seguir hasta Las Mercedes. Ese paisaje y ese clima se me quedaron grabados por el gran contraste con el sur de mi pueblo, seco y vitreoclítico. Todavía los restos de los eucaliptos y los manchones de amapolas de la vega lagunera me siguen transportando a esa época. En el molino siempre me fascinó el olor a tueste del cereal y las operaciones del molinero en el relleno de las tolvas, el reajuste de las muelas o el embocado del saco que recogía la molienda. Todos movimientos estudiados y repetidos al milímetro para conseguir el mejor ritmo productivo y toda la organolepsia que hacía que mi padre fuera fiel devoto de aquel gofio en concreto. Cuestión de matices en la cuisine local que tampoco a mí me deja indiferente. Pero lo más impresionante para mí, siempre fue aquella proclama en letras gigantes que presidía el escenario del molinero: "La fuerza de voluntad patrocinada por la virgen de Candelaria". Seguro que a mi padre también le impresionaba, y hasta a un Arthur Schopenhauer o a un Friedrich Wilhelm Nietzsche les hubiera dado en qué pensar.

martes, 22 de junio de 2010

El cuento de Saramago



Hace unos años le regalé a mi hija La flor más grande del mundo, un cuento de Saramago para reflexionar sobre por qué los valores que le enseñamos con tanta convicción a los niños no nos valen a nosotros como adultos. Toda la forma de ser y hacer que vale para la infancia, de pronto, deja de valer para los adultos. Actitudes inocentes o infantiles, dicen unos, candidez, utopismo, buenismo... dicen otros. Sin embargo, ¿no es todo ese crecimiento de valores contrarios a los de la infancia el que nos lleva a los grandes males de este planeta? La utopía, nos decía Saramago, no es algo por realizar en un tiempo futuro y lejano, no, la utopía comienza hoy mismo, ahora mismo, con nuestra posición, con nuestra toma de decisiones a partir de este mismo instante. Si eso cambia en todos nosotros, conoceremos y viviremos la utopía desde ya, así de fácil, así de decisivo. La flor más grande del mundo era un cuento para niños, para ser contado con las palabras sencillas de un niño, pero Saramago se lo dio a leer a un niño y éste le dijo que no le había gustado, que no había entendido nada. Tampoco le gustó a mi hija, a pesar de lo bien ilustrada que estaba la edición que le había regalado. Los niños son el mejor crítico literario, proseguía Saramago, siempre son sinceros, no tienen necesidad de mentir para quedar bien, y después de este veredicto no creo que vuelva a escribir un cuento para niños nunca más. Creo que es el oficio más difícil del mundo. Así de humilde y sincero se mostraba también el nobel de literatura, casi como un niño grande, tratando de no olvidar jamás los valores que aprendió desde pequeño. Así lo veíamos muchos, también. Pero se preguntaba Saramago: ¿y si las historias para niños fuesen de lectura obligatoria para los adultos? ¿seríamos realmente capaces de aprender nosotros, lo que desde hace tanto tiempo venimos enseñando a los niños?

Ese niño grande que era Saramago, recuerdo que hablaba un día de las montañas de Lanzarote, pues le gustaba mucho caminar por ellas, subiendo hasta su cima, y se preguntaba ¿Por qué subimos a las montañas? Y encontró una respuesta sólo a la altura de su personalidad y pensamiento, diciendo: ¡Pues, sencillamente, porque están ahí!

lunes, 21 de junio de 2010

Rodando y dando tumbos



La selección española sigue 'rodando y dando tumbos'. No son buenos tiempos para el jogo bonito de los españoles. Les falta todavía mucho fútbol para estar en condiciones de aspirar a una final del campeonato mundial. De momento, frente a Honduras destellos de Villa, partidazo de Busquets, mucho trabajo sucio de Torres pero torpe en el remate, muchas buenas ocasiones perdidas, poca velocidad de juego y muchas piernas cansadas antes de tiempo. No me gusta el andar de esta perrita, parece que estuviéramos de pretemporada. Y Del Bosque sigue sin encontrar el once titular de esta selección. Por mi parte, prefiero un blues alusivo al caso. Rollin' and Tumblin' (ya lo he nombrado en otra ocasión), la segunda parte de esta canción todavía mejor, más primitiva y esencial. Musitando todos ellos juntos viejas melodías, ritmos del alma con rostro plenamente moderno. ¡Mmmmm! Leroy Foster - Vocals & Drums; Little Walter - Harmonica (& Coro en IIª parte); Muddy Waters - Guitar & 2nd Vocals; Jimmy Rogers - ¿2nd Guitar? (& Coro en IIª parte). Esto sí es una gozada. El carrusel de fotos tampoco tiene desperdicio, sobre todo con un Little Walter exhibiendo sus marcas de guerra. ¡No le gustaban al hombre las trifulcas! Y el próximo jueves 24, viernes 25 y sábado 26 de junio, el Festival de Santa Blues en la plaza de La Concepción de nuestra capital. Que lo disfruten. Por allí estaremos, degustando, al unísono, el nuevo ron de esta tierra, el Santa Cruz ¿No han visto las vallas publicitarias? Espero no atragantarme con tanta santidad.

domingo, 20 de junio de 2010

Omnipotentia (relativa)

Ayer en la radio decían que la selección de Portugal estaba muy afectada por el fallecimiento de Saramago y hoy me encuentro con las declaraciones de L'Osservatore Romano poniendo al susodicho de "intelectual con incapacidad metafísica". No sé cuál de las dos afectaciones creerme más, probablemente por su hondura ambas se encuentren a la par. Ya imagino al guanchinesco Cristiano Ronaldo cambiando su habitual empaque por el de un luto compunjido, inventándose un regate inverosímil, como los que sólo a él se le pueden ocurrir (de bailarina Bolshoi cuasi metafísica), directamente inspirado por Lancelotto Evangelista, qué menos. Muy probablemente se le ocurra para el partido contra España en la siguiente eliminatoria, justo el necesario para habilitar el pase de la muerte que elimine a los españolitos de su mediocridad sobrevenida por uno Del Bosque de enfrente. Lo de la incapacidad metafísica es algo que me intriga sumamente, pues, al mismo tiempo, también se le otorga una "pertinaz fe en el materialismo histórico". Y ya no quiero hablar de banalizaciones, que para ello ya tenemos suficiente con el despliegue de este tal Claudio Toscanti y su oportunista galimatías La omnipotencia (relativa) del narrador. Una narración nada omnipotente la de Toscanti, por cierto. Seguramente aspira al nobel de la supermetafísica, pero como siga así de banal dudo que se lo den algún día.

viernes, 18 de junio de 2010

En la hora 13

En la trasera de mi casa encuentro ahora un pequeño remanso de paz. El ruido de ciudad queda amortiguado, como un eco en la distancia, mientras el alisio refresca en las sombras y trae nubes sueltas que se contrapuntean al azul límpido e infinito de este subtrópico de isla. Junio, las tierras se agostan ya por aquí, pero nosotros tenemos un pequeño oasis okupa en la trasera de nuestras casas. El laurel crece fuerte y salvaje, y ya no se distingue al monstruo de piedra junto al que se abrigaba en los días de vendabal, el mismo que me gustaba ver desde la ventana de mi cocina, mientras limpiaba y troceaba las verduras para el potaje del día. Es extraño el discurrir del tiempo, siempre sometido a las referencias que nos acompañan, y ahora, casi se detiene, justo cuando el sol comienza a tumbar al poniente y riego mi jardín en la hora 13, para deleite de las umbelas de los hinojos y de la lagartija sin rabo que parece que huye, pero a final se queda con la cabeza levantada relamiéndose las gotas prendidas de su nariz. Y yo, acordándome del diario de Yaiza que me envió Jesús, sintiéndome todavía como un pequeño voyeur de una vida dura y tierna a la vez.

miércoles, 16 de junio de 2010

Otro martes tijuanero

Ayer, después de miles de gestiones a contrarreloj, al final de la mañana salía rumbo a Los Cristianos al encuentro con Charlín. Era martes y tocaba Radio Tijuana. Pensábamos encontrarnos con Jesús luego en uno de sus territorios preferidos, el Monterrey, para continuar a almorzar juntos en casa del Portugués. Jesús sabe de mi pequeña finca de mangos y le llevo unos cuantos de la generosa cosecha de este año. Por la recta hacia la rotonda del Palm-Mar veo las adelfas del borde de la carretera completamente desmochadas. Es la nueva jardinería de las cuadrillas del Plan eñe de ZP (supongo). Un día JMª me preguntaba por las adelfas de la plaza con ese mismo nombre que aparecía en el San Andrés literario de Jesús. Nunca me han llegado a gustar del todo esas plantas, sin embargo, ese nombre me parece hermoso; la Plaza de las Adelfas. Recojo a Charlín y rumbo a Santa Cruz por la TF-1, hablamos de lo que le habían parecido sus últimas lecturas de autores canarios (hace una semana que no lee otra cosa) los últimos números de Lunula, “El cambio” de José Rivero... Me dice que le gustó mi relato del viaje a Escotis y demás; el "Diario Íntimo" de Jesús, especialmente, pero también los textos de Marcelino, de Lizundia, Ánghel Morales... Hacemos una parada en el Bar Capitán (aludiendo a ese texto mío) y allí encontramos a una nueva y hermosa capitana pero, lamentablemente, casi siempre ocupada en sus cacharritos tecnológicos (móvil/internet). Atiende al bar, pero se nota que está en otra onda ¡Ay, la juventud! Damos una vuelta por el pueblo de El Tablado mientras le cuento a Charlín algunas de las fotos que he sacado por allí. Rincones humildes de autoconstrucción, pero con el encanto costero de su pequeño caletón y sus paseos de sabor ensalitrado. Seguimos hasta San Andrés y Charlín charla y charla de novelas y escritores. Es acojonante lo que lee este hombre, ojalá tuviera tiempo para seguir un ritmo de lectura así. En el Monterrey nos encontramos a Jesús que lleva toda la mañana pendiente de su padre en el hospital. Y yo aprovecho para saludar a Ferni, hacía tiempo que no lo veía porque ya no se queda al turno de noche (lástima). En el Santana, el restaurante del Portugués de los Campos Elíseos, en la rivera opuesta del Mamotreto, comimos bacalao a la portuguesa y continuamos en el mundo de la literatura, con Charlín, incluso, leyéndonos su manuscrito para el volandero cultural La Gatera. Uf, después de la comida y las cervezas necesito un café y un chupito del coctel sajón de hierbas digestivas Jägermeister. En el Monterrey caen ambos y por allí aparecen Orlando con su portátil y Chani hablando del morito de Juan Royo (el espectáculo está asegurado) y Charlín consigue que le presten "El fulgor del barranco" y hasta se interesa por "Nadie contó los días exactos". Yo, por mi parte, me hago con un ejemplar de "Llorad las damas", última entrega poética de Jesús, y que por unos segundos voló con desprecio fingido por el ímpetu de Orlando (cosas de poetas de San Andrés). Pero nada, ni café, ni chupito, ni poetas, ni nada, ya me quedo bloqueado para los restos. Las conversaciones de Tijuana tampoco me ayudaron esta vez, con sus derivaciones hacia las ramas y los reproches de unos y otros. Esto es así, aunque haya madera suficiente, la fogalera no siempre prende bien para deleite de los concurrentes. Por qué será que después, en el bar, la cosa funciona mucho mejor y afloran los discernimientos y las ideas mejores… Aunque siendo francos, a veces también las peores.

jueves, 10 de junio de 2010

Canarias, el limbo perfecto

Hablábamos el otro día del limbo, Jesús sacó el tema en el programa de radio y recuerdo que Víctor dijo algo pero ya no recuerdo qué. Pues nada, que me encuentro ahora con un artículo que habla de Canarias como del limbo perfecto; periferia europea y sin embargo tampoco centro de la periferia africana; lugar de paso inevitable, pero por eso mismo a medio camino de todo; culturalmente occidentales pero geográficamente africanas; abiertas, mestizas, frontera, margen. En medio de todo eso está el etnocentrismo, las reglas unívocas de los mercados y el colonialismo, del que también nos hemos hablado más de una vez. Ahora bien, quizás sea eso (el vernos en el limbo) lo que nos pueda otorgar alguna posibilidad de decir y hacer cosas bien distintas a la de esa geopolítica mundial y del cúmulo de mecanismos del yo que generan. Los riesgos de ser sólo miméticos a los distintos centros del mundo son evidentes, pero a poco que nos liberemos de ciertas subyugaciones, quizás, podamos ser de los pocos para encontrar espacios frescos con algo más que decir. En relación al arte y a los bocetos de Picasso para el famoso cuadro de Las señoritas de Aviñon, el TEA tiene su propuesta, y así lo ve Fernando Estévez en su artículo del Babelia:
http://www.elpais.com/articulo/portada/Arte/negro/conozco/elpepuculbab/20100605elpbabpor_27/Tes

martes, 8 de junio de 2010

Nunca llegamos a los puños

Hoy espectáculo total en el Bosque de Tijuana. Israelíes vs Palestinos. Delirium tremens por momentos. Cada uno en su papel de gallito cantor. Maricón el último, que dirían algunos (hasta los de Chueca). Lo peor, el barullo radiofónico. Yo en estos casos soy de los que cambio de dial inmediatamente. No sé qué habrán hecho nuestros sufridos oyentes, pero me hubiera gustado intervenciones más despejadas, sin tanto pisarnos unos a otros. Comprendo el apasionamiento, pero ya estamos grandecitos como para no dejar voz a los demás. Sin embargo, en el tumulto, o echas los codos y te haces hueco o sencillamente desapareces. Personalmente, las cuestiones argumentadas eran de tal calibre que no podía dejar de manifestar mi versión de los hechos y mi postura (supongo que a los demás les ocurría lo mismo), pero el momento tenías que lucharlo segundo a segundo. En fin, cualquiera que nos escuchara pensaría que después del programa llegaríamos a los puños, y, aunque no lo crean, nada más alejado de la realidad. Hasta llegamos a puntos de encuentro (al menos entre JMª y yo): Israel no será sin Palestina y Palestina no será sin Israel; El argumento de la resolución de la ONU para la creación de Israel no será válido hasta que las dos partes lo reconozcan y acaten, porque tanto árabes como judíos se lo han saltado; Los palestinos tendrán que tolerar a judíos en su territorio, de la misma manera que los judíos toleren a palestinos en el suyo, sin ese grado de convivencia será imposible cualquier acuerdo. Aunque parezca más conveniente y fácil una postura nacionalista de homogeneidad intracultural para cada uno de los países ('los niños con los niños y las niñas con las niñas'), la realidad social de mezcla residencial entre ambos, la hace inviable. Es más, esa mezcla es la que hará que la convivencia tenga una práctica cotidiana, lo contrario favorecería los discursos integristas y la continuidad del abismo entre ambos pueblos. Claro que hay demasiadas heridas abiertas como para que esto se plantee a muy corto plazo, pero eso no quiere decir que no sea una vía de pacificación en la zona. En este punto, las acciones militares jamás serán la solución, ni para unos ni para otros, pues sólo conseguirán la perpetuación de la violencia y la justificación del enfrentamiento. ¡Y ojo! Que de eso viven muchos en los dos bandos.

domingo, 6 de junio de 2010

En el mediodía de mi pueblo

Tristes y parsimoniosos me parecían los andares de aquel perro por la orilla de la playa. Olisqueaba por aquí y por allá. Sin duda, buscando algún rastro que le llamara la atención. Nada de eso sucedía en el vaivén de las olas, en su marchitar por la bahía, y el animal siguió hasta perderse más allá del Chalé del Peña. Pienso en los gritos y en las aventuras infantiles en aquel tramo de playa, con los parales avanzando por la arena, como una escuadrilla de poderosos destructores al encuentro con los japoneses en el Pacífico Sur. Nosotros patrullando y batallando sin descanso por nuestro pequeño mar gris y de olas quietas a la espera de los surcos que dejaríamos en ellas para siempre, agradecidos por el júbilo de los juegos y las cosquillas areniscas en pies y manos, con sabor a polvo salado. Ahora levanto la vista y todo alrededor está tan cambiado… Definitivamente le estoy perdiendo el pulso a este pueblo. Y, sin embargo, hoy he estado por el Gavota y el bar de Fernando, como si el tiempo no hubiera pasado. Caras más viejas, eso sí, pero con las pláticas usuales, casi cotidianas, donde me reconocen y me reconozco, pero siempre con la certeza de que algo se me escapa. Quizás, lo menos importante. Sigo a casa de B., donde las cosas siguen igual que siempre, a pesar de las conversaciones llenas de novedades. Más tarde aparece Sonita con más novedades de Venezuela, y le metemos diente a los manjares de la mesa que había preparado B., a la cerveza y a la botella de vino que trajo Sonia. Ahora me doy cuenta que yo no llevé nada, ni siquiera unos dulces secos para comer de postre con el café, ni un licor ni nada. Me temo que mis habilidades sociales están bajo mínimos, y yo quejándome. Pero todo me salió así de improvisado y sin reflejos. Cuando subo a la Montaña Chica en busca de mi coche, oigo al hijo de Doña Antonia gritando en la cueva, miro y veo la entrada hermosa y psicodélica, como a él le gusta (también a mí). A continuación, el bar de Antonio el carpintero, con los fijos jugando al envite en la caída de la tarde. Sigo y Miguelina no me deja marchar sin saludarla. Sigo y sigo… entre fantasmas y certezas de un paisaje que ahora sé que todavía sigue siendo el mío.

Continúa la estela de la "flotilla"

En el periódico de hoy leo a Henning Mankell, su “Diario de un viaje al horror”. En la breve semblanza biográfica me entero que nació también un 3 de enero, joder, como yo. Jesús ya estaría sacando toda clase de horóscopos y demás conexiones cabalísticas. Empatizo con Mankell, no por esta coincidencia, lógicamente; “Las palabras se demuestran con la acción”, qué fácil resulta adherirse a cualquier causa sin el esfuerzo y la implicación del estar ahí, en el ojo del huracán. Sí, estoy muy de acuerdo, por tanto, mis respetos. ¿Objetivo del viaje? Clarísimo, romper el bloqueo. ¿Por qué? Porque Gaza, sometida a un asedio al más puro estilo medieval, no puede ser otro olvido más del mundo. Y porque les llevamos, además, cosas de imperiosa necesidad, que necesitan como cualquier ser humano, viene a decirnos Mankell. Sin embargo, para el ministro de defensa israelí, Ehud Barak, “Estamos en una zona donde no hay piedad para el débil, donde no hay segundas oportunidades para quienes no se defiendan a sí mismos”. En fin, palabras que no dan opción sino al exterminio de una de las partes (supongo que le sonará de algo la palabreja); Sí, lo del nosotros o ellos; El asunto (como planteábamos en la entrada anterior), es que también son palabras que justifican tanto a unos como a otros en el enfrentamiento a costa de lo que sea. Hasta ese nivel hemos llegado. Por cierto, Mankell es sueco, o sea, poco que ver con Turquía, aunque puestos a escarbar en la historia, seguro que también ese país habrá tenido algún episodio oscuro, pero no creo que por ello todos los suecos (como tampoco todos los turcos) vayan a quedar ahora inhabilitados para enarbolar causa humanitaria alguna. Pero los militares israelíes no podían esperar siquiera a que se consumara el supuesto delito, no, la mera intención bastaba y así en aguas sobre las que no tienen soberanía alguna se permiten el asalto armado, los muertos, los heridos, la detención por la fuerza, el confiscar todos los bienes y el traslado por la fuerza a Israel, para finalmente darse el lujo de expulsarlos del país al que fueron obligados a entrar. Sí, todo muy lógico y plausible. Por otro lado, está el asunto del vídeo militar sobre el asalto al Mavi Marmara. Todo tan convenientemente cortado (para ahorrarnos escenas anodinas, se supone). ¿Sabremos algo del antes de esas imágenes? ¿Podrán justificar en algo la aparentemente desproporcionada violencia del recibimiento? ¿Sabremos algo del tiroteo previo al abordaje y de la legítima defensa? ¿Sabremos algo de por qué se tarda tanto en bajar con numerosos efectivos sobre la cubierta para crear superioridad, cuando eso es de las reglas básicas en un asalto como este? ¿Será que se buscaban deliberadamente esas imágenes de linchamiento para pasar por víctimas? Sí, siempre víctimas, pero los muertos... siempre del otro lado. Hasta un Bernard-Henri Lévy se ve obligado a vestirse de luto, tristeza e ira por el desenlace de la “flotilla”.

martes, 1 de junio de 2010

Sinrazones del 'ser'

Desde ayer me acecha la noticia de la flotilla noqueada por el embate de un ejército del siglo XXI. Cuando es toda una institución, un gobierno, un país, quien trata de matar mosquitos a cañonazos, ya no nos creemos que sea un error de cálculo o una expresión irracional de angustia o miedo (todavía me acuerdo del perejil). No, a estas alturas eso ya no cabe, es simplemente la expresión de que sólo se ‘es’ en la guerra, en la violencia, en la intransigencia. Y, por tanto, no hay margen para la negociación, para el acuerdo, no hay flexibilidad, sólo queda un témpano frío y rígido que ante cualquier presión o se lucha o se parte en dos irremediablemente. Sí, éstos son los animadores de los argumentos políticos israelíes, los del no hay margen, no hay paso atrás, no hay tregua. Es la razón de la sinrazón. Sí, ya sabemos que Hamás tampoco es mucho menos, que son tal para cual. No olvidemos que en esto también funciona una de las famosas leyes de Newton: a toda acción sucede una reacción, y así andamos. El problema está en que algunos se empeñan en llevar esto ad infinitum conscientes de que es la existencia del enemigo quien los justifica y les da sentido. Y al enemigo hay que alimentarlo de vez en cuando con sangre para que no decaiga. Cuanto más irracional, cuanto más injusta… mejor. No es una cuestión de ganar o perder, porque ninguna de las partes ganará o perderá. Quién va a creerse que este bloqueo a Gaza va a servir para algo que no sea mantener la polarización. Esto sólo es una forma de existir, con sus propias inercias, que una vez asentadas se adueñan hasta del tuétano. Algo que no resolverán ni los videos, ni los testimonios, ni quién pega a quién, ni siquiera el GPS de las aguas internacionales. ¡Qué más da! Todo eso es mera palabrería mientras los argumentos sigan socavados por la sinrazón del ‘ser’ en la violencia. Sin embargo, esta vez es distinto, aunque ya saltan las voces de instrumentalización para emponzoñar las intenciones de la flotilla. Ahora es la sangre de ‘otros’.